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Lo que África me enseñó

Jorge Muñoz

Lo que África me enseñó

Jorge Muñoz

Pediatra y escritor


Creando oportunidades

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Jorge Muñoz

Jorge Muñoz es pediatra y escritor, que ejerce desde hace tres décadas en Palma de Mallorca. Acaba de publicar el libro ‘Doctor, ¿y ahora qué? Preguntas que solo le harías al pediatra de tus hijos’, como resultado de su experiencia y paciencia ante las dudas más frecuentes sobre el cuidado de los pequeños. “Atragantamiento y fiebre” siguen siendo las preocupaciones comunes entre dos generaciones de padres, cada vez más abrumados por un exceso de información sobre la crianza. La lactancia materna, el neurodesarrollo, los cólicos o saber diferenciar entre un llanto por una rabieta y un problema de salud son algunos de los temas que recorre a través de sus páginas, con el objetivo de tranquilizar a los padres.

Pero su experiencia no se limita a la consulta en Baleares. Desde hace 10 años colabora como pediatra en la República de Chad a partir de su primera vista al “corazón seco de África”. Como fundador de la organización Ayuda al Chad contribuye a visibilizar los problemas sanitarios y humanitarios que asolan la región. “Mucha gente me ha preguntado: ‘Jorge, ¿por qué vais? Si allí mueren todos’. Pues no es verdad, no mueren todos. Si con los pocos medios que tienes, consigues no perder a un pequeño, este crecerá y tendrá hijos, que crecerán… La expresión "salvar vidas" me parece muy arrogante: nadie es quién para salvar vidas. Pero sí puedes ayudar a que continúen. Siempre hay esperanza”, concluye el doctor.


Transcripción

00:11
Ámbar Muñoz. Hola, Jorge. Me llamo Ámbar y es un placer estar aquí como tu hermana y como madre de cuatro niños para los que, además de su tío, eres su pediatra desde que nacieron.

00:25
Jorge Muñoz. El honor es mío.

00:26
Ámbar Muñoz. Te voy a hacer la pregunta que nos hacemos muchísimos padres. Llevas décadas ejerciendo tu profesión. ¿Hemos cambiado mucho los padres de ahora con respecto a los de hace 30 años?

00:40
Jorge Muñoz. Sí, se cambia. Es verdad que yo llevo en la profesión viendo a pequeños desde hace ya 30 años, como decías tú. Ya he visto dos tipos de padres. Una generación que la que, para mí, es la primera como padres, y la segunda generación. Hemos cambiado. Y digo «hemos cambiado». Me incluyo en el grupo. ¿Por qué? Porque ahora tenemos un exceso de información. Ahora queremos todo para ayer. ¿Qué quiere decir esto? La información que ahora tenemos… Hablo de los papás y mamás que me vienen a ver con veinte y muchos, treinta y pocos años, algunos ya con 40. Tenemos tanta información, es un tsunami de información. Y cuando pasa este tsunami de la información delante de un pediatra te deja una marejada, hablando en términos marítimos. ¿Y esta marejada qué son? Dudas. ¿Qué sucede con la primera generación? Que no había tanta información. Creo yo que escuchaban más al pediatra. No digo que ahora escuchen menos, pero que lo pueden llegar a poner en duda, muchas veces, lo que podamos decir a la generación. La anterior, como digo, se dejaba guiar. Y yo creo que este es el mensaje que debe quedar a los papás y a las mamás de ahora. Que se dejen guiar por un profesional, porque tanta información puede llegar a ser perjudicial.

01:50
Ámbar Muñoz. Al hilo de lo que comentas, los padres primerizos son los que más preguntas te hacen al llegar a su consulta. Tienen muchísimas dudas. ¿Cuáles son las preguntas más frecuentes que te suelen hacer?

02:02
Jorge Muñoz. Hablando un poco de las dos generaciones de familias, hay algo en común con las dos, las dos generaciones de padres y madres, que son la fiebre y el atragantamiento. Por razones obvias, ¿no? Explicamos… Yo, al menos, explico que la fiebre no es tan mala. Es cierto que la fiebre te puede impedir o te impide comer bien. En los niños, dejar de beber, lo cual preocupa más. Que un niño no coma por fiebre no me preocupa, pero que deje de beber sí. Y el malestar que te da la fiebre. Pero la fiebre está ahí como una herramienta natural para aumentar la temperatura del cuerpo y atacar a los bichitos, como les explico yo a los niños en la consulta. Y el atragantamiento, por razones obvias, y más ahora que se utiliza más lo del «baby-led weaning». Es un modo de introducir la alimentación complementaria a trocitos, que el pequeño maneje el alimento, que no sea todo en puré. En este sentido sí que hay preocupación por el atragantamiento. Y con la generación actual también hay… Se le da mucha importancia a las alergias. ¿Por qué? Porque ahora estamos viendo, y la sociedad lo sabe, vemos muchos niños asmáticos, vemos muchas más alergias que antes, vemos muchas más dermatitis atópicas, los problemas de la piel. Y esto es por la llamada «teoría de la higiene». La naturaleza vuelve a ser sabia y, debido a intentar proteger tanto a los pequeños, que todo esté tan limpio, que no se manchen tanto, que no se tiren tanto al suelo, que no se suban tanto a los árboles, cosa que yo discrepo, y apoyo todo esto que acabo de decir… Entonces, la teoría de la higiene ha hecho que la naturaleza nos lleve hacia otro tipo de enfermedades inflamatorias, como son estas, las enfermedades atópicas. Entonces, las alergias sí que es algo de lo que ahora se pregunta mucho, porque la incidencia, es decir, el número de casos, son mucho mayores ahora que antes. Entonces, con los de ahora, alergias; en común, fiebre y atragantamiento.

03:50
Ámbar Muñoz. Ahora que sacas el tema de los alimentos sólidos, sí que es verdad que, como padres, cuando tu hijo va creciendo y, de repente, llega el momento de introducir los alimentos sólidos, siempre te entra la duda: ¿Será pronto? ¿Será tarde?

04:03
Jorge Muñoz. Claro.

Lo que África me enseñó. Jorge Muñoz
04:04
Ámbar Muñoz. Con el tema de gluten, el pescado, el huevo y lo que comentas tú, con las alergias. ¿Qué recomiendas tú? ¿Qué nos recomiendas?

04:12
Jorge Muñoz. Bueno, en este sentido, las sociedades importantes, la Asociación Española de Pediatría, la sociedad de gastroenterólogos a nivel internacional, incluso han llegado a discrepar a medida que pasa el tiempo. Pero hay cosas en común. Es cierto que, como la lactancia materna, empezando desde el principio, no hay nada. Hasta el sexto mes de vida, si se puede, en exclusiva. Pero claro, no todo es precioso ni el cielo es azul siempre. Hay muchos condicionantes que pueden hacer que una mamá no pueda dar el pecho exclusivamente hasta los seis meses. Tampoco hay una edad para dejarlo. Estoy hablando solo de la lactancia materna. Muchas veces me dicen: «Jorge, es que la OMS recomienda hasta los dos años». Como si se lo das hasta los tres o hasta los cuatro años. No hay problema. Esto es una decisión de dejarlo entre la madre y el pequeño o la pequeña. A la hora de introducir alimentos, es obvio que hay que hacerlo poco a poco por el tema de lo que hablábamos antes de las alergias. Yo, por ejemplo, el gluten lo introduzco a partir del sexto mes de vida. Alimentos, como el huevo, empiezo con la yema al octavo mes de vida. Luego la clara al año. En el tema de la leche entera de vaca, si hay que darla, por ejemplo, a partir de los 12 meses. Luego hay otros, las legumbres famosas, que siempre nos preguntan. A partir del noveno o décimo mes. Básicamente, a partir del año, yo soy de los que dicen que se le puede dar de todo menos el marisco. Con esto, con el marisco, hay que tener un poquitín de cuidado. Yo lo introduzco a los dos años. Pero no estoy en posesión de la verdad. Yo sigo guías y, como siempre, la pediatría es un mundo de la medicina donde, incluso entre los profesionales, puede haber distintos modos de ver la introducción de alimentos, de ver, incluso, los diagnósticos, de ver, incluso, tratamientos. Pero en general, lo que acabo de decir en cuanto a la introducción de alimentos es lo que yo veo más acertado.

05:50
Ámbar Muñoz. Has hablado de la lactancia materna. Hay madres que no pueden dar el pecho, para las que no es una elección. No hay otra opción. No puedes dar el pecho.

06:00
Jorge Muñoz. Es cierto.

06:01
Ámbar Muñoz. ¿Qué les dirías? Porque muchas de ellas se sienten culpables.

06:06
Jorge Muñoz. Así es. Muchas, no. Pues casi todas. Es verdad que entre los consejos que ya te están dando durante el embarazo, las matronas que hacen un trabajo extraordinario, la sociedad en sí. La famosa culpabilidad. Te pueden hacer sentir culpable de que si no le das el pecho eres una mala madre. Sobre todo, este tipo de decisión, si le doy el pecho o no, suele aparecer al poco de nacer el bebé. Al poco quiero decir que todavía las hormonas en los cambios hormonales tan potentes que hay cuando nace tu pequeño, tu pequeña, que te entristece, la famosa depresión postparto. A todo esto se acumula el sentimiento de culpabilidad tan terrible. Pues yo les tranquilizo. Les suelo decir que estén tranquilas, sobre todo que disfruten del bebé. Siempre lo intentamos. Estas conversaciones… Yo les reviso cada semana, porque veo por dónde pueden ir los tiros. Hablamos desde mamás que, por enfermedades que han aparecido repentinas, no le pueden dar el pecho. Hablamos de mamás donde, por tema laboral, tampoco les es posible o han de dejarlo. Hablamos de madres donde simplemente les estresa o tienen mastitis de repetición. Esto son infecciones del pecho que les es extremadamente doloroso. Ven que el bebé no para de llorar porque se agarra a la madre o se aparta. Es decir, es complejo. Yo hablo siempre de abanicos y mis consejos son siempre en abanico. No sigo una línea recta. Y el abanico significa escuchar. Es muy importante escuchar cómo está esa madre en casa, cuál es su situación social, laboral, incluso psiquiátrica o psicológica. Que no es fácil. Y como vivimos en un mundo, para mí, mal llamado «desarrollado», entonces podemos… Hay otras herramientas. Como es la lactancia artificial que, por supuesto, si hace falta, echaremos mano de ella; o la lactancia mixta, donde podemos compaginar la lactancia materna con lactancia artificial. Pero, sobre todo que se relajen, que dejen ese saco de culpabilidad fuera y que me echen a mí la culpa de todo. Que si en la familia hay alguien diciéndole: «Es que no lo estás haciendo bien, es increíble que no le des el pecho». «Jorge me ha dicho que esté tranquila, que hay más opciones». Entonces para mí eso es muy importante. ¿Por qué? Porque el tiempo vuela, el tiempo pasa rápido. El bebé… El momento del bebé va a pasar rápido y es muy bonito disfrutarlo. Y si lo «maldisfrutas» porque no estás haciendo o crees que no haces bien al no dar el pecho, no merece la pena. Así que, sobre todo, culpas fuera, hablar con el pediatra, que es la persona que mejor te puede aconsejar.

08:37
Ámbar Muñoz. Yo cuando presencio este debate entre diferentes madres, siempre les cuento que yo descubrí una tercera variable con el nacimiento de mis hijos gemelos, que fueron grandes prematuros, como sabes. Y, bueno, a ellos yo no les pude dar el pecho por circunstancias… Porque yo estaba también mal…

08:59
Jorge Muñoz. Muy mal.

09:00
Ámbar Muñoz. Y recibieron leche materna donada.

09:05
Jorge Muñoz. Claro.

09:06
Ámbar Muñoz. Y para mí fue un regalo. Jamás nadie me había enseñado que eso existía. De hecho, siempre digo que nadie te enseña a ser madre antes de tiempo. Y me pareció un acto de generosidad increíble. Entonces, cuando veo a madres hablar sobre el tema de si es mejor o peor, pues yo digo: «Pues en mi caso es que recibieron la leche de otras madres que fueron muy generosas».

09:26
Jorge Muñoz. Respecto a los bancos de leche materna, me encanta que hayas sacado el tema porque es algo como muy… Yo creo que es algo desconocido. Las mamás enseguida me hablan de pasar a la leche artificial, que en ocasiones, por supuesto, hay que hacerlo. Pero que se hable de bancos de leche materna, que hables de generosidad, esa es la palabra. Son litros y litros y litros de leche materna que otras mamás se extraen con el trabajo que eso lleva para que bebés como mis sobris, tus hijos, puedan ser sacados adelante con su sondita nasogástrica en el momento en que ya respiratoriamente están mejor y se les puede dar esta leche mágica por el tubo nasogástrico. Entonces es algo a lo que yo creo que se le debería dar más publicidad, ¿no?

10:12
Ámbar Muñoz. Así es. Y nosotros tenemos dos claros ejemplos corriendo por casa. Has hablado antes de dos generaciones y nos vamos a ir a las abuelas y cómo antiguamente curaban los cólicos con anís, con manzanilla…

10:31
Jorge Muñoz. Sí.

10:32
Ámbar Muñoz. Ahora, bueno, la ciencia no recomienda tratarlos así. Cuéntanos un poco qué son los cólicos y cuál es su tratamiento, cómo tenemos que tratarlos.

10:44
Jorge Muñoz:. Pues mira, es verdad. A las abuelas, con mucho cariño, en este sentido tampoco hay que criticarlas. Que sé que no es una crítica, en el sentido de que saben y han sabido mucho y han sacado familias numerosas adelante con pocos medios y con poca información. Un poco lo que hablábamos antes. Pero está claro que ahora ya los cólicos de lactante no hay que tratarlos con anís, porque, si se abusó mucho del anís en mi generación, puede ser que algunos hayamos quedado como hemos quedado. Pero bromas aparte, es cierto que la causa de los cólicos se desconoce. El cólico de lactante que aparece entre cerca del mes de vida y se puede alargar, en los peores casos, hasta los cuatro meses que ya no continúan, sí es cierto que es muy incómodo para los padres y, por supuesto, para el bebé. Todos sabemos que son esos llantos intensos al final del día, que no los puedes reconfortar, que por mucho que los pasees, que los cojas, lloran desesperadamente… Vamos, como que no hay solución. Y claro que hay solución. Se desconoce la causa. Como digo, hay muchos estudios. Se habla desde hormonas hasta más frecuentes de psicosocial. Hay estudios psicosociales donde parece que son más frecuentes en los padres y madres primerizos, porque reciben ese nerviosismo de los papás y ese nerviosismo que perciben de los papás y las mamás, pues alargan el tiempo del cólico, inmadurez digestiva, incluso reflujos. A los pequeños la puerta entrada al estómago no se les cierra bien del todo por inmadurez y la leche sube con esta acidez que tanto les molesta. O sea, es un cúmulo de cositas. Y el tratamiento, aparte de saber escuchar a los padres, insisto, la empatía entre el médico y el… Entre el médico y la familia, entre el pediatra y la familia, es terapéutica. Aparte de saber escuchar a estos papás que te vienen tan preocupados en la revisión del mes de vida por el pequeño, es explicarles que esto va a pasar, decirles que hay varios modos .Están la medicina homeopática, por ejemplo. Hay casos en pediatría que funcionan muy bien. Yo, de hecho por supuesto que utilizo la medicina actual, tradicional, la de siempre. Si hay que dar un antibiótico lo voy a dar, si hay que dar un antitérmico lo voy a dar, pero en ocasiones, por ejemplo, con los cólicos, a mí me funciona muy bien lo que es la medicina homeopática. También va muy bien la fisioterapia, la osteopatía. Son masajitos donde un buen profesional con masajitos que enseñan a la familia, en la barriguita de pequeño, incluso a nivel cervical, les va a ayudar. Un consejo muy importante que doy es que si de los dos, papá y la mamá, o las dos mamás y los dos papás, uno de ellos se pone muy nervioso con el llanto, aconsejar que se vaya a dar una vueltecita. No pasa nada, que el que más aguante se quede con el pequeño. Esto ayuda mucho. A nivel de posibles intolerancias, al principio si ves que no mejoran, pues hay que valorar a ver si resulta que tiene alguna intolerancia a la proteína de la leche de vaca. Aunque se le dé leche materna, sí es cierto que si la mamá toma leche, la proteína de la leche que la mamá está tomando puede pasar por su leche materna al bebé. Si es leche artificial, hay unas leches preparadas hidrolizadas para que no les moleste tanto la barriguita. Pero insisto, es tranquilidad. Los probióticos son muy importantes también, se me olvidaba. Hay muchos probióticos en el mercado. Demuestran su eficacia en el cólico del lactante. Y, sobre todo, dejar el mensaje a la familia de que es totalmente benigno, que no hay un problema serio detrás… ¿Y que les preocupa mucho? ¿Que insisten? Que siempre acudan al pediatra, que estamos ahí para tranquilizarles, para valorar al pequeño y, con el paso del tiempo, se darán cuenta de que son benignos, de que no hay que echar mano del anís, que hay otras terapias y que, al final, ojalá en la vida de ese pequeño, cuando vaya creciendo todo hubieran sido los problemas del cólico del lactante.

14:25
Ámbar Muñoz. Lo que es cierto es que, cuando un bebé llora desconsoladamente, al final, como padres, nos preocupamos. No nos pueden decir qué les pasa, dónde les duele. Es difícil interpretar esos llantos. De hecho hay niños que llegan hasta a desmayarse por llorar mucho. Entonces como padres, ¿cómo podemos distinguir ese llanto por algo grave de una llamada de atención que pueda tener un niño?

14:48
Jorge Muñoz. Cuando hablas de que pueden llorar hasta desmayarse, creo que me estás hablando de los famosos espasmos del sollozo. Es una palabra médica que los papás empiezan a conocer cuando sus pequeños comienzan a hacerlo. El espasmo del sollozo es una situación de los peques donde se puede empezar a ver a partir de los 10 meses de edad hasta los dos años, es lo más frecuente. Algunos pueden alargarse en el tiempo hacia los tres o cuatro años de edad, donde ya es casi imposible que suceda. ¿En qué consiste? Pues que el pequeño o la pequeña se da un golpe o un susto repentino o incluso en el momento de la vacunación. Y este dolor repentino hace que lloren y como que ya no cogen aire o incluso pueden llegar a cambiarles el color de los labios, tornarse un poco azulado, incluso desmayarse. Imagínate si esto sucede en casa después de un golpe. De nuevo, volvemos a la tranquilidad hacia los padres. Esto es totalmente benigno. Incluso si llegan a desmayarse porque no pueden respirar, se van a recuperar bien. No va a haber una falta de oxígeno en el cerebro. No va a tener consecuencias neurológicas a corto y medio plazo. Lo que sí que es verdad es que los niños y las pequeñas son… Iba a utilizar un taco, pero son muy…

16:03
Ámbar Muñoz. Listos.

16:03
Jorge Muñoz. Malotes o muy cabritos en el sentido de que pueden llegar a manejar esto. Saber que con los dos años de edad es cuando empiezan las rabietas famosas. Cuando realmente, si quieren algo, pueden llorar intensamente hasta conseguirlo. Y estos niños, ya con dos años o dos y medio, llegan a aprender el modo de desmayarse ellos voluntariamente. ¿Qué quiero decir con esto? Que hay que saber… En este sentido, hay que saber educar a este pequeño. Que los padres no le consientan todo porque va a acabar llorando, incluso va a acabar desmayándose por su propia cuenta. Entonces estos padres, tanto si se desmayan como si no, tienen que… El entorno que cuida a este pequeño: La guardería, los abuelos, los tíos, los vecinos, hermanos, tal, que sepan que pueden llegar a hacer esto para conseguir algo. Hay un momento en la vida de estos niños que fisiológicamente, de modo natural, por mucho que intenten desmayarse, no lo van a conseguir. Las arterias empiezan a ensancharse, las venas también y, entonces, por muchas rabietas que se cojan, ven que ya dejan de conseguir lo que buscan. Creo que te referías a esto. ¿Una llantina? Pues ahí volvemos a la educación. Es muy complicado educar. Para mí es la peor parte. Está el tema médico de unos padres como primerizos que son, pero luego el tema educativo para mí es todavía más complejo, porque se alarga hasta bien avanzada, creo yo, la adolescencia. Y en este sentido, sí que por mucho que cojan llantinas, como dices, por mucho que cojan rabietas o por mucho que lleguen a tener espasmos de sollozo que, incluso de modo voluntario, pueden perder el conocimiento, hay que ser estrictos con ellos. Y saber siempre llevar, no como se hacía antes, ni como ahora, que creo que se sobreprotege mucho a los niños, demasiado, dejar a los pequeños a que aprendan lo que es la aceptación. Que no van a conseguir todo de un modo tan fácil y hay que saber aceptar un «no». La palabra «aceptación» a los adultos nos cuesta mucho y a las últimas generaciones creo que más. «Aceptar» significa que, si pierdes el autobús, acepta que lo has perdido, no te rayes y esperas al siguiente autobús. O si pierdes un avión, no te preocupes, ya habrá otro o ya habrá otro modo de volar. Y a los jóvenes de ahora creo que se les está dando todo demasiado fácil. Hablo desde ya de la edad preescolar. Y esto va a llevar a que puede que, siguiendo este camino, formemos adultos caprichosos. Y yo creo que esto es lo que no es conveniente. Si un adulto llega a ser caprichoso es porque quizá cuando era pequeño no le enseñaron la palabra «aceptación».

18:28
Ámbar Muñoz. ¿Con la fiebre puede pasar algo parecido? Cuando se tiene una fiebre muy alta…

18:33
Jorge Muñoz. Sí.

18:34
Ámbar Muñoz. En niños pequeños.

18:35
Jorge Muñoz. Sí, porque en tu casa ha sucedido.

18:38
Ámbar Muñoz. Sí. Lo pasé.

18:40
Jorge Muñoz. Lo sé.

18:40
Ámbar Muñoz. Y lo estás explicando y me ha recordado. Me parece interesante.

18:42
Jorge Muñoz. Sí, me estás preguntando sobre las famosas convulsiones febriles. La fiebre, como decíamos al principio de la charla, es algo natural que, por supuesto, puede ser, y de hecho es bueno, para que se peleen contra los organismos. Y hablábamos antes de que la fiebre sí que te crea un malestar que tiene sus consecuencias. Por eso hay que tratar la fiebre. Pero el tema de las convulsiones febriles es otra historia. Las convulsiones febriles también se dan en los jóvenes y es una situación de que, por una subida brusca de temperatura, convulsionan. Es muy parecido a un ataque epiléptico, que no tiene nada que ver. Y, por supuesto, se pierde el conocimiento. Pero se pierde el conocimiento durante uno o dos minutos. Afortunadamente, la mayoría de las convulsiones febriles se llaman «convulsiones simples» por esto mismo. Luego están las complejas, que son más raras, que duran más de cinco minutos, 10 minutos. Y en estos casos, cuando sucede por primera vez, literalmente, los padres creen que el pequeño se está yendo, está muriendo, porque es duro ver cómo tu pequeño convulsiona por fiebre. Pero también, luego, como pasa con la pediatría, los niños se recuperan en pocos minutos y, a veces, en menos de un minuto, y al ratito vuelven a jugar. Pero, por supuesto, en estos casos hay que acudir al hospital para que vean el origen de la fiebre y para que tranquilicen a las familias. Porque de tres niños que tienen una convulsión febril, de esos tres, uno puede volver a tener otra. Es decir, el 33 %. Si te ha pasado por primera vez con tu pequeño, tienes posibilidades de que vuelva a suceder. Y entonces como que aprendes, que empiezas a preguntar y gente alrededor tuyo tiene familia cercana a la que le ha pasado esto. Insisto, no tiene nada que ver con la epilepsia. No hay ningún problema neurológico a corto-medio plazo y son bastantes frecuentes.

Lo que África me enseñó. Jorge Muñoz
20:20
Ámbar Muñoz. Otra de las cosas que nos preocupa a los padres, y seguro que atiendes a muchísimos padres en tu consulta con este tipo de preguntas, es: «Oye, doctor mi hijo no gatea, no balbucea, creo que no escucha bien». Siempre como que estamos preocupados porque nuestro hijo tenga algún tipo de trastorno del neurodesarrollo, ¿no?

20:41
Jorge Muñoz. Sí.

20:41
Ámbar Muñoz. ¿Y en qué momento tenemos que estar alerta realmente? ¿Cuándo…?

20:46
Jorge Muñoz. Entiendo.

20:47
Ámbar Muñoz. Porque sí que es cierto que hay que estar pendiente, ¿no?

20:50
Jorge Muñoz. Sí. Hay que estar pendiente, pero sin que eso… Volvemos al paso del tiempo. Sin que eso sacrifique el disfrutar del pequeño en ese sentido, porque a veces buscamos donde no hay. Y eso también es importante dejarlo claro. El pediatra… Para eso están las revisiones del niño sano, que son superimportantes. Si un profesional sanitario sabe lo que es normal, distinguirá rápidamente lo que es patológico, lo que es enfermedad. Y con el desarrollo neurológico sucede lo mismo. Son importantes las revisiones, es importante preguntar a las familias. En la revisión de los cinco meses, por decirte algo, tampoco me quiero extender. Preguntar si ya intenta girarse o lo hace, incluso, cuando está bocarriba. Es importante preguntar si ya se queda sentadito solo si le colocas tú. No es que se tenga que sentar solo, pero si se queda sentado solo con ocho meses de edad. Preguntarle si intenta gatear, que el tema del gateo es otra situación en la que podemos extendernos un poco. Si intenta gatear con 10 meses de vida, que no todos los bebés tienen que gatear, que quede claro. Si a los 10 meses de edad ya se quedan agarrados a los muebles y se desplazan. El tema del habla cuando empiezan a decir palabras. Esto es muy importante. Si el pequeño está creciendo en una familia donde se hablan dos o tres o incluso cuatro idiomas, estos niños siempre van a tardar más en hablar. Hay que tranquilizarles. Es fascinante la diferencia entre las chicas y los chicos, las niñas y los niños. Las niñas, desde que nacéis hasta la edad senior, sois bastante más espabiladas que los niños y los hombres, y esto se demuestra en el desarrollo. Mucho más avanzadas desde bien pequeñas a la hora de hablar. En ese sentido, por ejemplo, hay un tema que, aparte del tema de hablar, es el tema de las relaciones sociales. Yo ahí sí que le doy más importancia. Un niño para andar puede andar desde los 10 meses de edad hasta los 18, 19 meses, edad tope. Pero las relaciones sociales es cierto que genéricamente un pequeño tiene derecho a ser tímido, porque igual su padre o su madre lo es, que esto se hereda; tiene derecho a gustarle estar solo de vez en cuando, a su rollo. Pero socialmente, estoy hablando de los trastornos del espectro autista, socialmente sí que tanto las guarderías como las familias sí que tienen que, no estar pendientes, pero algún signo de alarma en el sentido de que quizá cuando está en la guardería no es que quiera estar solo un ratito, sino que no se quiera relacionar. A los padres, a la madre le llama la atención que no les dan besos, que no los quieren abrazar, que los llaman y no responden. Por supuesto, hablabas antes del tema de la audición. En estos casos es lo primero que hay que mirar. Incluso la visión hay que mirarla. Pero, de nuevo, tener… Cuando avanza el tiempo, sobre todo entre los 12 meses, digamos, 15 meses de edad, y los dos años es cuando el trastorno del espectro autista puede aparecer. Y si una madre empieza con dudas de repetición, que insiste, aunque nos parezca una tontería, y ya no solo hablo del trastorno del espectro autista, el profesional sanitario tiene que prestarle mucha atención. Y ahí es donde yo creo que se puede trabajar muy bien y con unos resultados incluso… Mira qué palabra voy a utilizar: resultados preciosos. Yo he visto niños pacientes míos con trastorno del espectro autista de varios grados de severidad, como todo en medicina y en la vida, donde, actuando rápidamente con grupos de trabajo, con atención temprana, ahora yo llevo ya tanto tiempo viendo familias que me acuerdo así de repente de dos o tres pues que tienen sus carreras universitarias, uno es un gran músico en Baleares, etc. Entonces, ahí es donde el desarrollo neurológico, según como se avance en el habla, andar, etcétera, es importante. Pero en las relaciones sociales es donde debemos de estar un pelín atentos porque, si se coge a tiempo, el resultado es fantástico. Si se tarda en coger, habrá que trabajar más, pero el resultado también será bueno.

24:41
Ámbar Muñoz. Has hablado antes de la madre que cree, que piensa que algo no va bien. Como médico, ¿tienes en cuenta esas percepciones que podemos tener los padres, que no somos médicos, pero que en ocasiones sabemos que a nuestro hijo le pasa algo, lo que pasa que no sabemos qué y por eso acudimos a un médico?

25:00
Jorge Muñoz. Sí, va un poco en relación con lo que te decía antes. Si una madre, un padre, te viene con frecuencia con algo que tú piensas al principio que para nada es importante, escúchalo. Un buen médico, ya no hablo de un pediatra, pero un buen médico tiene que buscar más. Si hay algo que, por tonto que parezca, nos preocupa, hablo de la pediatría, que en mi caso, hay que saber escuchar más. Al escuchar… Es cierto que la presión asistencial nos resta tiempo para poder escuchar todo el tiempo que nosotros queremos. Pero las madres tienen un sexto sentido. Fíjate cómo la naturaleza… Sois las que tenéis la suerte de tener un ser vivo dentro, que me parece fascinante. Entonces, este sexto sentido como madres, el pediatra lo debe tener siempre presente, porque hay cosillas que al profesional se le pueden escapar, y la madre, que en ningún caso hay que considerarla pesada, o el padre, nos puede dar una pincelada importante para el diagnóstico y tratamiento.

26:03
Ámbar Muñoz. Vamos a llegar al momento noche de los niños. Acostar a los niños, dormirles. Que si no es bueno dormirles en brazos o sí, porque mi hijo se duerme en brazos. «No, yo le dejo llorar porque se le pasa». «No, yo le acompaño porque es mejor acompañarle». ¿Qué recomiendas como padres a la hora de meter a los niños en la cama e intentar que se duerman plácidamente?

26:27
Jorge Muñoz. Bueno, el fascinante mundo de la noche, como decías tú, o el fascinante mundo de empezar a dormir con un bebé o un niño que ya no es tan bebé.

26:34
Ámbar Muñoz. También.

26:35
Jorge Muñoz. Pues te voy a decir. No hay una respuesta al respecto, te lo puedo asegurar. Yo vuelvo a hablar de los abanicos de respuestas y de posibilidades que doy a las familias. No sigo un camino de dejar llorar al pequeño hasta que ya deja de hacerlo y se duerme. No sigo el camino de que hay que tenerlo en brazos o sacarlo en el coche a pasear por la manzana, por el barrio, hasta que se duerma. Hay un abanico. Y al final del día yo le doy mucha importancia al cariño, al contacto físico. Y a lo que le va mejor al padre, a la madre y al bebé. Que les va bien dormirlo en brazos. Pues las primeras semanas de vida, los primeros meses de vida, va a ser muy bonito. Pero a medida que ese pequeño vaya cogiendo peso, y esto es una realidad, yo he visto madres con tendinitis en la consulta, con molestias de espalda… Porque este pequeño empieza a pesar. Entonces en estos casos quizás sea conveniente… Pues oye, las famosas cunas que están pegaditas a la cama. O el colecho. Dormir en la cama con el bebé. ¿Por qué no? Que antes se hacía muy poco. Ahora yo creo que es lo más normal, sobre todo con la lactancia materna. Tener a tu pequeño al lado es verdad que, a medida que crece el pequeño y con cerca de dos años de edad te sigue pidiendo el pecho y sigue durmiendo en la cama, pues ahí poco a poco quizá haya que pasar a ese niño o esa niña a su habitación, si tienen la suerte de tener otra habitación en casa. Entonces realmente no hay una respuesta. Es cuestión de disfrutar del momento de que… De eso sí, disfrutar, que no se cree momento de estrés, porque no es bueno para nadie. Tampoco es bueno que se queden dormidos, es un ejemplo claro, pues viendo la tele o que el niño tenga una tablet para que se duerma. Eso para nada es bueno. Todo lo contrario. Estimula el sistema nervioso, los inputs neuronales y ese niño tardará muchísimo en dormirse, porque está su cerebro a tope, porque está viendo dibujos. Eso no. Pero sí es verdad que en un ambiente calmado, tranquilo, si la mamá o el papá quieren estar con ellos en la cama hasta que se duerman, si lo quieren dormir en brazos, adelante. Como empiecen a meterlo en el coche para dar vueltas al barrio, lo pueden hacer, pero los niños son muy listos. El chantaje emocional, son expertos en manejarlo y se os puede complicar el tema de empezar a dormir si lo hacemos así. Pero hay muchas fórmulas para empezar a dormir. Yo creo que todas son buenas. Incluso cuando se despiertan en mitad de la noche, pues lo puedes pasar a tu cama si quieres o puedes quedarte un ratito con él si tienen otra habitación o turnarse. A veces incluso la leche. ¿Por qué no? Ponerlo otra vez al pecho. Si no toma el pecho, algún biberón en mitad de la noche. Nunca va ir mal. El tiempo pasa rápido y son situaciones que no nos debe quedar el sentimiento de que lo estamos haciendo mal, porque nadie tiene una respuesta. Y lo he dicho desde el principio con el tema de la noche. Hay muchas teorías. Yo creo que todas son buenas, siempre y cuando se amolden a tu situación familiar, que esto siempre es importante. El pediatra no solo cuida a los niños, debe de cuidar a la familia y conocer bien el entorno de este niño.

29:37
Ámbar Muñoz. ¿Qué opinas sobre las posturas o las posiciones del bebé? Porque hay una temporada, durante una época se dijo: «No, mejor de lado». Luego otra bocarriba, bocabajo. Hablamos de la muerte súbita, los ahogamientos nos preocupan mucho a los padres.

29:54
Jorge Muñoz. Pues mira, clásicamente, hasta hace no mucho. Lo que decías, se aconsejaba que durmieran bocabajo. Pero se vio que había mayor aumento de la llamada muerte súbita del lactante, que tanto… Ahora menos. He de decir que ahora menos. Pero que tanta ansiedad crea, por razones obvias, en los padres, es la muerte repentina de un bebé. Entonces se vio que, entre otras cosas. Por supuesto, cuando la madre fuma. Por supuesto la lactancia materna ha demostrado que disminuye la incidencia de muerte súbita del lactante. Entre otras cosas, estaba el dormir bocabajo. Entonces se pasó a que durmieran bocarriba o de costado, que es un poco lo que se recomienda ahora. En principio lo recomiendan hasta el año de edad, pero yo soy de los que cuando un bebé ya empieza a tener fuerza para levantar la cabeza o girarla si se mete en líos, igual porque está sobreabrigado, que esta es otra cosa que debemos… No debemos tapar tanto a los pequeños. Entonces sobre el cuarto o quinto mes de vida ya son capaces, por supuesto, de, si están en apuros, pues moverse o desplazar el objeto, que suele ser una mantita, una sábana, lo que les molesta. Porque se vio que al estar bocabajo no tenían maniobra de acción y se formaba con la sabanita sobreprotegido, sobreabrigado, pues una cámara del aire expirado que al final no les venía bien. Y puede ser una de las causas de este fallecimiento repentino. Pero volvemos a lo de siempre. De esto hay estudios, va cambiando… Igual que lo de la introducción de la alimentación complementaria, ha ido variando. Pero en principio mi respuesta es esta. Al principio que intenten que esté de costado. «Jorge, es que nos es casi imposible que esté de costado». Pues puede estar bocarriba. No pasa nada. «Jorge, ¿y si regurgita y vomita y se atraganta?”. Pues no se va a atragantar. En un niño sano, no. ¿Por qué? Por el llamado reflejo de apnea. Si vomita enseguida se cierra la epiglotis, que es un cartílago que tenemos para que no se vaya el alimento o lo que regurgita hacia los pulmones. Llorará y no se va a meter en líos. Otra cosa es si desafortunadamente tuvieran un hijo con parálisis cerebral donde no tiene este reflejo y sí es cierto que hay que andar con mucho más cuidado. Pero bocarriba, de costado, si están cómodos… Y cuando va pasando el tiempo volvemos a la posición de abajo, cuando están bocabajo, si el pequeño está acostumbrado a dormir bocabajo porque le gusta, porque no hay forma de cambiarle de postura, hay una edad donde se les tranquiliza a los padres diciendo que lo hagan, que no va a pasar nada. Volvemos a la tranquilidad, trasmitir esto. Es cierto que la muerte súbita del lactante crea ansiedad, pero para eso está el profesional. Para explicar qué edad tiene el pequeño, cómo se comporta, ya empieza a girarse con cinco meses… «Jorge, es que quiere dormir bocabajo». Déjale dormir bocabajo, que no pasará nada.

Lo que África me enseñó. Jorge Muñoz
32:34
Ámbar Muñoz. Jorge, tú desarrollas tu profesión aquí en España, pero tus límites no están ahí. Llega un momento en que haces las maletas y decides ir a ayudar a familias que lo necesitan al Chad. Cuéntanos cómo fue esa decisión y qué te llevó a ir al Chad por primera vez.

32:57
Jorge Muñoz. Pues yo empecé con estas andaduras hace ya 10 años. Vino a visitarme a la consulta donde yo trabajaba, en Palma de Mallorca, Sor Magdalena Rivas. Es una religiosa de la Orden de las Combonianas, que en aquel entonces vivía en la República del Chad. Me vino a visitar por otro tema y al final yo vi que era un momento en mi vida donde, desde bien pequeño, quería hacer otro tipo de labor. Había llegado el momento donde… Estaba dispuesto a hacerlo y fui a visitarla. El impacto allí fue emocional. Mi primer viaje fue brutal, fue una sacudida en mi cerebro. Yo no estaba acostumbrado a tanta mortalidad infantil. Perdíamos en torno a dos o tres niños al día. Nada más llegar, sin dejar la maleta, ya teníamos que correr porque perdíamos a un peque. Y claro, la falta de medios, la falta de infraestructura, ver que ese pequeño donde yo trabajaba hubiera salido adelante, me hizo valorar todo mucho más. Me hizo regresar, no como si hubiera sido un viaje puntual en mi vida del que sacaría cosas positivas o no, sino que tenía que arrancar lo que es ahora una realidad, que es una ONG, Ayuda al Chad.

34:02
Ámbar Muñoz. Has hablado de los recursos. Los medios allí son muy escasos. Háblanos del Hospital Saint Joseph, que es donde tú trabajabas.

34:12
Jorge Muñoz. Pues mira, el Hospital Saint Joseph, que está en Bébédjia, al sur de la República del Chad, nosotros… Es verdad que es un lugar muy conflictivo. Llevamos, de hecho, dos años sin ir, porque asesinaron al presidente no hace mucho y ahora no es el momento para ir. También llegamos a ir en situaciones políticas complicadas, pero al final lo hicimos. Y el Hospital Saint Joseph, como digo, está a unas 10 horas en coche de distancia desde Yamena, que es la capital de la República de Chad, hasta Bébédjia, que es donde está este hospital. Y el primer hospital que conocimos nosotros, pues era algo extremadamente… Bueno, cero infraestructura. Los niños compartían… Un bebé enfermo en la cama, en el cabezal, otro bebé en los pies, la mamá de un bebé en el suelo, la otra mamá en el suelo acompañando a sus hijos. Las mosquiteras estaban rotas. Es decir, allí se convive con la malaria, con el sida… Las habitaciones, bueno, te puedes imaginar cómo era aquello. Las cámaras existen para grabar imágenes; las grabadoras, para grabar sonidos; pero no hay ninguna máquina para grabar olores.

35:16
Ámbar Muñoz. Y al final, en un hospital donde no hay medios ni recursos, hay muchas veces que solo puedes acompañar a las familias en ese momento. Yo me acuerdo de Brunel. ¿Te acuerdas de él?

35:29
Jorge Muñoz. Sí, señora. Brunel. Es una historia muy dura. Pero sí, es verdad que, gracias a Brunel, se dio a conocer Ayuda al Chad. Recuerdo que yo escribía unos diarios casi de modo terapéutico. Yo acababa el día y escribía lo que había vivido. Lo escribía en caliente. Y fue tan impactante que golpeó los grandes periódicos. Fue bastante mediático. Mis blogs. Quizá por la dureza del texto, pero por una realidad que como que se desconoce o como que nos damos la vuelta y no queremos escuchar. Y de ahí también surgió ‘El infierno más bonito que conozco’, que es un libro benéfico, que terminamos la tercera edición, y todo lo recaudado fue para esta gente. Y es verdad que con las fotos del gran Pep Bonet, un fotorreportero de renombre internacional mallorquín que me acompañó en uno de los viajes, pues pudimos dar a conocer lo que era el Hospital Saint Joseph, que me preguntabas. La historia de Brunel, como que hubo un antes y un después. Siempre… En alguna ocasión he dicho que a nadie se le olvida cuando ve morir a un niño por hambre. Si eres testigo directo, hay un antes y un después a ese momento. Brunel fue también otro de estos pequeños. Que lo perdimos, donde el hambre, por supuesto, tuvo mucho que ver. Brunel se nos presentó al hospital con temperaturas que no le bajaban. La familia nos decía que llevaba ya 10 días con… No podían medir temperaturas porque no tienen termómetros, pero sí es cierto que niño ardía, que dejó de comer, dejó de beber. Y llegó con unas lesiones en la piel que yo en mi vida había visto. Tenía heridas por todo, por todo. ¿De dónde venían estas heridas? ¿Por qué las tenía? Este pequeño, después de sacarle fotos y de preguntar a expertos de medicina tropical aquí en España qué podía ser, nos hablaron que era la enfermedad de Monkeypox. Es parecida a la Chickenpox, que significa «varicela» en inglés. Monkeypox es una enfermedad que se transmite por mordedura de mono o entre personas, donde el pequeño, aparte fiebre muy elevada, malestar brutal, tenía estas lesiones en la piel. ¿Qué sucedió? Que aparece en escena el chamán. El chamán es una persona que, estando allí, si vienes de fuera, hay que saber respetar. No compartes nada. Viniendo de donde yo vengo, con la medicina que ellos utilizan, tradicional, nada o casi nada puedes compartir porque a veces hacen… Muchas veces hacen más mal que bien. En este caso, pues utilizó ungüentos para intentar curar la piel de este pequeño, creando una infección generalizada.

38:00
Ámbar Muñoz. Recuerdo sus heridas.

38:01
Jorge Muñoz. Sí, sí, las heridas… Hay fotografías donde me acuerdo que Reina Lladó, una gran compañera mía pediatra, intentaba limpiarle en una bañerita…

38:09
Ámbar Muñoz. Las curaba.

38:09
Jorge Muñoz. Con, pues… Soluciones yodadas, para quitar o evitar esta infección tan brutal. Y recuerdo, nunca se me olvidará. La doctora Lladó es experta en nutrición. Se puso… Ella misma hace unas papillas hipercalóricas, hiperproteicas, y ella misma, con una cucharita y mucha paciencia, le iba dando de comer a los pequeños. Y en un momento yo estaba por los pasillos del primer hospital, el que estaba en esas condiciones tan malas, y me vine literalmente llorando y me dice: «Jorge, tienes que venir a ver a Brunel, porque esto yo nunca lo he visto». Y fui a verle y literalmente le salían al pequeño gusanitos en la cara. Como tenía túneles, estos gusanitos excavaban dentro de la piel pequeños túneles y en una de estas le aparece el gusanito por el moflete del pequeño. Esto, claro, es impactante para alguien que viene de fuera, como nosotros. Y eso era un signo importante de la gravedad de este pequeño. El dolor suyo era terrible debido a estas excavaciones que hacían los gusanos, no solo por la cara, sino por todo su cuerpo. Desafortunadamente, o quizá afortunadamente para Brunel, al día siguiente de esto, tuvo lo que se llama en medicina una invaginación intestinal. Es como cuando un telescopio lo abres y lo cierras o te quitas los guantes de cocina, que se quedan dentro. Los intestinos pueden hacer lo mismo. Esto se da aquí también. Es como una obstrucción intestinal y aquí, teniendo medios, pues lo que haríamos aquí en estos casos es, en un hospital donde hay una UCI pediátrica, se pone aire por el recto o un enema en forma de líquido para desatascarlo, con una imagen de radiografía correcta, hacer un diagnóstico correcto con una ecografía… Es decir, necesitas medios. Allí teníamos un ecógrafo superantiguo. El pequeño empezó a vomitar y con el ecógrafo superantiguo hay una imagen característica que se llama «imagen en donut» donde, cuando lo ves, sabes lo que es. Pero allí no teníamos medios para hacer nada para desatascarle y nuestro pequeño se fue por esta invaginación intestinal que, en otro lugar, no hubiera sucedido, y ya desde el principio no hubiera estado en ese estado en el que estaba, con estas heridas en la piel, etc. Digo esto porque para nosotros fue algo superduro, vivir lo de Brunel, y fue muy impactante. De hecho, ese capítulo del diario igual me salió de mi corazón todo y de mi alma cuando escribía que llegó, como digo, a ser el origen de un cuento benéfico, que lo escribió Mabel García, que me acuerdo que cuando quedé con ella aquí en Madrid, lo leyó y quería hacer un cuento. Dio origen a entrevistas, etcétera, y dio origen a grandes ayudas que, después cuando hicimos el evento aquí en Madrid, fue un poco el origen de poder hacer la parte nueva de pediatría. Todo suma. Los diarios y los medios de comunicación que siempre nos han ayudado mucho, la gente, el cariño, la generosidad y ver cómo abrir un poco los ojos, porque ahora creo que vivimos en una sociedad donde las ventanas de nuestras casas son como espejos. Solo nos miramos hacia adentro. Yo creo que deberíamos tener en nuestras casas cristales, no espejos, para tener una visión más universal de cómo pueden estar otras personas.

41:14
Ámbar Muñoz. Yo recuerdo que, en ese viaje, yo, además, estaba de parto. Nació mi segundo hijo, que además se llama Bruno y no sé por qué.

41:23
Jorge Muñoz. Sí, es increíble.

41:23
Ámbar Muñoz. Me acuerdo de Brunel. Y recuerdo que yo estaba en la habitación del hospital y tú mandabas fotos donde las madres daban a luz en una mesa de un despacho.

41:34
Jorge Muñoz. Sí, sí, claro.

41:35
Ámbar Muñoz. Donde el paritorio eran unos hierros mal colocados.

41:39
Jorge Muñoz. Sí.

41:39
Ámbar Muñoz. Y en el medio había un cubo…

41:40
Jorge Muñoz. Sí, sí.

41:41
Ámbar Muñoz. Donde no se sabía si el niño venía vivo o sin vida.

41:43
Jorge Muñoz. Sí, era complicado. Claro, los partos allí son complicados. Ten en cuenta que son embarazos no controlados. Allí te toca nacer y… Recuerdo en una de estas que allí utilizan mucho las motos, las tipo ciclomotor, pero lo utiliza toda una familia. Allí ves… La gente que ha viajado por estos lugares sabe que la imagen de cuatro personas en un ciclomotor y la cabra delante aparte de las cuatro personas, es bastante común ver esto. Pues llegó una mamá embarazada de trillizos donde su pareja, el papá de estos trillizos, estaba… Había bebido mucho y como que se habían caído en el camino al hospital varias veces por el nivel de alcoholemia del papá y del conductor de ciclomotor. Y claro, eran trillizos. No se conocía la edad gestacional de estos trillizos porque no había ningún control y nos dimos cuenta de que eran trillizos cuando nacían. Cuando veías que después de uno salía otro y luego salía otro. Desafortunadamente, los tres fallecieron. Uno duró dos o tres días. ¿Por qué? Pues porque no hay incubadoras, eran prematuros, allá no hay bancos de leche materna… Y estos se nos fueron. Hablando de incubadoras, en nuestro último viaje, hace dos años, había una incubadora que era de museo, pero ahí estaba. Daba calor al pequeño que teníamos ingresado, un poco de aporte de oxígeno con una botella de oxígeno que tenía incorporada. Pero una maldita noche… Digo «maldita» porque se nos fue la luz y allí sí se va la luz no hay… Se va. ¿Entonces qué sucedió? Que yo no me enteré de que se había ido la luz por la noche. Tampoco te llaman, porque están como acostumbrados a que esto suceda. Y por la mañana, cuando íbamos a pasar planta y a ver a nuestro bebé, me encontré la incubadora vacía. Porque, claro, al irse la luz, se acabó el aporte de calor, el aporte de oxígeno al pequeño y se fue porque… El niño nos dejó, el bebé, porque se fue la luz. Entonces esto nos da mucha idea de… Volvemos a la aceptación. Es decir, el cabreo que te puedes… Que fue lo que me pasó a mí, pero que a la vez, en la otra balanza, en un lado está el cabreo y en otro lado dices: «Pero es que esto es lo que hay». Y hay que saber aceptarlo. Así que, de estos lugares, la gente como yo que ha tenido la gran suerte de ir y, si no han ido, se lo recomiendo, aprendes a amar más la vida. Aprendes a ser muy agradecido. Aprendes a decir «te quiero» mucho más de lo que normalmente la gente lo dice, a abrazarse mucho más. Y lo digo así porque es así. Esas son de las cosas que yo aprendí. Te das cuenta de que lo tenemos todo y de que nos quejamos por nada. Cuando tengo la suerte de hablar ante chavales en los institutos o más jovencitos en colegios, les digo que ellos tienen la suerte de pertenecer al 1 % de la población infantojuvenil que lo tienen todo. Y cuando son jóvenes les explico que: «De 100 niños de vuestra edad, chicos, de 100 niños que tienen 10 años, solo uno lo tiene todo, y sois vosotros». Y ese mensaje se les queda, porque los otros 99 niños que no están en ese grupo, muchísimos no tienen nada. Y es fascinante cómo te agradecen cualquier cosita que haces por ellos y cómo te sonríen y cómo aceptan, porque quizá no conocen otra cosa, cómo aceptan el no tener nada. Te das cuenta de que, cuando crees que todo se acaba, sacas fuerzas para continuar. Y esto es otro aprendizaje de esta gente de allí. Te transmiten fuerza, te transmiten energía, ves que no lo tienen fácil. Y entonces… Como que te inspiran una fortaleza. Te empujan hacia la fortaleza, como que te obligan a ser más fuerte. Y es un poco lo que yo he tenido la suerte de aprender en estos lugares.

Lo que África me enseñó. Jorge Muñoz
45:39
Ámbar Muñoz. Recuerdo cuando nos contabas que allí la gente llega al hospital después de caminar kilómetros y kilómetros.

45:45
Jorge Muñoz. Sí, claro.

45:47
Ámbar Muñoz. Aquí cogemos el coche y a los 10 minutos… No tenemos problemas.

45:49
Jorge Muñoz. Allí amanece sobre las cuatro… Hablo de la República de Chad. Amanece sobre las cuatro de la mañana, cuatro y media. Entonces, cuando sale la luz es cuando comienzan a andar con su niñito enfermo y durante cinco o seis horas de andar llegan al hospital en unas condiciones donde yo veía esas caras de los padres sin ojos… Brillantes, sin lágrimas por la sequedad del terreno, con la boca seca, extenuados y con un niño que llegaba… No porque acababa de tener fiebre la noche anterior, sino que quizá llevaba mucho tiempo luchando contra la malaria, se había complicado porque probablemente tuviera también sida… El sida es muy frecuente allí. Se le añade la malnutrición, se le añade quizá la acción del chamán, ¿no? Entonces llegan en situaciones… Llegan tarde. Muchos llegan tarde. Y entonces… Por eso la mortalidad es tan alta, porque llegan tarde. En nuestro caso es a un hospital, el único hospital en… Imaginaos la Comunidad de Madrid con solo un hospital, al que además no tienes medios para acudir. Tienes que hacerlo andando o en ciclomotor si tienes la suerte de tener uno. Muchas familias hacían unos carritos de madera para llevar al abuelo en carrito hasta el hospital. Y además no solo llevaban al abuelo, sino que igual tenían que llevar a sus dos o tres hijos. Las familias duermen en la calle en el hospital. Al principio no había cuarto de baño. Teníamos que esquivar las heces de los familiares para llegar a la habitación de los pequeños. Luego ya hicimos unos baños en el nuevo hospital. O sea que, como veis, es otro mundo al que yo definí «el infierno más bonito que conozco». Por eso mismo, porque es infierno para mucha gente y para mí… A mí, personalmente, me enseñó las mejores cosas que conozco como persona.

47:34
Ámbar Muñoz. Los niños llegan desnutridos porque también hay una tradición, ¿no? Cuando no hay alimentos para todos, ¿cómo se reparte la comida entre las familias?

47:44
Jorge Muñoz. ¿Te acuerdas de esto, eh?

47:46
Ámbar Muñoz. Me acuerdo de todo.

47:46
Jorge Muñoz. Sí, no se olvida esto. Allí tradicionalmente tienen muchos hijos. Son familias muy numerosas. Están… No sé si utilizar la palabra, están «acostumbrados» a perder hijos. Sufren. Cuando lo pierden, también sufren. No es que… Sufren. Hay una tradición que también la voy a meter, que es que cuando fallece un niño, esa misma noche que muere el niño hacen el amor para engendrar otro niño. Es obligatorio. Es un poco la tradición. Y lo de la comida, primero come el padre. Si sobra alimento, come la madre y, si sobra alimento, comen los hijos de mayor a menor edad. Es decir, que el quinto hijo pequeño no suele tener nada para comer. Y esto yo lo he visto. Y fue fascinante cómo un niño de esos pequeños en el hospital… Incluso en el hospital, las familias continuaban con esta tradición. Cocinaban fuera del hospital, ves sus fogatas con sus cazuelitas y come el padre, come la madre y el niño que está enfermo, el más joven, sigue siendo el último en comer. Y hay una foto fascinante donde un pequeño está con una cuchara de madera comiendo lo que le había sobrado, que era el niño que estaba enfermo. Y cuando yo voy a ver a este pequeño y la madre le da la cazuelita, coge así con la cuchara el niño y lo que hace es que me ofrece a mí lo único que quedaba de comida para él. Eso es generosidad. Y esa es una de las tradiciones. Hay muchas que desconocemos, pero una de ellas es esa y a mí me marcó.

49:13
Ámbar Muñoz. Como ir al chamán antes de acudir a un hospital. Llegan cansados después de andar kilómetros, llegan desnutridos y llegan después de una visita al chamán…

49:22
Jorge Muñoz. Claro.

49:23
Ámbar Muñoz. Que, en la mayoría de los casos, por no decir en todos, no ha hecho más que empeorar las cosas.

49:27
Jorge Muñoz. Sí, sobre todo, empeorar las cosas. Tuvimos la suerte de conocer a uno. Tuve la suerte… Pep Bonet ha sido… Creo que de momento nadie ha entrevistado a un chamán en el Chad. La República del Chad es un lugar donde las cámaras están prohibidas. Las tienes que pasar medio como si estuvieras haciendo contrabando con algo. Por eso Pep Bonet me quiso acompañar, porque con su equipo de NOOR, que son unos superfotorreporteros, nadie había ido allí, y fuimos. Un viaje muy complicado, pero conseguimos llevar el material allí, y así fue. Pudimos grabar al chamán. Las respuestas que salen en el documental de ‘El infierno más bonito que conozco’ eran casi aterradoras. Cómo él estaba convencido de que él tenía razón y nosotros no en su medicina. Y volvemos a lo de siempre. Cuando vas a estos lugares no tienes que ir con la idea de ser un colonizador, ni mucho menos. Yo respeto mucho las tradiciones, respeto mucho las culturas y tienes que ir con sumo respeto. Otra cosa es que compartas o no lo que escuchas, ¿no? Y la entrevista con el chamán fue dura, porque esta persona en particular sabíamos nosotros que era la causa de… No sé si es la palabra exacta. Igual estoy metiéndome en algún jardín, ¿no? Pero un peso potente en por qué muchos niños se perdían. Por no hacer las cosas… Ya sé que tienen pocos medios, pero al menos la medicina natural, que existe y es muy buena. La medicina china es excepcional, entre otras medicinas naturales y tradicionales. Pero haciendo buen uso de ella. Y este hombre no lo hacía. Entonces eso complicaba un poco la salud de sus vecinos.

51:04
Ámbar Muñoz. Háblanos de los «niños serpiente».

51:06
Jorge Muñoz. Los «niños serpiente»… Hablo de la zona esta, del sur de la República del Chad. Allí los niños tienen que ayudar en las familias rápido. En cuanto pueden andar, ya les van a poner a hacer algo, aunque sea recoger ramas para hacer una fogata o acompañar a los hermanos mayores a pescar. Pero cuando un niño ya va creciendo… Y mira, podemos tocar el tema del neurodesarrollo. Ahí, por ejemplo, no saben lo que es un niño con síndrome de Down. Yo aquí tengo grandes amigos con síndrome de Down que han ido hacia adelante, trabajan, son unos cachondos y se hacen querer mucho, pero allí no saben lo que es un niño con síndrome de Down. Y conocimos a un pequeño que… Recuerdo que era una pareja que, cada vez que tenía un bebé, lo perdían y por fin tuvieron su bebé. Y además lo llamaron como un expresidente de la República francesa, Mitterrand. Y nuestro pequeño Mitterrand era… Tengo fotos de él. Era un niño con síndrome de Down, pero ellos no lo sabían. Y claro, cuando lo vimos ingresado porque venía con malaria, también venía con neumonía, problemas respiratorios, ahí nos dimos cuenta de que era un síndrome de Down. Ni se lo dijimos a los padres porque no lo iban a entender. ¿Qué pasa? Que este pequeño con síndrome de Down, que cuando yo le conocí tenía un añito de edad o año y medio, al año siguiente ya como notaron algo en este pequeño… Yo pregunté por Mitterrand, porque era de la zona. «¿Oye, cómo está el peque Mitterrand?». Me dijeron que había pasado a ser un «niño serpiente». Esto os lo cuento porque es real, lo he visto yo y respondiendo a tu pregunta. En esa zona, cuando un pequeño ya no sirve para la familia, o bien porque está muy enfermo, porque, como Mitterrand, no iba a poder hacer nada… Porque estaba allí. Aquí, en nuestro país, los chavales, niños con síndrome de Down, hacen grandes cosas, pero allí no, porque no hay medios. Entonces se convierte en «niño serpiente». ¿Qué significa esto? Que la abuela de la tribu, la mujer más sénior, le da de beber su orina, para empezar, y después de beber la orina se lo lleva… Se llevó a Mitterrand a una zona de juncos, aislada, muy extensa, superpoblada de serpientes, y dejan allí al niño y vuelven sin el pequeño. Entonces ya las serpientes se encargan de hacer el resto. Esto es un «niño serpiente» y esto es verdad. Y esto existe y esto lo he vivido yo. Entonces, claro, te sacude. Te sacude el alma, te sacude la cabeza y te cambia como persona. No sé si para bien o para mal, pero a mí me cambió.

53:34
Ámbar Muñoz. Y después de haber vivido esto, después de haber visto todo lo que tú has visto allí, ¿crees que hay esperanza allí para las personas, para las familias?

53:42
Jorge Muñoz. Sí, te voy a decir que sí. Porque mucha gente me ha preguntado, mucha gente me decía: «Jorge, ¿por qué vais? Allí mueren todos». Pues no es verdad, no mueren todos. Si con los pocos medios que tienes, un niño consigue… Porque la frase «salvar vidas» me parece muy arrogante. Nunca la he utilizado ni me gusta escucharla. Nadie es quién para salvar vidas. Pero es que puedes ayudar a que continúen. Claro que hay esperanza. ¿Por qué? Porque si allí a un pequeño y consigues no perderlo, con los pocos medios que puedas tener, este pequeño crecerá… Está la llamada selección natural de la especie. En estos lugares, cuando llegas a los cinco años de edad, ya has conseguido pasar una barrera importante, que te va a permitir llegar a la adolescencia. Allí, físicamente, los chadianos son estatuas, son perfectos, son fuertes, porque la selección natural de la especie se lo ha permitido. Digo esto porque, si al final conseguimos que un pequeño no se vaya, este pequeño crece y tendrá familia casi seguro. Y si tiene cinco o seis hijos, esos cinco o seis hijos volverán a tener otros cinco o seis hijos. Es decir, que «con una gotita, has hecho un mar», como decía Santa Teresa de Jesús. El mar está hecho por gotas. Entonces nunca hay que desistir, nunca hay que perder la esperanza. Y ya no solo en estos lugares, sino en nuestro día a día. Si tienes un sueño, persíguelo. Si te dicen que es imposible conseguirlo, respeta lo que escuchas, pero eso te debe dar más fuerza. Por eso cuando a mí me decían: «No vayas, porque aparte de que os ponéis en peligro, poco vais a hacer». Eso me daba más fuerza, a mí y a nuestro equipo. Así que ese es un poco el mensaje. Siempre hay esperanza.

55:21
Ámbar Muñoz. Y para terminar, ¿qué te ha enseñado el Chad? ¿Qué has aprendido? ¿Qué te llevas?

55:27
Jorge Muñoz. Pues mira, yo creo que me llevo… Creo que lo hemos estado hablando desde el momento en que hemos tocado África, ¿no? Que, por cierto, lo llaman «el corazón seco de África», al Chad lo llaman así. Me quedo con la humildad de las personas. Con… No me encuentro con gente arrogante. Yo creo que la pobreza extrema te lleva a no ser arrogante. Me quedo… Me quedo con la generosidad, sobre todo con la generosidad. Y el ejemplo muy claro os lo he contado con el pequeño que solo tenía una cucharada para él. Estaba enfermo y me la ofrece a mí. Eso es magnífico, es grandioso, eso es imperial. Y me quedo, sobre todo, con el amor, ¿no? Con la falta de amor que creo yo, en nuestro día a día, nos lleva como a dejarlo un poquitín apartado, ¿no? Yo sé que están sucediendo y suceden muchas cosas en nuestra sociedad, como digo yo, mal llamada «desarrollada», pero allí hay mucho amor y se transmite. A pesar de vivir en las condiciones en las que viven, la familia sigue siendo la familia y el amor hay que respetarlo. Y de hecho, el amor es terapéutico.

56:37
Ámbar Muñoz. Pues muchísimas gracias. Gracias por enseñarnos tanto. Gracias por haber perseguido tu sueño. Yo sé que desde pequeño, con cinco años, decías que quería ser «mediquito». Gracias por haber acompañado a tantos padres. Gracias por haberme acompañado a mí. Yo he crecido como madre teniendo la suerte de tenerte cerca. Y gracias porque no paramos de aprender contigo. Y hoy ha sido una muestra de ello.

57:05
Jorge Muñoz. Gracias, hermana, muchas gracias a ti por la entrevista. Yo sí que aprendo de ti y espero que nuestra charla tan familiar ayude a la gente como la gente nos ayuda a nosotros. Muchas gracias.

57:19
Ámbar Muñoz. Gracias a ti.