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La tiranía de los ‘deberías’

Laura Rojas-Marcos

La tiranía de los ‘deberías’

Laura Rojas-Marcos

Psicóloga


Creando oportunidades

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Laura Rojas-Marcos

La gestión de las emociones, respetar y saber decir que no, son algunos de los principios fundamentales de las relaciones humanas según la doctora en psicología Clínica y de la Salud, Laura Rojas-Marcos. Esta especialista destaca la familia como la primera escuela y el entorno de convivencia ideal para aprender a manejar las emociones. “Convivir no es fácil, estamos hablando de cómo gestionamos los conflictos, nuestras emociones y cómo establecemos límites”. A través de sus libros, entre los que destacan: ‘La familia’, ‘Somos cambio’, ’Hablar y aprender’, Rojas-Marcos nos brinda la oportunidad de observar diferentes aspectos de la condición humana: cómo favorecer una autoestima positiva, el impacto que tienen las relaciones familiares en el desarrollo emocional o qué es la asertividad y cómo podemos ayudar a nuestros hijos a que sean más asertivos. “Las personas asertivas saben lo que quieren, saben lo que piensan y se toman el tiempo para pensar, para decidir y para actuar", reflexiona. Laura Rojas-Marcos ha sido seleccionada entre las Top 100 Mujeres Líderes en España y colabora con instituciones dedicadas a diversos temas sociales y de salud mental.


Transcripción

00:00
Laura Rojas-Marcos. Soy Laura Rojas-Marcos, psicóloga clínica y de la salud. Trabajo en todo lo que tiene que ver con las emociones. Soy conferenciante, investigadora, docente, nacida en Nueva York y de sangre sevillana.

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Leticia Flores. Hola, Laura, me llamo Leticia. Soy profesora y madre de dos niñas maravillosas de tres y seis años. Es un placer poder estar aquí y hablar contigo sobre un tema tan esencial como es la educación y la familia. Algo que quizá nos preocupe a muchas familias es el tema de la convivencia, que parece algo fácil, sencillo, pero que luego no lo es tanto. ¿Qué podemos hacer padres, madres, hijos e hijas para mejorar la convivencia en la familia?

00:53
Laura Rojas-Marcos. Bueno, muchísimas gracias por invitarme a estar aquí. La verdad es que es un placer. Y qué tema tan interesante. Todo lo que tiene que ver con las relaciones humanas, el cómo convivir… La convivencia es clave porque, como seres humanos, somos seres sociables, somos seres emocionales y necesitamos relacionarnos con los demás para poder sobrevivir. No vivimos solos en una isla y, de hecho, no somos seres para vivir aislados. Cuando hablamos de convivencia, estamos hablando de compartir: de compartir energía, de compartir emociones, de compartir sueños, de compartir un espacio. Y, claro, como seres humanos, también somos posesivos y somos territoriales, ese es un lado animal que tenemos todos dentro. Y, claro, el convivir no es fácil porque estamos hablando de cómo gestionamos nuestras emociones, cómo gestionamos los conflictos. Podemos estar de acuerdo, podemos estar en desacuerdo, podemos discutir. El entorno familiar, prácticamente para todos, es el primer escenario de nuestra vida. Es donde aprendemos a convivir, donde aprendemos a compartir, donde también hay rivalidades, donde también surgen emociones negativas como pueden ser los celos o la envidia o la rabia o el miedo. Forma parte de la vida.

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Y es en el entorno familiar donde aprendemos a gestionar esas emociones, donde aprendemos también a poner límites no solamente a otras personas, sino también a nosotros mismos, donde aprendemos a gestionar la frustración. Un término que utilizamos mucho en psicología es el tener la capacidad para tolerar la frustración. ¿Tenemos una alta capacidad para tolerar la frustración como puede ser la espera o tenemos una baja capacidad para tolerarla? Por ejemplo, las personas que son impulsivas, las personas que no saben esperar, que tienen una necesidad de tener lo que ellos quieren en el momento y no saben esperar, sufren mucho y se vuelven muy impulsivos. Y, claro, es en el entorno familiar, en el colegio también, donde hay que aprender a esperar. Es un proceso que lleva muchísimo tiempo, yo diría que, desde el momento que nacemos, nos vamos haciendo y vamos aprendiendo hasta el momento que morimos, vamos aprendiendo a convivir, a compartir, a gestionar y aprender, sobre todo, mucho de nosotros mismos y de los demás. Es un reto. No es fácil, pero puede ser muy divertido.

03:48
Leticia Flores. Sí. Se está hablando mucho de que tenemos que mejorar nuestra autoestima, que tenemos que criar a nuestros hijos para que tengan autoestima. Yo voy a preguntártelo de forma directa: ¿Qué es la autoestima? Y no sé si puedes ponernos algún ejemplo que nos ayude a mejorarla.

04:05
Laura Rojas-Marcos. La autoestima no deja de ser algo fundamental en el desarrollo de todo ser humano. No deja de ser la manera en la que apreciamos si nos gustamos o no, nuestra forma de ser. Cuando hablamos de autoestima, es muy importante hablar primero del «autoconcepto». Está el autoconcepto y está la autoestima. ¿Qué es el autoconcepto? Es la manera objetiva en la que nos percibimos y donde percibimos e identificamos nuestras cualidades, nuestras fortalezas, nuestras debilidades… ¿Qué somos? ¿Somos personas abiertas? ¿Somos personas extrovertidas? ¿Introvertidas? ¿Tímidas? ¿Alegres? ¿Optimistas? ¿Pesimistas? Eso entra dentro del autoconcepto. Es a partir de cómo nos vemos, de esas cualidades y características del autoconcepto, que hacemos una valoración emocional al respecto. ¿Me gusta como soy o no me gusta? Las personas que tienen una alta autoestima son personas que se valoran a sí mismas, que confían en sí mismas, se gustan. Se gustan y se quieren, que no quiere decir que se vean mejores que otras personas, pero quizás viven más en paz consigo mismas. Son personas que se aceptan, son personas que saben desenvolverse por el mundo, saben comunicarse con otros, saben pedir lo que quieren: confían en sí mismas.

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Las personas, en cambio, que tienen una baja autoestima son personas que sufren. Dudan continuamente de sí mismos, de su criterio, a veces se vuelven personas muy dependientes de otras. No se gustan, no confían en sí mismas y eso es un problema. El desarrollar una buena autoestima es fundamental y es algo que aprendemos desde que somos muy pequeños. Pero es algo que también se va desarrollando a lo largo de la vida. No hay que olvidar que vamos pasando por etapas distintas a lo largo de la vida y, bueno, en la vida pues, a veces, las cosas, cuando no nos salen bien, pueden afectar nuestra autoestima. Cuando nos sentimos rechazados. Pero también es importante desarrollar una autoestima sana, y eso quiere decir, sobre todo donde hay una aceptación tanto de nuestras virtudes como de nuestros defectos, nuestras fortalezas, tenerlas bien identificadas, y también tener identificadas con claridad cuáles son nuestras dificultades o debilidades. A nadie se le da todo bien. Nadie es perfecto, y el que piensa que lo sea tiene una percepción de sí mismo un poco… no muy realista.

07:01

La autoestima nos ayuda a ir por la vida de una manera… yo diría que saludable, y las personas que tienen buena autoestima suelen ser -y esto se ha visto en las investigaciones- personas que tienen también buenas relaciones con los demás. Saben relacionarse, saben crear vínculos afectivos o saben hacer amigos también, porque saben dónde están sus límites y tienen un diálogo interno con ellos mismos bastante constructivo. Que, una vez más, no quiere decir que se vean mejores que otras personas o superiores. La autoestima no tiene nada que ver con eso.

La familia es la mejor escuela para aprender a manejar las emociones.Laura Rojas-Marcos
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“La autoestima nos ayuda a ir por la vida de manera saludable”

Laura Rojas-Marcos

07:47
Leticia Flores. Y con nuestros hijos, ¿cómo podemos ayudarles para que mejoren su autoestima?

07:53
Laura Rojas-Marcos. Pues para ayudar a las personas a desarrollar una buena autoestima, ya sean los hijos, también a veces los compañeros, todos pasamos por un momento difícil en que se puede ver un poquito debilitada nuestra autoestima… Pero ahí, el papel de los padres, de los cuidadores, de los profesores es muy importante. Mensajes donde se hace una valoración positiva de las características que son positivas de una persona. Cuando, por ejemplo, un niño hace algo que está bien, es importante decirle: «Oye, ¡qué bien lo has hecho!». Reforzar positivamente una conducta -qué bien lo has hecho- siempre es mucho mejor que decir: «Es que eres un niño estupendo», que eso sienta muy bien. Pero centrar la autoestima en la buena o la mala conducta es mucho más importante que en cualidades que en un momento dado no podemos cambiar. Es más importante decirle a alguien qué bien lo hace o qué bien aprende, que sí puede, que es una persona guapa. La belleza es algo bastante más relativo. Las personas cuya autoestima depende solo y exclusivamente de la belleza pues suelen tener una autoestima un poquitín más frágil que alguien que confía en sí mismo. Entonces comentarios positivos y constructivos y dejar que una persona aprenda y enseñar desde el «sí, puedes» es algo que va a ayudar a desarrollar una buena y una alta autoestima.

09:36
Leticia Flores . Otra otro tema también del que se está hablando, y que creo que tampoco tenemos demasiado claro, es la asertividad. ¿Qué es la asertividad? ¿Y cómo podemos ser más asertivos y cómo ayudar a nuestros hijos a que sean asertivos?

09:54
Laura Rojas-Marcos. La asertividad está directamente relacionada con los límites. Es básicamente el arte de saber decir que no y sentirse cómodo con ello. El saber qué es lo quieres, qué es lo que no quieres y cómo expresarlo. Cómo pedir lo que quieres. Si alguien te pone presión, sentirte lo suficientemente cómodo para decir «no quiero» o «sí quiero» o «estoy determinado a conseguir algo y voy a aplicar la asertividad». Hay muchas personas que confunden la asertividad con la agresividad. La agresividad es, al fin y al cabo, llevar a cabo una conducta violenta: no es algo bueno. Cuando hablan las personas de «este ejecutivo es un ejecutivo agresivo» con admiración, eso no es algo positivo. Alguien agresivo no es precisamente alguien ameno, yo diría que es alguien más tóxico que otra cosa. Alguien que grita, alguien que falta al respeto. En cambio, las personas asertivas no solamente saben desde una seguridad lo que quieren, sino que también lo saben pedir. Saben decir que no, saben negociar, saben argumentar y desde un lugar de calma y de serenidad, y eso es muy importante.

11:14

¿Cómo se aprende a ser asertivo? Pues se aprende, en primer lugar, sintiéndote cómodo con lo que tú quieres, con lo que tú esperas y el saber expresarlo sin ofender ni faltarle el respeto al otro. Si alguien te falta el respeto, pues tú sabes defenderte y protegerte. No desde la agresividad: uno se puede levantar y se puede marchar o decir «yo no acepto que me hables así». Eso sería un ejemplo de conducta asertiva. Una persona agresiva insulta, ofende, ya sea con un lenguaje verbal, físico, o con un lenguaje no verbal, con la mirada, por ejemplo. Aprender a ser asertivo es fundamental. A menudo me encuentro a personas que no saben serlo, se sienten muy incómodos con el «no». Es más, sienten como que tienen que decir que sí. Quizás han crecido en un entorno donde el «no» no estaba permitido, donde la prioridad eran las necesidades de otras personas que las propias, donde se les enseña que tú estás siempre en un segundo lugar y que hay que preocuparse mucho por lo que dirán o lo que piensen los demás. Las personas asertivas saben lo que quieren, saben lo que piensan, incluso saben gestionar sus «no sé»: «no sé qué hacer» o «no sé qué es lo que quiero» y se toman el tiempo para pensar, para decidir y para actuar.

12:46
Leticia Flores. Hay personas o hay gente que piensa que hay que decir la verdad por encima de todo, e incluso haciendo daño a otra persona. Esa frase que seguramente hemos oído muchas personas que es «voy a ser sincero contigo, lo hago por tu bien» y es como… No sé. ¿Crees que hay que ser sincero a toda costa?

13:15
Laura Rojas-Marcos. Bueno, yo creo que estamos hablando de un tema interesantísimo que afecta mucho a las relaciones interpersonales, ya sean relaciones familiares, relaciones en el trabajo, como cuando vamos de un lugar a otro, con los vecinos, con las personas que nos rodean. La verdad, el decir la verdad y vivir desde la verdad, es un buen valor. Vivir desde la mentira no creo que sea algo que sea prioritario. Ahora bien. Es muy importante, en las relaciones personales, tener consideración, ser sensible, tener en cuenta las emociones y los sentimientos de la otra persona. ¿Es necesario siempre decir la verdad aunque cause daño? Bueno, ahí, quizás, tenemos que preguntarnos «lo que voy a decir, ¿qué efecto va a tener?», «¿es realmente necesario?».

14:15

Hay una palabra que a mí me gusta mucho que es «sincericida». Es un término que no existe en el diccionario, pero a mí me encanta porque creo que representa muy bien a muchas personas que a veces se vuelven tóxicas. Su manera de hablar, de comunicar o desde el hacer. Aunque todos, como seres humanos, somos imperfectos y todos podemos ser tóxicos en un momento dado, pero sí encuentro que hay personas que, en nombre de la sinceridad, dicen todo lo que piensan aunque no se les haya preguntado. Dicen todo lo que piensan sin ningún tipo de delicadeza, consideración, en nombre de esa verdad y de esa sinceridad. Esas personas son sincericidas y son personas que hacen muchísimo daño. Yo no creo que eso sea una buena cualidad y creo que hay que diferenciarlo de ser sincero. Si tú me haces una pregunta: «Laura, ¿qué piensas sobre…?» o «¿qué sientes sobre…?», sí creo que es importante ser sincero, pero también utilizando un lenguaje respetuoso. Muchas veces, los sincericidas no son respetuosos y aprovechan…

15:30
Leticia Flores. Para humillar, ¿no?

15:31
Laura Rojas-Marcos. Para humillar, para hacer chantaje emocional, para manipular, para hacer daño y se colocan en un lugar de poder. Y eso no creo que sea algo ni positivo, ni constructivo, y de hecho, creo que así te vas a ganar muchos enemigos. Conozco a muchas personas que se han quedado solos o sin amigos por ser sincericidas. Lo cierto es que no hay que decirlo todo. Y creo que es muy importante decir la verdad, pero así como el decir que «no», que está relacionado con la asertividad, hay muchas maneras de decir que no. Uno puede ser agresivo: «no quiero». O puede ser contundente o firme, pero hay muchas maneras de decir lo que uno piensa teniendo en cuenta los sentimientos del otro. El tener empatía y tener la capacidad de ponerse en el lugar de la otra persona.

16:28
Leticia Flores. Con respeto.

16:29
Laura Rojas-Marcos. Con respeto, efectivamente, el respeto es fundamental. Es un tema que me gusta mucho hablar de ello porque no hay convivencia sin respeto, no hay buena comunicación sin respeto, no se puede compartir y convivir sin el respeto. Yo diría que es el ingrediente más importante en las relaciones humanas.

16:54
Leticia Flores. Sí, en todos los ámbitos. Todo esto nos lleva a pensar en que hay momentos en los que ya decimos: «basta, de aquí ya no paso, ya no sigo». Entonces, ¿de qué manera podemos poner límites de forma eficaz en nuestra vida? Sin dañar a las personas que están a nuestro alrededor.

17:15
Laura Rojas-Marcos. Claro, claro. Esto está muy relacionado con la asertividad, el cómo decimos que no, que no quiero, que sí quiero, que esto es importante para mí o por aquí no voy a pasar. Basta ya. Es importante saber dónde está nuestro «basta ya». A mí me preocupa mucho, cuando estoy pasando consulta y estoy trabajando con alguien que no sabe dónde están sus límites, hasta dónde está dispuesto a llegar. Cuando no sabemos dónde están nuestros límites, eso es bastante peligroso, porque somos capaces incluso de ponernos en situaciones muy contraproducentes, dañinas y peligrosas incluso, ya sea para nuestra salud física como para nuestra salud emocional. El poner límites, el saber poner límites a otros es fundamental. Pero no solamente poner límites a otros y que otros nos pongan los límites a nosotros. Qué decir de los propios límites. Cómo nos ponemos a nosotros mismos nuestros propios límites.

18:20

Ahí entramos en un campo que es enorme y bastante ambiguo porque tiene que ver con el diálogo interno. Cómo yo me hablo va a influenciar mucho en mi manera de sentir, mi manera de pensar, en mi manera de actuar. A veces, las personas tienen un diálogo interno sumamente destructivo. Sumamente destructivo e incluso cruel que, incluso si hablaran así a otra persona, se quedarían sin amigos. Y podemos ser muy crueles, no tenemos límites en ocasiones en ese diálogo interno que podamos tener.

19:01

Entonces, claro, ¿de qué estamos hablando? Estamos hablando de proteger, de respetar un espacio, ya sea físico, como emocional, como mental. Todos nuestros procesos cognitivos, la manera en la que pensamos, la manera en la que actuamos. Todo está relacionado y la manera en la que nos relacionamos con los demás a la hora de poner límites a otros. El «no voy a aceptar», «esto no lo voy a permitir»… Tenemos que saber hacer eso porque, si no, nos van a invadir o vamos nosotros a invadir a otros. Al fin y al cabo, como dice ese refrán, nuestra libertad termina donde empieza la del otro, y el compartir ese espacio, el compartir la energía también, es importante para que haya una buena armonía y una buena convivencia.

19:57
Leticia Flores. Los expertos nos habláis de las emociones, que es un tema que se habla mucho ahora, afortunadamente, tanto en educación como en familia. Pero por un lado nos decís que las emociones son reacciones inconscientes, pero, por otro, que tenemos que aprender a controlar nuestras emociones. ¿Cómo podemos aprender a controlar nuestras emociones y cómo pueden influir nuestros pensamientos dentro de ellas?

20:27
Laura Rojas-Marcos. El tema de las emociones, claro, es un tema fascinante, porque cuando hablamos de las emociones, no hay que olvidar que todos los seres humanos somos seres emocionales. Somos seres sociales, somos seres pensantes y todo está conectado desde el pensamiento, desde la acción y desde las emociones. Hay muchísimos tipos de emociones, pero, probablemente, todas se basan y se apoyan en las emociones universales: la alegría, la tristeza, el miedo, el asco, por ejemplo, y la rabia, el enfado, la ira. Nos encontramos con las emociones primarias, que son las universales, y después están las emociones complejas como, por ejemplo, la ansiedad. A menudo, como terapeuta, me encuentro a personas que llegan a mi consulta y que sienten ansiedad, pero no saben que lo que sienten es ansiedad. Tienen dificultad para identificar la emoción. ¿Por qué? Porque no han aprendido de pequeños que ese sentimiento y esos pensamientos unidos lo que les produce es ansiedad. Hay personas, por ejemplo, que sienten hambre pero no saben identificar el sentimiento del hambre. Nuestro cuerpo nos habla, nos hablan nuestros pensamientos y el saber escucharnos, el saber identificar las emociones es un proceso de aprendizaje desde que somos muy pequeños. El saber por qué nos enfadamos, por qué tenemos miedo, a qué tenemos miedo. Todos tenemos miedo, pero a qué tenemos miedo.

22:11

Hay muchos miedos que están asociados directamente a la amenaza básica de la vida, el estar en peligro. Pero hay personas que también le tienen miedo a cosas que a lo mejor no son peligrosas, pero que se han aprendido, porque están esos miedos aprendidos. Dentro de los estudios de las emociones, que es un campo tan interesante, hay una combinación de más de 400 tipos de emociones que se han identificado en los estudios. Y la inteligencia emocional es algo que forma parte de nuestro crecimiento, no solamente que va a afectar nuestra autoestima, sino también cómo nos relacionamos con los demás, cómo nos relacionamos con nosotros mismos. Qué es lo que siento y si yo puedo identificar qué es lo que siento, si estoy contenta, si algo me emociona, si me hace sentir bien, si yo sé diferenciar el sentimiento de serenidad con estar contenta y estar cómoda, a tener ansiedad o estar eufórica. Es importante porque voy a tener una reacción inconsciente o consciente. Eso sí, una de las cosas que se aprenden en el campo de la psicología es que, aunque las emociones son reacciones emocionales desde los sentimientos y pueden ser inconscientes, nosotros tenemos el poder también de provocar determinadas emociones. Podemos cambiarlo y podemos cambiarlo haciendo un cambio de actitud, tomando decisiones y, a veces, provocando un cambio de emociones.

23:57

Si estoy triste y estoy pasando por un momento difícil, la pregunta es ¿qué puedo hacer para sentirme mejor? ¿Qué aspectos me ayudan a sentirme mejor? ¿De qué estamos hablando? Estamos hablando de autoconocimiento. Qué cosas me hacen sentir bien, qué cosas me hacen sentir mal, pero ya sea desde la acción como otras personas. Hay personas que no nos ayudan a sentirnos bien, que a lo mejor nos hacen chantaje emocional y después nos encontramos así un poquito incómodos o tristes o ansiosos, y no sabemos por qué. Mis estudiantes, cuando tienen un examen, están muy ansiosos. Yo intento ayudarles justo antes del examen haciendo un ejercicio de respiración, de concentración, de serenidad, de calmar la mente. Para que ellos puedan hacer su examen desde un lugar quizá más positivo, y animándoles a que todo va a salir bien, porque mi intención, desde luego, no es suspender. Al revés, yo lo que quiero es poder ayudarles y enseñarles.

25:08

Unos padres tienen un papel muy importante con los hijos a la hora de enseñarles a identificar sus emociones. Unos padres que le preguntan a sus hijos: «Veo que estás de mal humor, estás llorando mucho, ¿qué te ha pasado?» es una manera también de enseñarles a pensar, a identificar y a escucharse. Las personas que no se saben escuchar no saben qué es lo que sienten, y a veces van por la vida como a tropezones, a toda prisa, y se vuelven personas reactivas. Y lo importante es desarrollar la capacidad para ser proactivos. ¿Qué puedo hacer yo para mejorar esta situación? ¿Qué puedo hacer yo para conseguir mi objetivo? Y para ello, lo más importante, que siempre recomiendo, es hacer un plan de acción: Qué tengo que hacer, cómo tengo que hacerlo, quién lo tiene que hacer y cuando hay que hacerlo, para obtener un resultado. Para poder llevar a cabo ese plan de acción, necesitamos conocernos, ser personas que sabemos qué sentimos, qué se nos da bien, cuáles son nuestras fortalezas, nuestras debilidades y luego, no olvidar, también, identificar a quién le podemos pedir ayuda.

La familia es la mejor escuela para aprender a manejar las emociones.Laura Rojas-Marcos
26:33

Porque hay que saber también pedir ayuda. No tenemos que hacer las cosas solos, pero sí hay que saber identificar a esas personas que nos pueden ayudar, de esas personas tóxicas que pueden envenenar nuestras emociones.

26:48
Leticia Flores. Yo creo, entonces, por ejemplo con mis hijas, quizás para ayudarles a conocerse más y reconocer sus propias emociones, preguntarles cuando ocurre cualquier cosa. Al tener dos niñas, hay algún momento de conflicto, ver qué ha ocurrido en vez de reaccionar «me enfado y tú castigada», sino más bien preguntarles qué han sentido. Qué han sentido al pasar esto. Esto, un poco, lo he estado desarrollando esta semana con mi hija y me ha gustado mucho. Me ha gustado mucho porque era como… y hemos ido hablando. Era como «no vamos a esperar la reacción del enfado», sino de tratarlo desde la calma.

27:46
Laura Rojas-Marcos. Es que estás hablando de algo muy importante, Leticia. Estamos hablando de hablar, de comunicar, de transmitir mensajes, valores… No solamente qué hay que hacer, sino cómo hay que hacerlo. Como madre, estás enseñando cómo hay que hacerlo, cómo aprender a identificar las emociones y también a identificar las acciones, qué tengo que hacer para poder conseguir x, algo determinado. La comunicación es fundamental y eso se aprende en casa. El lenguaje puede ser verbal como estamos haciendo nosotras, a través de la palabra, pero también es no verbal, desde la mirada, desde el movimiento, los gestos, la posición. Es muy importante, ¿verdad? La sonrisa. Yo siempre pienso que la sonrisa abre puertas y hace que uno conecte con otras personas mucho más rápido, muchísimo más rápido.

28:49

El enseñar a los hijos a comunicarse, pero también a ser pacientes, puesto que no tienen el vocabulario de un adulto y no todo el mundo se expresa igual, todo el mundo tiene sus tiempos. Yo, algo en lo que creo firmemente, algo que me han enseñado porque también me dieron la oportunidad en mi trabajo de crecimiento personal y de autoconocimiento y de ir a un profesional para poder crecer con la intención de poder hacer un buen trabajo, y que además dedicarse a ayudar a otras personas no es algo fácil, es que, por ejemplo, los padres continuamente son profesores también de sus hijos. Pero son también aprendices y alumnos de sus hijos y de ellos mismos.

29:49

Entonces, el aprender a aprender, el ser paciente, el saber cómo enseñar, el dar la oportunidad para poder asimilar la información, practicar, practicar a decir que no. Unos padres que no permiten a sus hijos decir que no o que ganen alguna batallita en un momento dado, no van a dejar tampoco que ellos descubran quiénes son, qué se les da bien, qué les gusta y qué no les gusta. El aprender a hablar, como haces con tus hijas, es darle una, yo creo, que de las mejores herramientas que se le puede dar a una persona. Eso sí, aquellas personas que no lo hayan aprendido o no hayan tenido esa oportunidad de niños, de poder desarrollar esas habilidades, nunca es tarde. Nunca es tarde.

30:42

Todos tenemos la capacidad para poder aprender, más rápido o más lentamente, a través de los libros, a través de documentales, a través del pensamiento, a través de conversaciones, conferencias… Todos podemos aprender a mejorar, a comunicarnos o a comprendernos. O sea, que a pesar de que la vida, a veces, nos ofrece unas cosas y otras no, nunca es tarde. Yo creo que eso es algo que es muy importante. Estamos hablando de esperanza, de tener la capacidad de poder crecer, de poder construir.

31:21

Nunca es tarde. Nunca es tarde y transmitir esa esperanza a los más pequeños o a las personas adultas, es fundamental porque les va a ayudar a adaptarse a los cambios. La vida es cambio y el cambio es vida, todo cambia y nada es inalterable. Vamos cambiando, vamos evolucionando. Estamos en un camino durante X tiempo, intentemos hacerlo de la mejor manera posible. Evidentemente, hay momentos dificilísimos y situaciones traumáticas. Yo creo que todos tenemos nuestros traumas, situaciones que debemos superar. ¿Cómo se supera? Se supera hablando de ellas, compartiéndolo con otras personas que a lo mejor han pasado por algo similar. Algo similar, no tiene que ser exactamente igual. El aprender sobre qué es lo que nos ha pasado y sobre todo el saber qué tengo que hacer para poder pasar página. Todos pasamos por momentos de conflicto. ¿Qué familia, qué entorno o qué ser humano no tiene un conflicto? Ya sea con otras personas como consigo mismo. Es completamente normal. Pero no hay que permanecer en el conflicto. No hay que permanecer en el trauma y tampoco hay que permanecer en el dolor.

32:46
Leticia Flores. Sí, hay personas que yo les digo muchas veces que es como que tienen el látigo consigo mismas y se están machacando, y no consiguen avanzar porque creo que no terminan de perdonarse.

33:02
Laura Rojas-Marcos. Qué bonito lo que acabas de decir porque a mis pacientes les suelo decir muchas veces: «El tipo de trabajo que hago es desde la amabilidad. Ese látigo que has traído, uno invisible, me lo dejas, yo te lo guardo, le pongo tu nombre y ahora vamos a hacer un trabajo desde la amabilidad». Todos tenemos tendencia a criticar, todos queremos sacar lo mejor de nosotros, pero a veces caemos en un agujero de sentimiento de culpa, de angustia, podemos vivir sentimientos de inseguridad o nos enfadamos con nosotros mismos.

33:38
Leticia Flores. De culpa también.

33:40
Laura Rojas-Marcos. La culpa es algo natural y, de hecho, el 97 % de la población, está demostrado científicamente, tenemos la capacidad de sentir culpa. Y es importante poder tener esta emoción. ¿Por qué? Porque el sentimiento de culpa, aunque parezca mentira, es como un barómetro. Nos ayuda a controlar nuestras palabras, a no ser sincericidas, nos ayuda a ser empáticos, a ponernos en el lugar de la otra persona, nos ayuda a controlar nuestras acciones y nuestras palabras, y, sobre todo, a entender que hay consecuencias. El otro 3 % de la población que no tiene capacidad para sentir culpa ni arrepentimiento ni son capaces de reflexionar ni ponerse en el lugar de otra persona, estamos hablando de personas que tienen una psicopatía. Lo cierto es que la psicopatía forma parte también de nuestra vida y, en muchos entornos laborales, en muchos entornos familiares, hay personas que son psicópatas. Son crueles, pueden tener comportamientos perversos, manipuladores emocionales, y pueden llegar a ser muy crueles. Y, a veces, somos nosotros crueles con nosotros mismos con ese látigo. La paciencia, la calma. El autoconocimiento es fundamental y, a veces, necesitamos a un amigo.

35:15
Leticia Flores. Eso quería preguntar, ¿cómo podemos ayudar a esa persona que es importante para ti y lo ves? ¿Cómo podemos hacerlo?

35:22
Laura Rojas-Marcos. El ayudar a otra persona no solamente te da una sensación positiva de ti mismo, está bien ayudar y está bien también ser ayudado. Pero eso sí, no se puede ayudar al que no quiere ser ayudado. Si alguien no te lo permite o te dice que no, eso nos limita mucho. El ayudar a otra persona es ayudar, acompañar, ayudar a crecer, pero no es hacer el trabajo por el otro. El diálogo interno y el aprender a tener una conversación contigo mismo que sea desde un lugar sano y constructivo, que no quiere decir que no haya crítica, porque la autocrítica es algo importante, pero que sea constructiva. Qué puedo hacer para mejorar esta situación o qué tengo que hacer porque tengo que aceptar que no tengo una buena capacidad para llevar a cabo X. Pero si te rodeas de personas que sí se les dan bien cosas que a uno no se le da bien, no solo tienes la oportunidad de aprender y de crecer, sino de hacer también las cosas bien. Sin caer en el perfeccionismo, porque una cosa es hacer las cosas lo mejor que tú puedes y que estén lo más cerca de lo perfecto posible, y otra cosa es ser perfeccionista.

La familia es la mejor escuela para aprender a manejar las emociones.Laura Rojas-Marcos
36:44

La obsesión, ¿no?

36:47
Leticia Flores. Los perfeccionistas caen en un bucle y en una espiral de pensamientos recurrentes, dañinos, donde caen en esa tiranía de los «deberías». Esa lucha consigo mismos, esa comparación donde su yo ideal es lo que tiene que ser, lo que debería ser. Pero su yo real y objetivo no es, y eso produce un dolor tremendo.

37:17

Yo estoy trabajando también con mis alumnos, que son futuros maestros, la parte emocional. Yo doy la asignatura de Creatividad y educación artística. Intentamos contar las cosas de otra forma, a través del juego, a través de la inteligencia emocional, rompiendo estereotipos… Hay una actividad que estamos desarrollando que a mis alumnos les encanta. Y yo, a veces digo no sé si lo estoy enfocando bien. La llamamos «Pasaporte divertido». Yo les pregunto: «Bueno, a ver, ¿qué documentación, qué información de ti tiene un pasaporte o un DNI?». Y todos dicen pues tu nombre, apellidos, fecha de nacimiento… Y les pregunto: «Ese pasaporte o ese DNI, ¿expresa cómo eres realmente? Qué sientes, qué te gusta, qué no te gusta, qué te da miedo… Y dicen: «no», y digo: «pues vamos a intentar fabricar un pasaporte, con el formato que queráis, con todo eso que creáis vosotros que es importante para conoceros a vosotros mismos». Luego no les obligo a que tengan que exponerlo delante de todos, les digo que tiene que ser como un trabajo suyo personal y que, si quieren compartirlo con los compañeros, pues que lo hagan. Y todo esto surgió porque un año, en un grupo de alumnas, eran todos chicas, había conflictos, conflictos que para mí era eran serios. Y yo decía: «algo tengo que hacer, yo no puedo seguir mis clases sin más. Aquí hay algo emocional muy fuerte que, al final, como docente, digo ¿qué puedo hacer?».

39:04

Y pensé en esta actividad del «Pasaporte divertido» sin saber qué podría ocurrir: si podría ir todo a peor o todo lo contrario. Entonces este grupo decidió hablar de su pasaporte. Fue un momento que las unió como grupo, incluso a mí también, donde pudimos llorar, donde podemos reír, donde hubo muchísimos abrazos, palabras de perdón delante de todas: «te quiero pedir disculpas porque no te he tratado como como debería, porque te juzgado sin conocerte y, cuando te he conocido y he visto un poquito más sobre ti, pues he descubierto otra persona». O incluso otras decían: «He encontrado en otra compañera algo que tenemos en común que no sabía». Entonces fue una actividad, yo creo que muy bonita, que incluso algunos compañeros me han llegado a decir: «Leticia, creo que es un tema demasiado delicado, no sé…». ¿Tú qué me recomendarías? ¿Crees que lo estoy enfocando bien?

40:08
Laura Rojas-Marcos. Por supuesto que sí. Yo soy muy partidaria de la creatividad, del juego, de explorar. me gusta la investigación. y creo enormemente en salir de la zona de confort, en aprender a ver las cosas desde otro punto de vista. Eso no deja de ser una aventura y también un riesgo. Las personas que arriesgan son también las que más descubren y las que más, al fin y al cabo, se exponen al fracaso. Hay que ser valiente. Hay que ser valiente. Y yo animo a todo el mundo siempre a explorar, siempre desde un lugar de seguridad y nunca haciendo nada que tú no quieras. Que sientes que no estás preparado, que va en contra de tus principios, tus valores, lo que tú consideras en contra de tu… o que pone en riesgo tu integridad o tu dignidad. Bajo ningún concepto. El decir que no y ser asertivo es importante. Pero de manera voluntaria, como lo que tú has propuesto a tus estudiantes, y que comparta quien quiera compartir, es algo muy sano, es divertido y también ayuda a que las personas conecten desde otro lugar.

41:25

Ahí has dicho algo que es muy importante y que influye mucho en las relaciones personales y también influye en la percepción que tenemos de nosotros mismos que tiene que ver con los juicios y prejuicios. A veces caemos en sentencias, damos por hecho una serie de cosas, y no tenemos la información. A lo mejor, alguien nos recuerda a un amigo del colegio o algún familiar con quien no conectábamos bien y eso nos lleva a relacionarnos con esa persona desde un lugar quizás más distante o más desagradable. El empezar desde cero es algo maravilloso, el perdonar, el pedir perdón, el darse la oportunidad para probar algo nuevo… bueno, es que me parece algo fantástico porque, además, una vida de exploración y dejándose llevar por el espíritu aventurero, siempre desde la responsabilidad, y consciente, no desde la impulsividad, pues hace que sea todo más divertido y que conozcamos a personas interesantes, que conozcamos y descubramos cosas de nosotros mismos, que pueden ser divertidos y nos pueden ayudar en la autoestima. Pero también podemos descubrir las cosas que no nos gustan y que no van con nosotros. Y hay cosas que no tienen por qué caer en el «debería», la tiranía de los «debería»: «Yo debería haber logrado, dicho, hecho esto o no debería haber…». No caer en eso, pero sí el aprender de la experiencia, aprender de los errores, aprender a ser humilde, y la humildad de compartir, y también el aprender a equivocarse y algo que a mí me gusta mucho, y que trabajo también con mis estudiantes, es el aprender a aprender. A veces las personas no se dan la oportunidad… no nos damos la oportunidad de aprender. Damos por hecho: «Yo debería saber esto». De nuevo, entra la tiranía de los «deberías».

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No es así. El aprender a aprender, donde el juego tiene un papel muy importante, no hay que dejar de jugar. No hay que dejar de jugar, de explorar, de ponerse el sombrero de Indiana Jones y salir como un sociólogo, un antropólogo, salir a la jungla. Con tus herramientas y, desde luego, que no sea nada peligroso. Pero a veces tenemos que afrontar el peligro, y el peligro es todo aquello que nos puede despertar un miedo. Por ejemplo, yo siempre animo a las personas a que afronten sus miedos que tienen, por ejemplo, que ver con el miedo a hablar en público. Hay algunos miedos, y esto está muy estudiado dentro del campo de la psicología. Algunos de los miedos más comunes es hablar en público, la altura y el volar son algunos de los miedos más comunes, y la oscuridad. ¿Qué sucede, por ejemplo, con la oscuridad? Y estamos hablando de un miedo a que no vemos lo que hay. Cuando me encuentro con mis sobrinos pequeñitos, que le tienen miedo a la oscuridad…

44:49
Leticia Flores. Mis hijas también.

44:50
Laura Rojas-Marcos. Claro. Es un miedo muy habitual: es el no ver, y forma parte del instinto de supervivencia humano. Lo que no vemos, pues puede que estemos en peligro. Hoy día, estamos en nuestra habitación y la oscuridad no tiene por qué ser peligrosa ni muchísimo menos. Pero bueno, eso nos viene de toda una historia y una evolución. Y claro, ¿de qué tenemos miedo? De lo que no vemos. ¿Qué es lo que no vemos? No vemos el futuro, no vemos lo que hay detrás de, desde el «no sé», desde el desconocimiento, la ignorancia, no sabemos lo que piensa la persona que tenemos delante si no nos lo comunica o verbalmente o no verbalmente con el cuerpo o con la mirada también. Entonces hay muchas cosas que nos producen miedo, pero el aprender a gestionar la emoción del miedo es muy importante. Pero, una vez más, desde la responsabilidad, desde el análisis, no desde la impulsividad. El ser espontáneo está muy bien, pero eso es diferente a ser impulsivo, donde no hay control, donde no hay una gestión y un autocontrol. El autocontrol nos ayuda a sentirnos seguros a saber qué hacer cuándo, cómo y de qué manera. «¿Qué voy a decir primero? ¿Esto o lo otro?». Te ayuda a organizarte, a tener un plan.

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Entonces, el miedo, que forma parte de nosotros y todos tenemos algo que nos da miedo. A veces, nos da miedo expresar nuestras emociones, compartir nuestra vulnerabilidad. A veces me encuentro a personas que le da miedo decir que están tristes porque la tristeza es algo malo, porque es lo que han aprendido, pero la tristeza, el miedo, forma parte de nosotros el aprender….

46:52
Leticia Flores . También he añadido: Me siento triste, no quiero contártelo porque no quiero ponerte triste a ti. Aquí es donde… yo no me voy. Puedo empatizar. Pero es cierto que tampoco puedo…

47:05
Laura Rojas-Marcos. Bueno, hay personas que, es muy curioso que, cuando se sienten tristes, quieren que el otro se sienta triste, los quiere llevar a ese terreno. Y luego hay otras personas que no quieren compartir su tristeza o su miedo o ansiedad porque no quieren contagiar. Son personas protectoras. Y hay otras personas que, curiosamente, lo que sienten es vergüenza. La vergüenza es una emoción autoconsciente. De hecho, en los estudios está muy investigado, hay tres emociones autoconscientes: una es la vergüenza, otra es el sentimiento de culpa y la otra es el orgullo. Y esas emociones autoconsciente son emociones que tienen que ver con la percepción que tenemos de nosotros mismos respecto a nuestro entorno, nuestro conducta… O sea, si lo pensamos, hay una evaluación, una actitud evaluativa respecto a esas emociones. Las personas que, por ejemplo, sienten mucha vergüenza son muy autoconscientes de lo que hacen, de lo que dicen, del por qué lo hacen y por qué lo dicen. Están preocupadas también con lo que piensan otros y, a lo mejor, no se paran a pensar en lo que piensan ellos, qué es importante para ellos. Hay personas que son muy orgullosas, y el orgullo no hay que confundirlo con el amor propio. El amor propio está más vinculado o asociado al autorrespeto. No es poner a otra persona… Quererte es algo sano, es bueno, es cuidarte, es como cuidar tu casa. Tu cuerpo, tus emociones, qué te produce bienestar y qué no. Pero cuando hablamos a veces de orgullo, el orgullo negativo es más… como con un aire de superioridad… Las personas muy orgullosas siempre sienten que tienen la razón, no piden perdón, no son humildes, y eso también les aísla mucho, porque no se sienten cómodos con su vulnerabilidad, con su dolor o incluso con su propio sentimiento de fracaso. Porque lo cierto es que muchas personas orgullosas consideran que ellos siempre están en lo correcto y que no se equivocan. Y ahí hay un error, porque nadie es perfecto.

49:35
Leticia Flores. Es cierto que el tema de la oscuridad es algo que creo que es muy común en muchos niños. En mi propia casa también ocurre. Hay momentos en los que mis niñas de repente empiezan a decir: «Es que tengo miedo a la oscuridad». Y la solución que he encontrado ha sido buscar un muñequito con luz muy bajita y con eso he conseguido que ellas puedan dormir con más calma y que no me digan que tienen miedo a la oscuridad y se despierten muchas veces.

50:04
Laura Rojas-Marcos. Claro, lo cierto es que el miedo a la oscuridad es uno de los miedos más comunes del ser humano, sobre todo, en la infancia, aunque hay muchos adultos que también le tienen miedo a la oscuridad. ¿Qué hacer por ejemplo para poder ayudar a los niños a afrontar ese miedo a la oscuridad? Pues eso qué estás haciendo: tener un muñequito, algo con un poquito de luz. Lo que produce miedo en el niño es la oscuridad per se, es el no ver. Para poder ayudar a los niños a superarlo, no solamente el tener una mantita o algo donde se sienten seguros o un muñequito, una luz, es también enseñarles que, cuando no ven… O sea, apagar todas las luces, estar con ellos y explicarles que lo que no ven no quiere decir que cambie con la oscuridad. Enciendes la luz, ven dónde están sus juguetes, su camita, sus libros, y todo está en el mismo sitio que cuando está la luz apagada. A veces, lo que produce miedo de la oscuridad son las sombras, pero para las sombras se puede utilizar el ejemplo de las nubes. El jugar con los niños en un jardín mirando en las nubes qué es lo que ves es una manera de demostrarles que tienen imaginación y que, a veces, nuestra imaginación, que nos puede servir para jugar y puede ser divertido, también nos puede traicionar un poquito. Entonces el aprender a encender y apagar la luz, el asegurar: «No hay nada, no tiene por qué darte miedo, estás en un sitio seguro, que sencillamente que no haya luz, no quiere decir que las cosas se muevan, los monstruos no existen. No existen, están en nuestra imaginación», y, sobre, todo el transmitir seguridad. Eso es lo que más nos ayuda a todos, independientemente de la edad, a superar cualquier tipo de miedo: la seguridad.

52:05
Leticia Flores. Algo que has comentado antes y que he leído en alguno de tus libros es un término, que a mí me ha llamado especialmente la atención, que es la tiranía de los «debería». Me gustaría que pudiera comentarnos algo más sobre esto.

52:20
Laura Rojas-Marcos. La tiranía de los «debería» es un concepto interesantísimo que estudió una psicóloga muy famosa que se llama Karen Horney. Explicaba que muchas veces el ser humano cae en una competición consigo mismo o con otra persona. ¿Qué es la tiranía de los deberías? Pues es caer en eso, en debería haber sido, debería haber logrado, debería haber dicho, o debería no haber hecho, no haber dicho. Si lo identificamos con uno mismo, entonces este es mi yo ideal. Lo que yo debería ser, y este es mi yo real y estoy compitiendo. Las personas que viven en la tiranía de los «debería» siempre se sienten que no llegan, que no son suficientes. Suelen sentir una profunda frustración permanente. No se sienten satisfechas, siempre sienten que pierden. Yo siempre pongo el ejemplo de que es como que hacen una carrera consigo mismas y quedan segundas.

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Pero también la tiranía de los «debería» se utiliza para manipular, para controlar o provocar malestar en el otro. Si yo ahora empiezo a decirte: «Tú deberías haber sido, deberías haber sacado mejores notas, deberías haberte puesto…». «Deberías…» Todos esos deberías realmente lo que están resaltando es lo que no tiene la otra persona. A veces, en dinámicas de comunicación, ya sean familiares o laborales, entre las personas, las personas utilizan la tiranía de los «deberías» para hacer chantaje emocional, para controlar. Lo cierto es que también hay que decir que en el proceso de aprendizaje, cuando cometemos errores, ahí aprendemos y ahí entra el lenguaje de las tiranías: «Debería haber hecho esto de manera diferente», «La próxima vez voy a hacer esto de otra manera».

La familia es la mejor escuela para aprender a manejar las emociones.Laura Rojas-Marcos
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Esa tiranía… o ese «debería» no es tiránico. Forman parte de un proceso de aprendizaje, de hacer las cosas de manera diferente. Lo que no sabía antes, ahora lo sé y ahora lo voy a probar de manera diferente. Voy a usar la creatividad e incluso el juego si hace falta. Pero la tiranía de los «deberías» nos machaca la autoestima, nos asusta, alimenta el lobo del miedo. Nos posiciona en un lugar donde nos sentimos que somos un fracaso, que no somos suficientes, que no estamos a la altura. Hay que tener muchísimo cuidado con la tiranía de los «debería» porque daña. Es como una una apisonadora, destructora. Nos puede dejar totalmente destruidos, con niveles de ansiedad muy agudos e incluso nos puede llevar a la depresión. Entonces hay que diferenciar entre la tiranía de los «deberías» y el proceso de aprendizaje de «lo que debería haber hecho es esto y lo voy a llevar a cabo en el futuro» de manera constructiva.

55:44
Leticia Flores. Hablando de las emociones, algo que también puedo observar con otras familias que hay alrededor es el tema de la timidez. Incluso también conozco a niños que son muy muy tímidos. Pero a mí me gustaría preguntarte, Laura, ¿cómo pueden esos padres y madres ayudar a los niños que son especialmente tímidos?

56:10
Laura Rojas-Marcos. La timidez yo diría que está muy relacionada, uno, con sentimientos de vergüenza, sentimientos de autoconsciente, como que tú percibes y te sientes en un lugar y necesitas un tiempo para adaptarte al entorno. Todas las personas tenemos yo creo que un puntito de timidez. Yo lo tengo, yo necesito mi tiempecito para hacerme a un espacio. Y uno puede tener las herramientas para encontrarse y relacionarse con personas que no conoce o hacerse con un lugar desconocido, fuera de tu zona de confort. La timidez es algo que es muy habitual y todo el mundo tiene un proceso de habituación de adaptación al entorno y a personas diferentes. Hay un libro que a mí me gusta mucho de una gran psicóloga que se llama Pilar Varela que escribió un libro que se llama ‘Tímidamente’. Entonces, claro, hay distintos grados de timidez. Hay personas que tardan muchísimo tiempo en poder hacerse al entorno, incluso a la hora de hablar y compartir. Sienten mucha vergüenza, incluso a veces caen en una fobia social, que es posible. Ahora, ¿cómo poder ayudar a personas, ya sean niños o adultos? Pues, poco a poco, dar herramientas. Por ejemplo, en un entorno donde haya muchas personas, una persona tímida, yo siempre les recomiendo: si no quieres tener el foco de atención puesto en ti, porque las personas tímidas no les gusta, se sienten bastante incómodas, el tener el foco de atención, llamar la atención, pero tampoco te quieres aislar y necesitas hacer amigos o contactos o establecer una conversación.

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Hay un gran ejemplo, y algo que ayuda mucho es hacer preguntas y dejar que el otro responda. Si tú haces preguntas, tú estás participando en un entorno. Estás hablando pero no está el foco puesto en ti, entonces es como que le ofreces el foco a otra persona. Eso son maneras de gestionar la timidez. Intentas, a lo mejor, pues hablar más con una persona de tú a tú, como estamos nosotras. Hay personas que sienten demasiada timidez para hablar en público y se sienten más cómodos con grupos más pequeños. El problema está en que a veces las personas no son pacientes a la hora de enseñar a los hijos o a los estudiantes, no son pacientes.

59:02
Leticia Flores. Es como empujarlos a quitarles… Queremos empujar para que venzan ese miedo.

59:07
Laura Rojas-Marcos. Claro, vencer el miedo es algo que todos tenemos que pasar por ahí. Pero hay algunas personas que necesitan ir pasito a pasito. Y, claro, ahí la clave está en identificar cuál es el primer paso, cuál es el segundo y cuál es el tercero. El sobreproteger, hay que tener cuidado con eso porque solamente va a llevar a que una persona sienta cada vez más miedo. Si no empujas un poquito… Y también reforzar positivamente: «Oye, qué bien lo has hecho. Mira lo has intentado. Vamos a intentarlo de nuevo». No todo se consigue a la primera.

59:46
Leticia Flores . Bueno, Laura, muchísimas gracias. Ha sido un placer enorme poder estar hoy aquí contigo.

59:51
Laura Rojas-Marcos. Muchísimas gracias a ti. La verdad es que lo he pasado muy bien. Ha sido un verdadero placer. Gracias.