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El castigo no es educativo, es inseguridad adulta

Marisa Moya

El castigo no es educativo, es inseguridad adulta

Marisa Moya

Maestra y psicóloga


Creando oportunidades

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Marisa Moya

¿Es efectivo el castigo para nuestros hijos?, ¿es posible educar a los niños con amabilidad y firmeza, al mismo tiempo?, ¿qué habilidades tienen que aprender nuestros hijos para desarrollarse bien? Estas, son solo algunas de las cuestiones que Marisa Moya aborda en esta conversación. Maestra, psicóloga y directora de escuela infantil, Moya es la máxima referencia en Disciplina positiva en España. En sus talleres para familias y docentes, enseña a padres y madres a relacionarse de manera afectiva con los niños y aprender habilidades que necesitan para crecer y desarrollarse.
Para Marisa Moya, la clave de la educación en el siglo XXI consiste en crear gimnasios emocionales en cada hogar y en cada escuela. Según la maestra, el propósito a largo plazo de todos los padres es ayudar a sus hijos en el desarrollo de la autoestima y las destrezas que necesitan para ser seres humanos felices y capaces de contribuir al bienestar de su familia y de la sociedad, ya que es solo a través de la confianza y la experiencia como uno aprende a humanizarse: “Los niños necesitan experimentar para convertirse en personas. El castigo no es una estrategia educativa, es una inseguridad adulta”, concluye la educadora.


Transcripción

00:02
Marisa Moya . Soy Marisa Moya, soy directora de un centro de educación infantil, licenciada en Psicología y una privilegiada por ser entrenadora de disciplina positiva para las familias, para los docentes y, recientemente, de primera infancia.

00:28
Mónica Cerrada. Hola, Marisa. Soy Mónica, soy mamá de dos peques de ocho y cuatro años, y estoy absolutamente encantada de estar contigo hoy y que podamos tener esta charla.

Marisa Moya. Hola, Mónica. Gracias, yo también estoy encantada, estoy agradecida y estoy feliz de estar en este programa compartiendo, lo que yo considero, un regalo para la vida.

Mónica Cerrada. ¿Nos podrías explicar, por favor, en qué consiste la disciplina positiva?

Marisa Moya. La disciplina positiva es sentido común y coherencia en la vida, en la educación, en las relaciones humanas. Y en la disciplina positiva, las cocreadoras fueron Jane Nelsen y Lynn Lott. Estas mujeres fueron las que acuñaron este nombre, y se sustenta, fundamentalmente, sobre cinco principios. Los principios, realmente, lo que hacen es atender a las necesidades, en este caso, infantiles, porque estamos hablando de niños pequeñitos. Pero, en realidad, son las necesidades de todo ser humano. Fíjate que el primer principio, Mónica, es que todos necesitamos conexión. Venimos a este mundo predeterminados para la conexión. Y es que la conexión es el sinónimo de la supervivencia. Si yo no logro pertenecer; si yo, como cría humana, no soy vista; si no soy atendida, si no soy cuidada, si no soy querida, ¿cómo voy a poder sobrevivir? Esta es una finalidad de todo ser humano, la búsqueda de la pertenencia. Sin embargo, esto no es suficiente, con lograr pertenecer. Además necesitamos desarrollar habilidades, necesitamos sentirnos valiosos, necesitamos sentirnos capaces, necesitamos desarrollar recursos, sentirnos significativos. A esto nosotros le llamamos desarrollar el sentimiento de contribución. Entonces, si lograste la conexión, ahora perteneces, estás siendo visto, con lo que un niño, que es un sumatorio increíble de sentimientos de inferioridad, ya no se van a hacer tan gordos esos sentimientos de inferioridad. Tengo un adulto educador que me cuida, que me protege, que me orienta, que me guía, que me quiere.

03:12
Mónica Cerrada. ¿Podemos ser los papás o pueden ser los educadores también en los centros?

Marisa Moya . Sí, los papás, los educadores en los centros, estamos vinculándolos toda la vida. Vamos a ver que los vínculos sustantivos son los de la primera infancia, incluso ya, antes de nacer. Sin embargo, las personas necesitamos la conexión hasta el fin de nuestros días. El segundo de los criterios es que las personas necesitamos relaciones de respeto mutuo. Esto también parece una obviedad. Bueno, pues necesitamos sí desenvolvernos, saber que convivimos, que nos relacionamos, que tenemos experiencias en las que hay amabilidad y firmeza. Por primera vez lo digo, vamos a ir viendo en qué consiste esto. La amabilidad y la firmeza al mismo tiempo. El tercero de los criterios es que los niños necesitan ver sus sentimientos comprendidos. Lo he dicho despacio, y lo he dicho despacio porque, muchas veces, lo único que vemos es la conducta, y, sin embargo, lo primero que vamos a aprender a ver con disciplina positiva es el sentimiento como movilizador, como motor de la conducta.

Mónica Cerrada. ¿Qué hay debajo de la conducta?

Marisa Moya . ¿Que hay debajo del comportamiento? Y, luego, por último, los niños, como decía al principio, necesitan desarrollar habilidades socioemocionales. Si no, realmente, aunque sobrevivo, ¿cómo voy a poder prosperar como ser humano? Si las relaciones que estoy viviendo no me permiten prosperar en la vida, yo no voy a poder crecer en recursos que me hagan sentirme una persona. ¿Y cómo se desarrollan estas habilidades? Pues, nosotros pensamos que la capacitación, aparte de otras muchas alternativas, viene fundamentalmente del aprendizaje que se obtiene haciendo.

Mónica Cerrada. Con el modelo, también, que ven en casa o que ven…

Marisa Moya . Con el modelo, imitando, copiando y, sobre todo, haciendo, siendo acompañado siempre en ese proceso de hacer, de dos ingredientes de los que también vamos a hablar en esta conversación, Mónica, muy importantes para la disciplina positiva y que no tienen que faltar en la relación educativa: la confianza y el afecto por parte del educador. Este es el acompañamiento. esta es tu tarea educadora, esta es tu tarea y tu rol, quizá, más importante: acompañamiento desde el afecto y desde la confianza.

El castigo no es educativo, es inseguridad adulta. Marisa Moya
06:09
Mónica Cerrada. En esta dirección que apuntas, sobre todo, la parte de herramientas que acabas de nombrar, me parece importante que podamos partir de ahí y ver cómo la disciplina positiva nos puede ayudar con esas herramientas a los papás y a las mamás que nos vemos ante dificultades muy variopintas en nuestro día a día con nuestros pequeños. ¿Cómo nos puede…?

Marisa Moya . Pues es una maravillosa pregunta y, además, es una pregunta que no es original, Mónica. Es decir, nos atañe a todos, estamos necesitados de ayuda, ¿verdad?

Mónica Cerrada. Sí.

Marisa Moya . Casi, casi, lo que esperamos los adultos es un listado.

Mónica Cerrada. Sí.

Marisa Moya . «Marisa, ¿qué listado da la disciplina positiva?».

Mónica Cerrada. Soluciones, que apunto.

Marisa Moya . «Sí, yo quiero educar de otra manera. Sé que educar de otra manera es posible, sin embargo, tengo un vacío, casi un agujero negro. He despreciado, he descartado, he desestimado herramientas que no sientan bien a los niños. Pero, Marisa, de esas otras, de las que le sientan bien a la infancia, a la sociedad, y por qué no decirlo, a la humanidad, esas no me fluyen, esas no las tengo en el repertorio».

Mónica Cerrada. Esas no me salen de manera natural.

Marisa Moya . Mira, Mónica. Esta necesidad que tú expresas con esta pregunta, yo le llamo «foco», así, si tú extiendes tu mano, ya hay muchas personas, cada vez muchas más, de esta generación que se ha permitido a sí misma parar y repensar ¿qué estamos haciendo?, ¿cómo lo estamos haciendo?, ¿quiero seguir haciéndolo? Tenemos un foco sobre la infancia, queremos cuidar la infancia de otra manera, y esto es un gesto con todo el mérito que tiene esta generación. No quiero decir que sea en demérito de otras. Otras, a lo mejor, tenían otras prioridades. Lo que sí que es cierto es que hay que dar reconocimiento a este esfuerzo, porque no todo el mundo tiene el coraje y la valentía de replantearse cómo está siendo como educador. Entonces, en esta dinámica, lo que te animo es a que levantes el brazo, Mónica. Baja un poquito, Mónica.

Mónica Cerrada. ¿Ahí?

Marisa Moya . Sí, vale. Ahora te invito a que gires el foco, la mano, ¿lo entiendes? De frente a ti, Mónica.

Mónica Cerrada. Sí.

Marisa Moya . Este es el foco de la disciplina positiva, Mónica.

Mónica Cerrada. Vamos, que está en mí el foco, ¿no?, como madre y como educadora.

Marisa Moya . Muchas gracias, Mónica. Es así, es decir, si queremos llegar a los niños de otra manera, tenemos que empezar a trabajarnos a nosotros mismos. Porque hemos sido criados y educados de determinada manera. Que nadie se lo lleve, por favor, a culpabilidad. En disciplina positiva siempre vamos a hablar de responsabilidad, y la responsabilidad es esperanzadora y es hermosa. Nadie tuvo la intención mala de hacer las cosas regular o medianamente bien. Sin embargo, sí que somos responsables. ¿No te gustan los resultados? Pues vamos a ver qué es lo que podemos cambiar.

09:16. De primeras, la disciplina positiva es permitirse la revisión de la actitud, es permitirse la revisión de nuestras creencias, a veces las más profundas. ¿Por qué? Porque gozamos de una influencia increíble en momentos determinantes de construcción humana. Los niños están creando su autoconcepto, su autoestima, su visión y percepción del mundo, y todo esto tiene mucho que ver con la influencia de lo que nosotros pensamos, sentimos y decidimos. Entonces, mira, te voy a animar a hacer así. Si estuviéramos en un taller, lo haríamos en un gran cartel para que fuera muy evidente. Sin embargo, también se puede hacer aquí, a viva voz y no cuesta trabajo, ya verás. Piensa, por un momento, aunque esto sea desagradable, que estás encerrada en tu casa, con tus hijas, ¿hija e hijo?

Mónica Cerrada. Son dos niñas.

Marisa Moya . Con dos niñas. Estás encerrada. Lo digo, el término, con todo el conocimiento, porque está lloviendo mucho. Una semana, el pronóstico: una semana entera de lluvia, lluvia torrencial. No se puede salir a la calle, ¿sí?

Mónica Cerrada . Madre mía, vale.

Marisa Moya . Vamos creando el ambiente, ¿sí?

Mónica Cerrada . Sí.

Marisa Moya . Vale, y entonces estás en casa, y vas a tener que pensar… bueno vamos a hacerlo más fácil, no pienses en tus hijas, que estamos en público, piensa en las hijas de las vecinas viviendo esta situación, o de esas amigas lejanas que ya no tienes contacto con ellas, y piensa qué cosas hacen los niños todos los días que consiguen destaparte, que consiguen ponerte muy nerviosa, que pierdas el control, ¿sí? Porque, fíjate tú que, de repente, desarrollando el rol, quizá, más importante de tu vida, ¿verdad? ¿No me equivoco?

Mónica Cerrada . Totalmente.

Marisa Moya . Desarrollando este rol tan importante en tu vida y queriendo con toda tu alma, van a aflorar la frustración, la ira, la desesperación… Esto forma parte, también, de la vida cotidiana de las madres, de los padres. Entonces, así podríamos hacer un listado, ¿verdad? Hacen muchas cosas los niños que nos desesperan, en cada edad unas.

Mónica Cerrada. Sí.

Marisa Moya . ¿Se te ocurre alguna, Mónica?

Mónica Cerrada . Bueno, pues subirse en los sofás, perseguirse, sacar del mueble las lentejas, las judías, lo que vean al paso… Bueno, entretenerse de maneras variopintas.

Marisa Moya . Cuando se cansan, se pueden llegar a pegar…

Mónica Cerrada . A pegar entre ellos, claro, si son dos, ya ahí tenemos un caldo de cultivo.

Marisa Moya . Fíjate que, si tuviéramos mucho tiempo, la lista… Bueno, no haría falta tampoco mucho tiempo, la lista, de repente, se convierte hasta en apabullante. Tanto que incluso, a veces, en las formaciones, digo: «Bueno, como no están presentes los niños, vamos a dejarlo ya, que no se pueden defender».

Sí. . Sí.

Marisa Moya . Sin embargo, ahora te voy a invitar a cambiar de estado de ánimo e incluso, si tienes necesidad, cierra los ojos. A veces digo: «Bueno, ponte tu mano en la panza y el corazón y siente el aire fuerte». ¿Por qué? Porque nos vamos a ir al futuro, Mónica. ¿Sí? Pasaron veinte años, Mónica.

Mónica Cerrada . Sí.

Marisa Moya . Puedes abrir los ojos.

Mónica Cerrada . Ya no es tan importante lo que ha pasado en esa casa, ese día de lluvia, ¿no?

Marisa Moya . No es tan importante. Y aquella niña que te sacaba de sus casillas regularmente, es una mujer, veinte años después. Sueña para ella, Mónica. Sueña qué regalos en forma de cualidades, de características que le sirvan para ser, entre comillas, feliz, adaptativo porque hay que serlo y también transformadora, una mujer transformadora de su mundo, de su casa, de su empresa, de su pareja, de su sociedad. ¿Qué se te ocurre? ¿Qué cualidades le regalarías a tu hija?

Mónica Cerrada . A ver, sobre todo, que tuviera autonomía, que fuera resolutiva, que pudiera valerse por sí misma, que fuera una persona respetuosa…

Marisa Moya . Fíjate, Mónica. En unos segundos, y nos fluye, ¿no? Cuando a uno le invitan: «Regala a tus hijos cualidades humanas». Todo te parece poco.

Mónica Cerrada . Todo, claro.

Marisa Moya . Todo te parece poco. Entonces, bueno, pues ahí tienes un montón. Nos saldría otro listado enorme.

Mónica Cerrada . Grandísimo.

Marisa Moya . Y ahora, en esta dinámica que yo estoy utilizando para que sea la base de toda nuestra conversación, te invito a ver que hemos creado juntas un mapa. La primera lista es el presente. El presente nos da muchas situaciones, muchas oportunidades gozosas, satisfactorias, ¿cómo no? ¿Sí? Sin embargo, también está ese listado apabullante, la de los problemas, la de los problemas. Y, al lado, hemos construido, hemos creado juntas otra lista veinte años, veinticinco años después: el futuro, el destino. Imagínate que la educación fuera un viaje largo, hermoso y esforzado, ¿sí?

Mónica Cerrada . Que lo es.

Marisa Moya . Que lo es. Bien, pues hay muchas personas que sienten, ante este mapa, que nacer es suficiente y que pertenecer al género humano te da la condición de ser humano y esto no es así. A humanizarse se aprende. Hace falta que en cada hogar, en cada escuela, montemos un gimnasio. «¿Un gimnasio de qué, Marisa? Con todas las tareas que ya tengo».

Mónica Cerrada . No me da para tanto, claro.

Marisa Moya . No me da para tanto. Pues, un gimnasio de esas cualidades que les deseas para los veinticinco años. Porque es que, además de que no se nace con ellas puestas, tampoco dejando transcurrir la vida se logran. A veces sí, ¿pero lo vas a dejar al azar?

Mónica Cerrada . Hay que entrenarlo.

Marisa Moya . Es un ser humano, vamos a entrenar los músculos de todo lo que has dicho, de la tolerancia, del respeto, de la empatía, de la generosidad, del sentido del humor, de relativizar, de amar, de recibir afecto, ¿sí? Vamos a montar este gimnasio. Esta puede ser una gran idea: vivir el problema, aquello que me destapaba, que me sacaba de quicio, vamos a intentar verlo como una grandísima oportunidad, una grandísima oportunidad como inspiración.

Mónica Cerrada . Sí.

16:53
Marisa Moya . Cuando veas, mañana, discutir a tus hijas, te vas a acordar de mí, de la disciplina positiva. Seguramente, dirás: «Qué alegría, chicas. Tenemos las tres una oportunidad, tenemos una oportunidad de gimnasio. Vosotras tenéis la oportunidad, con este problema, de observar. De observar, ¿qué?

Mónica Cerrada . Cómo reaccionó yo.

Marisa Moya . Cómo lo haces. Eres entrenadora de vida.

Mónica Cerrada . Entiendo.

Marisa Moya . ¿Qué pudiste aprender hoy? ¿Cuánta musculatura pudiste entrenar? Sí, algunos de los objetivos, Mónica, son casi de una vida. El ritmo, la urgencia, es una trampa mortal en educación. Porque se da igual que sea el XIX, el XX, el XXI, y me imagino que va a seguir así a lo largo de los tiempos. La infancia se cuece a fuego lento. Hemos hablado de un gimnasio, ¿sí? Y este gimnasio no se improvisa en una clase magistral, que un día te la puedes permitir. Un gimnasio no consiste en un sumatorio de sermones. Dijimos con los criterios de la disciplina positiva: «Los niños necesitan capacitación en recursos para convertirse en personas». Y la capacitación se logra fundamentalmente haciendo, ¿sí? Entonces, ahí tenemos una barrera y hay que repensárselo, también, y hay que priorizar. Si yo llego a mi casa… siempre pongo el ejemplo, le llamamos el niño pintor. Yo llego a mi casa por la tarde. He tenido una jornada increíble. Fíjate que nuestro cerebro, aunque ha evolucionado mucho, sigue englobando el cerebro de los primeros reptiles y sigue escaneando… El primer escaneo de vida es en función… eres información, eres pro supervivencia o en contra de la supervivencia. Y tenemos… Ahora no nos come una bestia, nos comen cincuenta todos los días. Desde que tú vas al portal y abres el buzón y te encuentras la carta de la hipoteca, a que llegas a tu empresa y te encuentras con la cara de póquer que tiene esta mañana tu jefa, o ese señor que iba en el coche y que dijo algo así como «Mujer tenías que ser», ¿no? Y, entonces, poco a poco, tú te vas destapando y resulta que tu cerebro, cuando funciona bien, y estos son los avances de la neurociencia, es cuando está integradito, cuando mi cerebro pensante engloba mi cerebro emocional y a mi cerebro impulsivo instintivo. Luego, además, soy maestra y convivo con veintiocho… bueno, vamos a ver, con veintiocho cerebros prácticamente irracionales, impulsivos y emocionales, y que todavía están en su proceso de maduración de cerebro superior. Total, que cuando salgo de mi trabajo, yo he ido a un curso de disciplina positiva y sé que para cuidar a mis hijas las mejores de mis decisiones, las más sabias no provienen ni de mi cocodrila ni de mi mona, sino de que yo consiga tener mi cerebro integrado.

20:42
Marisa Moya . Intento evocar emociones casi… Bueno, pues aquel día de la playa, aquel sol…

Mónica Cerrada . Positivas, ¿no?

Marisa Moya . Y te vuelvo a sentir sol, te vuelvo a sentir mar. Bueno, me pongo la música, en el peor de los casos y como mis lóbulos prefrontales, que son los encargados de pensar y de tomar decisiones sabias, están obstinados, pues voy a contar de cien para atrás de siete en siete, lo que sea, porque cuando llegue a casa está lo mejor. ¿Y qué es lo que le pasa lo mejor que tengo en este mundo? Que tiene dos años y medio. Como hoy llegué tarde y el padre traía también un montón de tarea que tuvo que hacer metiéndose en el ordenador, pues este chiquillo de dos años y medio no está supervisado y, últimamente, él tenía algo en su cabeza. Había visto como unos hombres de blanco, que se llaman pintores, habían hecho maravillas en su casa y todo el mundo estaba contento. Los niños son grandísimos perceptores. «Mira, pues cuando se pinta las paredes, la gente se encuentra alegre, se siente bien y, además, mi abuela que vino a ver la casa, la encontró espectacular y me quiere tanto, me hizo un regalo de los que sabe que a mí me llegan al corazón. Me regaló botecitos de pintura. Caramba qué oportunidad más fantástica. Tengo un pasillo blanco, impoluto, nuclear».

Mónica Cerrada . Madre mía, Marisa.

Marisa Moya . Dopamina para el cerebro infantil. Y hago un fresco en minutos con todo el cuerpo, como aprenden los de Infantil.

Mónica Cerrada . Experimentan.

Marisa Moya . Y allí llega esta mujer, con su tapa bajadita del siglo XXI, luchando contra mil molinos. Y, entonces, esta mujer entra y ve a aquella criatura y dice: «Dios mío. Por fin, ya estamos. Cuánto te quiero». Pero, un ojo se le para el rabillo y ve aquel fresco que ni Goya en sus mejores tiempos. Y, de repente, otra vez tu primitivo escaneando. El primitivo solo escanea en blanco y negro. Esto es amenaza o es bueno, pues una oportunidad de supervivencia. Desde luego no es grato para el cerebro de una madre ver este pasillo y, de repente, se me va a ir la tapa. Si yo me dejo llevar por las herramientas a corto plazo, yo voy a tomar decisiones desde aquí y desde aquí.

Mónica Cerrada . De acuerdo.

Marisa Moya . Los lagartos a veces se comen a sus hijos, ¿sí? Es importante que yo no actúe en este momento, lo más importante que puede recibir la infancia en ese gimnasio, entrenamiento, es que el adulto modele cómo se recupera el cerebro pensante, ¿sí?

24:10
Mónica Cerrada . ¿Qué le recomiendas a esa madre que haga en este momento en que, seguramente, lo que le entran ganas es de ponerse a gritar y a escenificar?

Marisa Moya . ¿Es un comportamiento, es un mal comportamiento el de este chiquillo?

Mónica Cerrada . Claro, es una gran pregunta. ¿Se ha comportado mal o se ha comportado en función de lo que él ha sentido que iba a agradar o que estaba…?

Marisa Moya . Es un niño de primera infancia. ¿Cuál es su deber?

Mónica Cerrada . Divertirse, jugar…

Marisa Moya . Hacer y explorar con todo su cuerpo, tenía él razón. Porque, si no, tiene millones de neuronas sin tarea esperando la información para establecer sinapsis, para hacer sus redes, para establecer sus autopistas cerebrales. Luego, él necesita hacer, él tiene que absorber el mundo, él estaba haciendo lo correcto. No vamos a hablar del padre, de la supervisión, ¿bien?

Mónica Cerrada . De lo que estaba…

Marisa Moya . La primera infancia siempre, siempre tiene que estar supervisada. ¿Qué es lo que pasó? No había una supervisión, para satisfacer la necesidad infantil el niño necesita pintar. En primera infancia, no digas apenas noes, no tienen significado para ellos, limítalo a lo justo y necesario. Sin embargo, muéstrales la alternativa, diles lo que sí pueden hacer para satisfacer necesidades que son con la fuerza de un huracán, vienen predeterminados para explorar. En este momento, yo lo que aconsejo a esta madre es que respire, ¿sí?

Mónica Cerrada . ¿Que se marche a otro espacio, a lo mejor?

Marisa Moya . Sí, cierra tu boca porque, si abres la boca cuando estás en tu cerebro primitivo, van a salir cosas de las que luego no vas a estar contenta, y tampoco van a ser efectivas para el niño, que de repente estaba con su cerebro integradito y, a través de neuronas espejo y de tu gran estallido, también se destapó. Con la diferencia de que los pequeñitos luego no tienen herramientas para recuperar su centro. Tu calma es su calma, ¿sí? Si queremos solucionar la situación, tiene que ser desde cerebros pensantes. El de dos años y medio hasta donde llegue, ¿sí? Entonces, en ese momento, pues, a lo mejor hay que tirarse al suelo, hay que ponerse un barco de papel en la panza y a ver cómo tenemos la marejada de alta, y respirar y respirar y, a lo mejor, tiene que pasar un tiempo hasta que yo pueda retomar la situación. Una vez que yo retome la situación y ya esté centradita, y que el cerebro infantil también esté receptivo, tenemos la receptividad cuando los dos hemisferios están integrados, entonces, sí, ya tengo su atención, no me interesa culpabilizar a mi hijo, no me interesa buscar culpables ni herir ni lastimar ni etiquetar. Cuidado con la magnitud que ponemos al hecho educativo. A veces, lo que hacían los niños, como comentaba, tan solo es comportamiento apropiado por edad. Sin embargo, tu intervención le dio una magnitud que, incluso, puede interesarle.

El castigo no es educativo, es inseguridad adulta. Marisa Moya
27:50
Mónica Cerrada . A la hora de poner límites, por ejemplo, me gustaría que habláramos un poco esto. De cómo poner límites a los pequeños, cómo hacer para limitar sus conductas y no caer en castigos, por ejemplo, o en otro tipo de herramientas que muchas veces se ponen sobre la mesa y que creo que, en este sentido, no están aportando a lo que nos has explicado de disciplina positiva.

Marisa Moya . ¿Tú necesitas reglas estrictas para controlar a otro? Esto no es el límite en disciplina positiva. ¿Cómo sentirías que es un límite si yo te digo que es una tarea que tiene sentido para tu vida?

Mónica Cerrada . Más tranquila. Sí.

Marisa Moya . Más tranquila, porque a nadie le gusta ceder en su espacio. Esto ya, de la pauta, la regla, la norma, ya suena a: «Bueno, voy a tener que ceder, no voy a hacer todo lo que yo quiera». Bueno, pues estos son… Esto es para la disciplina positiva. Las pautas no son reglas labradas en piedra. No es un proceso unilateral que ha inventado alguien y que a ti solo te tiene en cuenta como mero receptor. ¿Por qué? Porque, si es así, es fácil que yo logre obediencia. La obediencia es una actuación, no es respeto. La obediencia está basada en sentimientos de miedo y culpa, esto no me debe interesar como educadora. Pero, también, a la vez que sumisión, estoy haciendo una invitación a los niños y niñas para otro tipo de reacción, y es la rebeldía. Y de esto, por ejemplo, mi generación sabe un poco, ¿sí? Entonces, ¿qué es una pauta que sirva para vivir? Pues, precisamente eso. Son normas, procesos de construcción de normas, que los niños van interiorizando a medida que van cobrando sentido para su vida y le van encontrando la motivación y el aliento que supone el esforzarse. ¿Por qué? Porque me permiten respetarme a mí mismo, me permiten mantenerme seguro, pero también me permiten comprender a los demás, y, de la misma manera, intervenir en mis comunidades con contribuciones que me hagan sentir útil y participante del bien común. Bueno, no parece una mala propuesta, ¿no? Entonces, ¿cómo vamos a hacer esto?

30:44
Mónica Cerrada . Claro, ¿tenemos que consensuarlo con ellos? ¿Cómo logramos que lo sienta como una pauta y no como un límite, como decías?

Marisa Moya . Mira, en primera infancia, los límites los pone el adulto. Sí que es, todavía, unilateral. Tienen que ser poquitos, que sienten bien, que sirvan para mantener la seguridad del niño y que vayan situándolo en un pequeñito espacio. Y el límite siempre tiene que ir acompañado de esa alternativa que decíamos antes: «En esta pared no se pinta. Se puede pintar aquí».

Mónica Cerrada . Darle, siempre, una alternativa.

Marisa Moya . Sí, no le des un no para toda la vida a un niño. Lo primero es que no va a poder cumplirlo por mandato, como decíamos antes, imperioso de su cerebro, afortunadamente. Pero, si los niños no fuesen tenaces, muchos de ellos se quedarían atrofiaditos, pobrecitos. O sea, a pesar de ti, adulto, consigo desarrollar todo mi poder exploratorio. Luego ya, a partir de que los niños van desarrollando la empatía, cinco o seis años, ya entonces sí que vamos a hacer compromisos. Sí, hay muchas herramientas de disciplina positiva en las que hay resolución conjunta de problemas. Y, en estos compromisos, lo que vamos a hacer es buscar acuerdos. El niño o la niña va a tener más intervención, va a lograr una participación y una involucración más grande, a medida que va mostrando la ejercitación de la responsabilidad. Porque, fíjate tú, que nos estamos jugando, nada más y nada menos, que la responsabilidad interna de una persona, no el que me controlen y actúo bien cuando está ahí el control.

Mónica Cerrada . Sino que sale de mí, claro.

Marisa Moya . Sino que sale de mí. Es muy importante. Para que los límites sean cercanos a los niños y no nos alejen de ellos, es muy importante informar. Seguramente, si tú vas a tener que hacer un esfuerzo, Mónica, te gusta saber que te tienen en cuenta. Y te tienen en cuenta explicándote qué se requiere de ti.

Mónica Cerrada . Claro.

Marisa Moya . ¿Te gusta saber cuál es el objetivo?

Mónica Cerrada . Sí, por supuesto.

Marisa Moya . Te gusta saber qué recursos tenemos en nuestra clase o nuestra familia para conseguirlo?

Mónica Cerrada . Claro.

Marisa Moya . ¿Esto te hace sentir aliento?

Mónica Cerrada . Claro, antes de…

Marisa Moya . Pues esto es una base inexcusable. Otra parte importante de la información. Palabras que son definitivas para la humanidad, la tolerancia, la generosidad, como decíamos al principio, ¿y qué significado tienen para los niños y las niñas? Si pudieran, nos dirían: «¿Y cómo se hace? ¿Cómo se aplica en la vida real».

Mónica Cerrada . «¿Cómo se hace?», claro, «Si no tengo el ejemplo, si no sé…».

Marisa Moya . Entonces, cuando un límite, en tu comunidad, tenga esa palabra, ese término grande, que es necesario, que es imprescindible, nos hacemos columnitas en carteles más o menos lúdicos, creativos. Cuanto más juego haya en la vida del niño, mucho mejor se lleva. No solo en la vida del niño, ojalá no se eliminara, en toda la vida, el componente lúdico. Y, entonces, le vamos a decir: «Sí. El respeto se hace, en nuestra casa, así».

34:21
Mónica Cerrada . Quería, también, hablar sobre los adolescentes. Porque hablamos mucho de niños, y pueden, muchas familias que nos están viendo, decir: «Madre mía, y yo, ya, que no he hecho todo esto antes, no estoy al día».

Marisa Moya . «No estoy a tiempo».

Mónica Cerrada . «¿Estoy a tiempo de hacerlo? ¿No estoy a tiempo de hacerlo?», claro.

Marisa Moya . Es una pregunta, para mí, muy importante, sí. Es importante. Yo, antes de ser entrenadora de disciplina positiva, ya había tomado una decisión. Soy responsable de la educación de muchos niños pequeños. Llevo toda mi vida dedicada a cuidar infancia. Y, de alguna manera, había llegado a la conclusión de que los centros escolares y los hogares, que tendrían que ser ese entorno casi exclusivo o de panacea donde el principio, el valor, el amor, la comprensión se mamen, nutran cada día esos centímetros de nuestra individualidad y de nuestra persona. Y, paradójicamente, nos encontramos con que los niños viven situaciones que no deberían vivir. El castigo no es una estrategia educativa. El castigo es inseguridad adulta. Bien es cierto que no hay mala intención, que los adultos queremos educar, que nos asustamos por: «¿Y si no atajo esta situación, en este momento, qué va a ser de él, qué va a ser de ella?». Y, entonces, me asalta el miedo y, lo que decíamos antes, controlo. Y, entonces, ahí viene la humillación, viene la vergüenza, viene el hacer sentir miedo, viene la etiqueta. En cualquiera de sus modalidades, no hay etiqueta positiva, ninguna es valiosa. Entonces, cuando los niños se están portando mal, están poniendo una solución a su problema. Podríamos decir que la conducta es la punta de un iceberg y que ahí debajo, ahí está todo el motor que llevó a la conclusión al niño. Qué percibió de la vida, cómo lo interpretó, qué creencia errónea instaló en su mente sobre cómo recuperar: «Soy una niña, me ha venido un hermano, me han dicho que es un gran regalo. Sin embargo, me asusto, me muero, creo que no soy importante para vosotros. ¿Cómo os recupero?»

Mónica Cerrada . «Necesito vuestra atención», quizá, también.

Marisa Moya . Y, de repente, esta mujer va a dejar de comer, y su papá y su mamá van a ir hacia ella y le van a decir: «¿Estás enferma, corazón». Los niños, como grandes científicos, ha anotado: «Apareció la ternura. Os recuperé. No comer funciona». Sí, constatación casi científica. Y, de repente, el adulto se convirtió, sin saberlo, en alimento de una expectativa que funciona. Y así se van construyendo patrones y plantillas para la vida. Pero esta niña, otro día, va a dejar la hora, que tenía ya su secuencia para ir a dormir, y se va a mostrar temerosa, enfadada, asustada, va a tener rabietas. Y el adulto se va a enfadar muchísimo y va a hacer cosas extrañísimas a la hora del sueño e incluso castigar. Castigar con retirada de seguridad. Y te meto en mi habitación. Y ya te he dicho que tienes que dormir. Y voy y te lo repito y, cada vez, en un tono más alto. Y esto solo está alimentando la amígdala que llega a desbordarse. La tormenta emocional que tiene el niño es grande y no tiene herramientas. Porque la construcción de la autorregulación y del autocontrol… Esas habilidades son funciones ejecutivas superiores que tardan mucho tiempo en ejercitarse y que, además, has tenido que ir mucho al gimnasio.

38:51
Marisa Moya . El error para nosotros, el mal comportamiento, es oportunidad, lo dije al principio y tengo que repetirlo muchas veces, es oportunidad, esto nos cuesta muchísimo verlo al adulto. ¿Y de qué es oportunidad? De dos pasos muy importantes. Uno de conciencia emocional. Si yo estoy en una equivocación más o menos seria, yo tengo que utilizar este proceso para saber qué sentimientos me movilizaron a tomar esa decisión. Y las casas, los hogares, las escuelas tienen que llenarse de términos emocionales que le hablen al niño sobre sí mismo, sobre esa base, que es inspiradora, de creencias y también de la manera en la que tú etiquetas la vida o te conduces en la vida. ¿Qué emoción siento? Si yo no sé bien qué emoción siento, ¿cómo voy a acertar con la herramienta de modulación emocional? Pues de pura chiripa, sí.

Mónica Cerrada . Hay que ayudar a identificar.

Marisa Moya . Identificar, conciencia emocional siempre, siempre. «Qué bonito. O sea, que el niño acaba de pegar al otro niño, y usted con palabritas tiernas». Sí, es imprescindible. Porque, si yo no aludo a lo que fue el impulso, a lo que fue el instinto, a lo que fue mi movilizador, el niño no sabe de dónde ha partido, de dónde le vino aquella decisión. Y, mientras tanto, esto al niño le valida emocionalmente. Es muy importante, a la hora de abordar el error, que los padres y los niños sepan que lo que siento no es lo que soy, no es lo que hago, ¿sí?

Mónica Cerrada . Tu conducta no eres tú.

Marisa Moya . Esto es. Si yo me equivoco, yo no soy un error. Muy importante. ¿Por qué? Porque lo que sientas es aceptable. Y sentir es imprescindible, y no hay más que hablar.

Mónica Cerrada . Sea cual sea la emoción que sientas.

Marisa Moya . Sea cual sea. Se está aprendiendo del proceso, del error contemplado como oportunidad siempre.

41:08
Marisa Moya . La adolescencia, creo que es Jane Nelsen, en su libro sobre adolescencia, ella y Lynn Lott han hecho muchísimas publicaciones sobre su trabajo y sus investigaciones y sus talleres, que son oro pulido para las familias y las personas que queremos mejorar en educación. Y ella dice: «Bueno, la adolescencia viene a ser como tu segundo nacimiento». Creo que la frase no es suya, pero bueno, yo la tengo vinculada a ella. Y entonces, dice: «La primera vez, tú naces de tu madre. Y, en la adolescencia, tienes que nacer para ti mismo y para el mundo». Esto no es fácil. Ningún parto es fácil.

Mónica Cerrada . Es como un segundo proceso.

Marisa Moya . Sin embargo, es una obra creativa impresionante. Y así hay que ver la adolescencia. El niño, la niña, el joven está naciendo para sí mismo. Se está despegando de sus vínculos familiares, aunque luego los va a retomar, no te preocupes madre, padre, para pegarse a sí mismo y para apegarse al mundo grande de la sociedad. ¿Importante qué es? Pues que ahí es, realmente, donde el gimnasio empieza a notarse más.

Mónica Cerrada . Y, si no lo hemos ejercitado lo suficiente…

Marisa Moya . Y los niños tienen unas raíces fuertes, firmes, profundas, a pesar de lo convulsa que es la etapa, de la tensión y de la confusión que sienten, ahí están sus raíces. Y esa firmeza se va a comunicar a toda su persona. Y, bueno, pues es el momento de otro gimnasio. Tenemos ahí las raíces y vamos a empezar a extender las alas. Tenemos que volar solos. Y, fíjate, que tienen que demostrárselo. Sus relaciones, las atmósferas, lo que viven, lo que sienten, lo que piensan, lo que deciden tiene que llevarles a la conclusión de que; «Sí, tu proceso de individualidad es OK». Entonces, más que nunca, si el control nunca sienta bien, el control como dominio de otra persona, no te metas en luchas de poder. Esta vez, es posible que no ganes. Hay que ganarse a los adolescentes para la cooperación, no ganar a los adolescentes a costa de lo que sea. Trabaja muchísimo la comunicación, fuera sermones, fuera clases magistrales, ya has dado muchas. Ahora, lo que toca, es el momento de la complicidad. Ellos tienen que tener su mundo, su intimidad, sentirse cómodos con el lío emocional que tienen. Pide permiso para las conversaciones, que esté receptivo, pregunta. Utiliza, mucho más que nunca, otra vez casi como en la primera infancia, la creatividad, lo hipotético. No lo pongas en primera persona. ¿Quiere conversar? Te va a hacer un gesto. Pues venga, prende ahí, ¿sí? Ahora, si yo me voy directamente, y le voy a decir: «Ni se te ocurra, esta noche, porque es que como se te ocurra, la vamos a tener. Te voy a retirar todas las pagas y todos los privilegios». Bueno, pues vamos a ver, que sepas que, al menos, ese día, el gimnasio lo perdiste, el gimnasio lo perdió y la invitación es a la resistencia y a la rebeldía. Mídete bien, a ver con cuántas fuerzas dispones, ¿bien? Entonces, muy importante que los niños sepan que estás ahí.

Mónica Cerrada . Pero, Marisa, ¿hay un punto de no retorno?

Marisa Moya . Sí, los errores… los niños… Vamos a ver, tienen que saber que los errores en la adolescencia no se deshacen. Un error no se deshace, y, no digo «pero», y siempre hay oportunidad de aprender de ellos. La esperanza nunca tiene que faltar en la vida de los niños ni de las personas. ¿Te acuerdas qué decíamos antes, la lupa de la fortaleza? «Metí la pata, me equivoqué». Con consecuencias, incluso, serias. Eso ya no lo puedes deshacer. Con los adolescentes se aprende muchísimo, con los hijos. Parece que es su gimnasio y, de nuevo, tienes una grandísima oportunidad de renacimiento personal.

46:05
Mónica Cerrada . Hemos hablado mucho en nuestra conversación sobre familias, sobre hogares, sobre padres, madres. Y me gustaría que me dijeras, ¿qué pasa en las aulas? ¿Qué podemos hacer? ¿Desde la disciplina positiva se puede trabajar en aula, cuando tienen tantos niños, cuando el esfuerzo es inmensamente mayor que en el propio hogar?

Marisa Moya . Fíjate, que empezabas esta conversación diciendo: «Siento que la vida del siglo XXI pudiera ser incongruencia con la necesidad infantil. Estas responsabilidades en las que nos hemos metido los adultos, a veces, nos alejan de nuestra verdadera prioridad. Y nuestra prioridad como padres, madres y educadores es cuidar bien infancia. La disciplina positiva ofrece un programa que es oro pulido para la escuela, para el aula. No es fácil con los 28 niños, igual que no es fácil con el ritmo de padres y madres.

El castigo no es educativo, es inseguridad adulta. Marisa Moya
Mónica Cerrada . Claro.

Marisa Moya . Bueno, pues ahí vamos a ver, vamos a tener que revisar. Hay que revisar, hay que… Bueno, yo, si me dejo llevar por mi efervescencia, yo lo que pido es una revolución. Porque ya no vale hacer parchecillos. Lo que necesitamos es que el planteamiento sea muy otro. ¿Y cuál es ese otro planteamiento? Pues, mire usted, es importante que un centro tenga en cuenta el conocimiento cognitivo, el académico, y que esta sea una prioridad. Sin embargo, un centro del siglo XXI, no puede pensar que la disciplina que usa va a tener que ser de castigos y premios para conseguir optimizar lo académico. Ya hay tantos estudios tan importantes que nos están diciendo que, si los niños no ven sus habilidades socioemocionales contempladas en la escuela, si los niños no ven comprendidos sus sentimientos y abordados en las estructuras cotidianas de la vida, de la escuela, es muy difícil aprender bien y es muy difícil que baje el comportamiento disruptivo. Luego, habrá que tomar nota. A veces, cuando un maestro, un profesor me dice: «Sí, yo tengo la presión de la programación», y digo: «Es cierto». Realmente, la disciplina positiva es un proyecto de comunidad y tiene que empezar porque los equipos directivos. Y tienes esa presión, pero yo, luego, le digo: «¿Y qué importa toda tu programación si solo tienes un cuerpo y perdiste su mente?».

Mónica Cerrada . No has conectado, claro, con él.

Marisa Moya . Invierte tiempo en preparar el terreno, en trabajar habilidades socioemocionales, en que los niños puedan conocer cuando se estresan, qué recursos hay en su aula para regular la intensidad emocional, que los niños tengan recursos, que sepan que pueden comunicar sus sentimientos, sus pensamientos, que pueden expresarse. Claro, es muy fácil que nos pasemos todo el día diciéndoles: «Así no, así no». Y que esto, además, suponga: «Pues te vas al pasillo o te vas a tu casa». Los reglamentos de los centros siguen incorporando este tipo de estrategias. En el año en que yo nací, y lo digo abiertamente, por fin se reconoce que algunas estrategias educativas son inaceptables. Yo llevo una vida entera. Esto está aceptado legalmente, que algunas estrategias no son aceptables, pero el recorrido es demasiado lento. Necesitamos cambiar nuestras destrezas, nuestras habilidades. La intención, el corazón del maestro es muchísimas veces poroso, permeable, grande, flexible, entregado, sí, porque es vocacional y lo dice una maestra. Sin embargo, también digo con dolor, cuando nos permitimos el confort, la comodidad, también es cierto que nos da miedo. Estamos con veintiocho, con veintiocho almas. Si yo abandono mis herramientas mientras construyo las nuevas, ¿qué va a pasar? Entonces, mucha comprensión para los centros, que sepan que existen proyectos hermosísimos. Y, bueno, tardaremos más o menos. La inspiración está ahí, la información también. No podemos hacernos, todavía, o seguir haciéndonos los sordos, los ciegos a una evidencia. Es una evidencia ya. Se puede educar mejor.

51:16
Mónica Cerrada . Me gustaría que nos dieras un mensaje para aquellas familias que han hecho, incluso, lo contrario a lo que hemos estado hablando. Que hay esperanza.

Marisa Moya . Bueno, pues mi mensaje es: «Ten el coraje de la imperfección, ten la valentía y el coraje de la imperfección». No hay padres ni madres, maestros ni maestras, no hay seres perfectos. La información es un tesoro que ya tenemos, que otras generaciones no tenían. Educaban en automático, como les habían educado a ellos. Y ahora tenemos información de muchísima gente importante trabajando por y para la educación con los educadores, con los padres y con las madres, como ya veía Adler hace casi un siglo. La humanidad va a mejorar cuando padres, madres, maestros y maestras seamos capaces de adquirir y de aprender destrezas. Y, luego, pues no desesperes, sé compasiva contigo misma. Esto va a ser alentador, ¿por qué? Porque no se cambia de un día para otro. Una vez que estás de acuerdo con la información y que la disciplina positiva tiene sentido para ti, ahora se inicia el proceso de cambio. Y un proceso de cambio de destrezas humanas no es un milagro y tampoco es magia. Este es tu proceso de cambio, sabes cuándo lo vas a empezar porque es una decisión personal, no sabes cuándo se va a acabar, probablemente, dure toda tu vida. ¿Merece la pena? Contéstate, contestémonos. ¿Por qué? Porque, nada más y nada menos, que tenemos, cada uno de nosotros, en mis talleres siempre hablo de tu parcela de poder, que no te la quita nadie. Un día te puedes quejar y echar las culpas a la administración, a las leyes… Bueno, porque estás cansada, porque estás harta. Sin embargo, yo a lo que invito es: «Coge tu parcela de poder. ¿Cuánto mide? ¿Un metro? Coge las riendas». Ahí tienes toda tu influencia y todo tu impacto. Ahí es donde van a ir las semillas. ¿Por qué? Porque tenemos en nuestras manos ser y actuar como mejores personas.

Mónica Cerrada . Desde nosotros. Muchas gracias, Marisa. Ha sido un placer.

Marisa Moya . Muchas gracias, Mónica.