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Cómo enseñar empatía a los niños

Boris Cyrulnik

Cómo enseñar empatía a los niños

Boris Cyrulnik

Neurólogo y psiquiatra


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Boris Cyrulnik

Boris Cyrulnik es psiquiatra, neurólogo, profesor de la Universidad de Tolón (Francia) y autor de libros como ‘Los patitos feos’, ‘Resiliencia y adaptación’ o ‘El amor que nos cura’. Considerado un referente internacional de la llamada “resiliencia”, —capacidad del ser humano para reponerse al dolor—, Cyrulnik sobrevivió a la Segunda Guerra Mundial y el nazismo con seis años de edad, cuando perdió a gran parte de su familia en Auschwitz. A pesar de vivir experiencias traumáticas, el profesor Cyrulnik es un ejemplo de superación y ha dedicado gran parte de su vida a estudiar los mecanismos del ser humano para combatir el sufrimiento. Colaborador de la Asociación para el Estudio Sistémico de la Familia y otros Sistemas Humanos (AESFASHU), el neuropsiquiatra acaba de recibir el encargo del gobierno francés para fomentar la empatía desde las guarderías. "La clave para crear sociedades altruistas, empáticas y resilientes es la “segurización”, es decir, la creación de un entorno seguro y afectuoso para el niño, tanto en su hogar como en la escuela, desde los primeros años de vida", afirma Cyrulnik. Para ello propone ralentizar los ritmos de vida y enseñar a los niños a confiar en sí mismos y en los demás.


Transcripción

00:01
Boris Cyrulnik. Me llamo Boris Cyrulnik. Soy neurólogo y psiquiatra. Soy docente en la Universidad de Tolón; especialista en la «teoría del apego»: cómo aprende un niño a amar, es decir, cómo aprende a socializarse. Es la teoría más aceptada actualmente en las facultades de Psicología y Psiquiatría. He escrito 18 libros para el público general y 18 libros profesionales. Mi último libro se titula ‘Psicoterapia de Dios’ y reflexiona sobre la necesidad de creer, los beneficios de la creencia y también sus maleficios.

00:55
Violeta Esteban. Hola, señor Cyrulnik.

Boris Cyrulnik. Hola.

Violeta Esteban. Me llamo Violeta.

Boris Cyrulnik. Hola, Violeta.

01:02
Violeta Esteban. Soy psicóloga. Y estoy muy contenta de que esté hoy con nosotros para compartir un poco de lo que sabe. Para empezar, nos gustaría hablar del término «resiliencia», por el cual es usted una persona de referencia a nivel mundial. Da la impresión de que, últimamente, el término «resiliencia» está de moda. Mucha gente habla de él. ¿Podría explicarnos un poco en qué consiste la resiliencia?

01:45
Boris Cyrulnik. La definición de la resiliencia no puede ser más sencilla: es iniciar un nuevo desarrollo después de un trauma. No puede haber una definición más simple. Lo complicado es descubrir qué condiciones la permiten, es decir, la «segurización», la recuperación, las relaciones y la cultura. Hay que unir todo esto para responder a esa pregunta.

02:14
Violeta Esteban. ¿Cuáles son las características de una persona resiliente?

02:20
Boris Cyrulnik. Depende de la manera en que se construye la personalidad. Si alguien, desde el nacimiento e incluso antes, ha recibido improntas biológicas que lo fortalezcan, se desarrollará, y, si le ocurre una desgracia, sabrá enfrentarse mejor a ella. Ahí hablaríamos de resistencia. Si alguien está traumatizado, y, después de la desgracia, es capaz de iniciar un nuevo desarrollo, entonces hablamos de resiliencia. Es decir, depende un poco de la persona y mucho de su entorno: de su entorno antes del trauma y de su entorno después del trauma.

03:02
Violeta Esteban. ¿Cómo podemos ayudar a un niño para que sea más resiliente? Tanto en casa como en el colegio.

03:12
Boris Cyrulnik. Para que el niño pueda adquirir los factores que le permitirán ser resiliente, de entrada, hay que transmitirle seguridad. Primero, hay que darle seguridad a su madre. Estadísticamente, son las mujeres quienes se encargan de los niños, por eso tiene que sentirse segura, y ella, involuntariamente, transmite esa seguridad, que es lo que da seguridad al niño. También hace falta un entorno seguro estructurado por la madre y por alguien más, que puede ser el padre, la abuela, la guardería, el hogar familiar… Si el entorno seguro protege al bebé, al niño, cuando llega al colegio, ya ha adquirido el placer de aprender, y el colegio será para él una aventura, un estrés, un pequeño miedo, que será capaz de superar. Volverá por la tarde a su casa y estará orgulloso de sí mismo. Le contará a su mamá lo valiente que ha sido y lo que ha acontecido en el cole. Si ha estado vulnerabilizado porque su madre ha sufrido agresiones, porque ha sido abandonada, porque ha estado enferma, porque la vida puede ser muy difícil… Pero los dos grandes factores que vulnerabilizan al bebé son la violencia conyugal y la precariedad social. Es decir, que, si alrededor del niño hay violencia conyugal, quien sufre es el bebé, aunque nadie lo toque. Si los padres viven en la precariedad social, algo que cada vez es más frecuente, son padres que no están disponibles, no tienen ganas de jugar con el niño, están tristes, y el entorno que envuelve al niño no le aporta seguridad. Y por eso vemos grupos de niños que no se sienten seguros, que llegan al colegio y le tienen miedo, no les gusta nada. Estos niños lo tienen difícil para ser buenos estudiantes. No es porque tengan un cerebro peor, sino porque no han sentido seguridad desde que empezó a construirse su personalidad.

05:30
Violeta Esteban. Hemos hablado varias veces sobre «segurizar» a los niños. ¿Podría explicarnos a qué se refiere cuando habla de «segurizar» a los niños?

05:45
Boris Cyrulnik. La definición de «segurización» es crear un apego familiar. Y el apego… El amor es algo flamante, es fiebre, es ardor… Está separado de la realidad. Mientras que el apego, por el contrario, se teje en el día a día. Con la forma de hablar, compartir el desayuno, la forma de sonreír, la forma de enfadarse también. Está en la vida cotidiana. Pero se va tejiendo en el día a día, por lo que apego no es amor. Pero el apego, una vez creado, se convierte en un vínculo muy fuerte, y los niños se sienten seguros por ese fuerte vínculo, porque es un sentimiento de familiaridad. Sé cómo hablarle a mi madre, sé cómo hablarle a mi padre, sé que cuando mi padre hace esto, no me debo fiar, sé que este gesto lo conozco… Estoy tranquilo, estoy en casa, no tengo miedo. Sé los comportamientos, sé lo que hay que hacer. Yo, niño, he aprendido a hacer esto, estoy tranquilo, no angustiado. Aunque haya una adversidad, que siempre las hay en el día a día, sabré cómo gestionarla: no me angustia. Lo que crea esa seguridad en un niño es ese vínculo que se va tejiendo a diario, palabra a palabra, desayuno a desayuno… Las cosas cotidianas crean un vínculo que da seguridad al niño.

07:20
Violeta Esteban. Hay muchos hogares donde el padre trabaja, la madre trabaja; tienen poco tiempo, todo va muy deprisa, los niños tienen muchas obligaciones, actividades extraescolares… ¿Podría darnos algún consejo para estas familias, para que sus hijos y su entorno se sientan más seguros?

07:49
Boris Cyrulnik. Para que en estas familias haya seguridad, existe una palabra mágica: ralentizar. Y que aprendan a cantar o a hacer deporte con sus hijos. Actualmente, los occidentales vivimos en la cultura del esprint. Y nos sale carísimo. Los bebés estadounidenses tienen cada vez más ansiedad: los bebés. Porque Estados Unidos vive en la cultura del esprint que ha llegado a Europa, menos al norte de Europa. Allí, al contrario, aprenden a montar en bici, aprenden teatro, aprenden a usar la palabra, aprenden la lentitud, aprenden a cocinar… Yo lo he visto en Helsinki, en el colegio hay clases de cocina donde niños y niñas preparan platos e invitan a la clase de al lado. Y te aseguro que los niños lo hacen bien. Es decir que, por lo tanto, cuando llegan a la edad adulta, son excelentes: en clase, en ciencias, en arte… Son excelentes. Hay un 1% de analfabetismo. En Francia, estamos entre el 12% y el 15%. Un analfabeto será infeliz toda su vida. El uno por ciento en Finlandia, 12% a 15% en Francia. En los países del norte de Europa había muchos suicidios, probablemente debido a la falta de sol. Pero han reducido, en 10 años, la tasa de suicidio en un 40%. Cambiando la cultura. Es decir, que tenemos la posibilidad de intervenir y, por supuesto, hay que ralentizar y divertirse para aprender el arte de vivir.

“El altruismo nos ayuda a luchar contra el dolor”. Boris Cyrulnik
09:46
Violeta Esteban. ¿Tienen los profesores, en el colegio, la posibilidad de ayudar a los niños ante situaciones así?

09:55
Boris Cyrulnik. Los países del norte de Europa responden a su pregunta. Es decir, Noruega, Finlandia, Suecia… responden a esta pregunta. Allí tienen una estrategia educativa muy distinta de la nuestra y aún más de los países orientales como Japón o China. En los países orientales, obligan a «esprintar» a los niños, y el colegio es tan violento que los japoneses me han dicho que es una forma de maltrato. Los países del norte de Europa hacen lo contrario: ralentizan a los niños y así les dan seguridad. Los niños aprenden a resolver problemas con facilidad, por lo que tienen buena autoestima. Por eso, a los 15 años, cuando pasan las evaluaciones escolares, las pruebas PISA, determinadas por la UNESCO, los finlandeses son medalla de oro pese a que ralentizan todo lo posible el desarrollo de los niños. Ralentizándolos, les dan confianza, y los niños con confianza aprenden el juego del aprendizaje. Se lo pasan bien aprendiendo. Recuperan el retraso en pocos años, y a los 15 años, son medalla de oro en las evaluaciones de la UNESCO.

11:17
Violeta Esteban. Si no hemos adquirido la resiliencia en la infancia, ¿todavía podemos aprenderla en la edad adulta?

11:29
Boris Cyrulnik. La resiliencia está en marcha toda la vida, pero los primeros años son muy importantes. Es como una partida de ajedrez. Los primeros movimientos son muy importantes, pero, mientras la partida no haya terminado, siguen quedando buenos movimientos. La resiliencia no es la misma cuando somos niños, antes de hablar, cuando somos niños y sabemos hablar, cuando somos adolescentes o cuando somos personas adultas. Los casos que accionan la resiliencia no serán los mismos. La resiliencia funciona mucho peor pasados los 120 años. Ahí funciona peor.

12:11
Violeta Esteban. ¿Podría dar algún consejo específico para los adultos que quieran desarrollar la resiliencia?

12:22
Boris Cyrulnik. El primer consejo es que no se queden solos. Cuando sufrimos un trauma, estamos tan tristes que nos hacemos un ovillo, apretamos los dientes y nos aislamos, y esto solo agrava, ya que el recuerdo de la herida se refuerza más y más… Solo pensamos en eso y agravamos el sufrimiento. Así que, el primer consejo sería luchar contra uno mismo si nos apetece aislarnos y, sobre todo, hay que hablar o quedar con gente con la que tengamos confianza. Puede ser la mujer, el marido, la madre, un amigo, un cura, un monitor de deporte… Alguien con quien tengamos confianza. Y no tenemos por qué empezar a hablar de inmediato, primero tenemos que sentirnos seguros, como los niños, y luego, cuando nos sentimos seguros, podemos reflexionar y podemos empezar a hablar.

13:19
Violeta Esteban. Aunque no hayamos sufrido un trauma grave, hay cosas cotidianas que pueden influirnos: un divorcio, un despido… ¿Cómo pueden superarse estas cosas?

13:41
Boris Cyrulnik. Es imposible hacer un baremo de traumas. Si alguien ha sido «vulnerabilizado» durante su desarrollo, todo puede convertirse en trauma, todo puede ser herida: una mudanza, una mala palabra… porque se le ha hecho sentir vulnerable antes del suceso. Si, antes del suceso, fue reforzado durante su desarrollo, será muy difícil que se traumatice. Hay gente que atraviesa adversidades tremendas y sufren, pero no desarrollan trastorno por estrés postraumático. Y, al contrario: hay gente que ha sido «vulnerabilizada», debilitada, durante su desarrollo, por vivir en la precariedad social, por la violencia conyugal, por haber sufrido y no haberlo podido expresar, por haber ocultado el sufrimiento… En estos casos, cualquier suceso puede dañar muy profundamente. La diferencia entre el sufrimiento y el trauma es que… Ahora podemos ver el trauma mediante imágenes cerebrales, podemos ver cómo funciona el cerebro. Durante un trauma, el cerebro se apaga. No funciona o funciona mal. Mientras que en el sufrimiento el cerebro no se apaga. Estás afligido, ansioso, triste, enfadado… Pero el cerebro funciona, mientras que en un trauma, se ralentiza, no funciona. Solo muestra colores apagados: azul, verde, gris… Cuando el cerebro funciona bien porque estamos positivamente estimulados o contentos, el cerebro trabaja y consume energía, y se ve rojo, verde, amarillo y se desplaza por todo el cerebro. Hablamos de trauma si el cerebro se apaga, cuando estamos, como en boxeo, KO. Sin embargo, hablamos de adversidad si sufrimos pero el cerebro sigue funcionando bien. Y funciona bien si ha sido reforzado durante el desarrollo en la infancia temprana, y, al contrario, es débil si hemos sido debilitados durante la infancia temprana. No podemos señalar una causa-efecto. No podemos decir que un trauma causa mucho daño. Dependerá de la manera en que nos hayamos construido antes de enfrentarnos a la desgracia o la dificultad.

16:15
Violeta Esteban. También habla usted sobre la diferencia entre el trauma y la representación del trauma…

16:22
Boris Cyrulnik. Así es. En un trauma, se sufre. El sufrimiento forma parte de la condición humana. Estamos dolidos, tristes y sufrimos. Pero, después, cuando representamos lo que nos ha pasado, si estamos bien rodeados, si tenemos apoyo y tenemos la posibilidad de reflexionar, de pensar, sufrimos en lo real, pero pronto dejamos de sufrir en la representación de lo real. Pero si nos quedamos solos, solo pensamos en la desgracia: ¿Por qué me ha hecho esto? ¿Por qué he respondido así? ¿Por qué no me defendí? ¿Por qué nadie me defendió? Así, agravamos el sufrimiento y nos dirigimos de cabeza a la depresión. Así que depende del apoyo que recibimos después del trauma. Es un apoyo afectivo. No tiene por qué ser un psicólogo. Puede ser un amigo, un cura, el marido, la mujer, alguien en quien confiemos. Pero necesitamos tener apoyo y, para eso, no debemos quedarnos solos.

17:27
Violeta Esteban. Hemos hablado de resiliencia. Su historia personal es una inspiración para nosotros, porque, a pesar de vivir una situación difícil, lo ha superado todo. ¿Podría compartir con nosotros su historia personal? Y ¿cómo ha influido en su carrera profesional?

18:02
Boris Cyrulnik. Lo que motiva la psicología es la necesidad de comprender. Necesito comprender lo que me ha pasado. Muchos psicólogos tienen esta motivación, tienen la necesidad de comprender algo que les ha pasado. Es una buena motivación. Pero hay que trabajar: hay que leer, conocer, reflexionar… Es apasionante. Es agotador, pero es apasionante. Nací antes de la Segunda Guerra Mundial. Mis padres eran judíos ucranianos y polacos. Mi padre se alistó en el ejército francés para luchar contra los nazis. Resultó herido y fue arrestado en la cama del hospital, por la policía del país por el que luchaba, y desapareció en Auschwitz. Mi madre y gran parte de mi familia también desaparecieron en Auschwitz. Yo fui detenido por la Gestapo, la policía francesa asociada al ejército alemán, cuando tenía seis años y medio. Conseguí escaparme en unas condiciones surrealistas. Una vez liberado, cuando contaba lo que había vivido durante la guerra, la gente se partía de risa. Lo has oído bien, la gente se reía porque les parecía increíble. Y es que lo era.

19:31
Violeta Esteban. ¿Se partían de risa?

19:32
Boris Cyrulnik. Sí. La gente creía que me inventaba las historias. Creían que eran cosas que me había inventado. Luego, en 1982 u 83, escribí mi primer libro. Me invitaron a la televisión francesa, en Burdeos, donde me habían arrestado, y alguien llamó por teléfono al periodista y dijo: «¿Ese no es el pequeño Boris Cyrulnik, al que ayudé a escapar?». Y dejó su número de teléfono y su dirección. Llamé a un taxi y fui a ver a esta mujer, que era enfermera de la Cruz Roja. Yo tenía seis años cuando me escapé, no podía irme muy lejos. Me hizo señas para que me escondiera bajo el cuerpo de una señora moribunda, y el coche se marchó. De 1.700 personas arrestadas hubo dos supervivientes: esta señora y yo, que me había escondido debajo de ella. Me reencontré, gracias a la televisión de Burdeos, con todos los testigos de mi fuga. Ahora tengo relación de amistad con ellos y con sus hijos, y les contamos esta historia sonriendo. Porque algo que fue una tragedia durante y después de la guerra, con el paso del tiempo y después de haber trabajado, de haber intentado comprender por qué los hombres de un país culto… porque Alemania era el país más culto de Occidente en los años 30: país de científicos, músicos, había un jazz en Alemania muy alegre, precioso. Era el país más culto de Occidente, y fue en ese bonito país, en esa bella cultura germánica donde sucedió una de las mayores tragedias de la historia humana: la Segunda Guerra Mundial y el nazismo. Pero ahora podemos hablar de ello sonriendo; podemos intentar comprender. Con los hijos de esta señora y con los nietos de esta señora bajo la cual yo me escondí cuando estaba moribunda, hablamos de esto sonriendo.

“El altruismo nos ayuda a luchar contra el dolor”. Boris Cyrulnik
21:42
Violeta Esteban. Después de escuchar su historia, me pregunto… Para que un niño sea más resiliente, ¿los factores proceden del nacimiento, o sea, son genéticos, o tienen que ver con el entorno?

22:04
Boris Cyrulnik. El factor genético juega un papel muy pequeño. El sexo está determinado genéticamente, el color de los ojos, el color del pelo, hay 7.000 enfermedades genéticas… Todo esto no dice prácticamente nada de la condición humana. No he hablado del desarrollo del bebé en el interior de la madre las últimas semanas de embarazo. Ahora sabemos que hay una comunicación intensa entre la madre y el bebé. No he hablado del entorno seguro, no he hablado del colegio, no he hablado de la cultura… El factor genético existe, pero no dice casi nada de la condición humana. Así que sí, la genética afecta, pero muy, muy poco. Todo lo demás es afectivo y cultural.

22:54
Violeta Esteban. ¿Vivir un trauma o vivir una situación de aislamiento afectivo, de carencia, puede afectar al desarrollo neurológico de un niño?

23:09
Boris Cyrulnik. Esta cuestión es importante. Sabemos, desde la Segunda Guerra Mundial, que los niños, los ingleses que estuvieron bajo el bombardeo del ejército nazi, quedaron muy traumatizados: vieron morir a sus padres y ellos quedaron enterrados entre los escombros. Fueron acogidos por Anna Freud, hija de Sigmund Freud. Estaban acogidos en Hampstead, un barrio de Londres. Todos estos niños tenían un retraso en el desarrollo, y no se sabía por qué. Ahora sí que sabemos, gracias a la psicología y a la neuroimagen. Se pueden hacer pruebas de desarrollo y ver que esos niños tienen un retraso. No hablan, dejan de hablar, o hablan más tarde. La emoción les impide hablar. Y en un análisis cuantitativo se ve que estos niños no segregan hormonas del crecimiento ni hormonas sexuales, lo cual explica por qué las carencias afectivas tienen esa dimensión. Ahora, con las imágenes cerebrales vemos que, cuando el niño está afectivamente aislado, presenta una atrofia de los lóbulos prefrontales, y de los circuitos de la memoria y las emociones. Y, por contra, presentan una hipertrofia de una serie de neuronas que tratan las emociones insoportables. Esto hace que los niños que han estado aislados o privados de afecto en la edad temprana, más adelante y durante toda la vida, si los dejan solos, interpretan toda información como una agresión. Tienen miedo de todo, se sienten agredidos por todo. No hay que mirar en el contexto, sino en la infancia temprana, cuando fueron privados de afecto. Se tienen que tomar decisiones políticas. Las mujeres embarazadas tienen que estar tranquilas, hay que permitir que organicen un entorno seguro desde el primer mes, con la madre, claro, y con el padre, o con la abuelita, y hay que cambiar la estructura educativa para dar seguridad a los niños en lugar de fustigarlos para obtener buenos resultados escolares. A partir de entonces, habrá cada vez más niños resilientes. No se acabarán las adversidades de la vida, pero podrán afrontarlas mejor y no serán prisioneros de la desgracia.

25:42
Violeta Esteban. Sabemos que, entre las personas que han vivido situaciones de vida difíciles, hay muchos pintores, cineastas, escritores… ¿Tiene el cerebro algún mecanismo para superar o defenderse cuando vivimos situaciones difíciles?

26:10
Boris Cyrulnik. La vida es apasionante y difícil. Suprimir la tragedia de la condición humana… Si cerramos las bibliotecas, suprimimos el cine, acabamos con el teatro… Todas las producciones artísticas están hechas para superar la tragedia. Las películas cuentan tragedias, cuentan historias emotivas de gente, de niños, que consiguen superar la tragedia. Y, para nosotros, son maneras de comprender pero para los dañados, los traumatizados, es también una forma de pedirle al artista que sea su portavoz. Si me ha pasado algo que no tengo fuerza o valor para contar, porque, si cuento lo que me ha pasado, para mí será duro y para ti, difícil de escuchar, y vas a querer que me calle. Eso es lo que pasó después de la guerra, la negación cultural francesa y en España puede que también hubiera, igual que en Alemania y en todos los países que han vivido tragedias en la historia. La negación es protectora porque nos permite evitar afrontar el problema. Pero esta negación que nos protege, obstaculiza la resiliencia porque no afrontamos el problema. Sin embargo, cuando damos la palabra a los artistas, a los poetas, los cantantes, escritores, cineastas, ahí las emociones están controladas. Porque podemos hacer del actor… El actor se convierte en nuestro portavoz y él dirá lo que yo no tengo fuerza para decir. El desvío, el alejamiento de la emoción, el control de la emoción, la representación de la tragedia de manera soportable ya sea con una película, una novela… Así los demás pueden intentar entender sin angustiarse ni sentirse incómodos por la tragedia. Si yo te cuento la tragedia que me ha ocurrido, vas a querer que me calle porque te incomodará. Y me dirás: «Bueno, ya pasó», pero no, no ha pasado. Está grabado en mi memoria. Puedo callarme: si me pides que me calle, yo me callo. Pero no ha pasado. Al revés, si me callo, le daré vueltas y lo reforzaré. Si te digo: «Yo no tengo fuerzas para decirlo, pero ve al cine a ver tal película que cuenta una historia de una violación, cuenta cómo consigue una mujer forcejear, defenderse, volver a la vida… Ve al cine a ver la historia de un exilio, para ver cómo se han adaptado a una nueva cultura, que no siempre fueron bien recibidos… Llorarás, te emocionarás y comprenderás, y, a partir de ahí, nos entenderemos mejor y podremos hablar, gracias a los artistas». El arte juega un papel muy importante en el proceso de resiliencia. Además, todos los niños se benefician de esto, estén o no traumatizados. Se benefician de la función artística y debemos informarles, debemos entrenarles para convertirse en pequeños artistas. Porque, como la madre está siempre ahí, el niño no necesita nada, es ella quien lo recibe todo en lugar del niño. Pero cuando la madre se va a trabajar o a ocuparse de ella misma, hacer la compra, el niño está solo. Y tiene que aprender a soportar la marcha de su madre haciendo dibujos y pensando: «Cuando vuelva mamá, le daré este dibujo y se pondrá contenta, me dará un abrazo y será una fiesta afectiva. Después, si mamá se va, si mis amigos se van, lo contaré, escribiré un relato». Lo comprenderán. Es verdad que necesitamos una carencia para volvernos creativos. La carencia invita a la creatividad. En un niño totalmente aislado, su cerebro estará dañado y no podrá ser creativo. Pero un niño demasiado protegido, tampoco invita a la creatividad. Entonces, la madre, el padre, tienen que estar ahí para darle seguridad y, de vez en cuando, considerarse a sí mismos como personas para dejar un espacio vacío al niño para que el niño dibuje, invente un cuento, una novelita, para esperar el retorno de la madre. Es la carencia lo que invita a la creatividad.

30:57
Violeta Esteban. Entonces, cuando habla de resiliencia, también habla de altruismo. ¿Existe una relación entre el altruismo y la resiliencia? Hemos leído que hay mecanismos de defensa psicológicos positivos. ¿Puede hablarnos un poco del altruismo y estos mecanismos?

31:22
Boris Cyrulnik. Cuando hemos vivido una tragedia, estamos a la defensiva. Necesitamos defendernos. Y cuando retomamos nuestra vida y sufrimos menos, muy a menudo, a la gente le nace un deseo altruista. Tienen ganas de ayudar a otros, porque saben lo que es el sufrimiento. Muchos psicólogos se hacen altruistas porque han tenido un problema, un sufrimiento, en la infancia, que los lleva a… les interesa el mundo de los otros. Cuando trabajé en el Congo, con los niños soldado, cuando les preguntaba qué querían ser de mayores, casi todos me contestaban que querían ser periodistas o médicos. ¿Por qué periodistas? Porque tengo que contar esto, tengo que dar testimonio de lo que ocurre cuando un niño se transforma en soldado. ¿Y por qué médicos? Porque sé lo que es el dolor y quiero aprender a proteger a otros niños del dolor. El altruismo es un mecanismo de legítima defensa para combatir el dolor. Muchos médicos, psicólogos, asistentes sociales conocen este proceso que es bueno, es moral, porque invita a entender y a compartir con alguien lo que hemos entendido. Pero, igual que las madres, que deben estar ahí, pero no siempre, el terapeuta, el cura, deben estar ahí, pero no siempre. Es decir, que es necesario que el niño se vea invitado a la creatividad y que lo hagamos coautor de su desarrollo. Yo, adulto, te digo que te comprendo, pero tú, niño, puedes decir lo que piensas. Y así, el niño traumatizado, o el adulto herido, contribuye a la reconstrucción resiliente. Pero hay que tener cuidado con este mecanismo. Hicimos una encuesta en Tolón (Francia), donde yo vivo, en la que constatamos que el 50% de los enfermeros y el 50% de los psicólogos tienen «depresión por agotamiento profesional». Porque cuando te centras demasiado en el otro, acabas por descuidarte tú. Por eso, a mis estudiantes les digo: «Queréis ser médicos y psicólogos, bravo, pero ¿qué más vais a hacer?». «¿Cómo que qué más?», preguntan. Claro, si eres psicólogo, apúntate a un coro y aprende a cantar, o en un equipo de fútbol… Haz algo más para preservarte tú, porque tú eres una persona también. No debes sacrificarte por otro. Ayudas a los demás, porque es tu vocación, es tu formación, y está muy bien que ayudes a otros, pero tú también eres una persona y, si te despersonalizas, caerás en depresión y no serás útil a los demás.

“El altruismo nos ayuda a luchar contra el dolor”. Boris Cyrulnik
34:29
Violeta Esteban. Cuando habla de altruismo, entiendo que habla también de empatía. ¿Hay diferencia entre el altruismo y la empatía?

34:39
Boris Cyrulnik. Efectivamente. La empatía es la capacidad de descentralizarse uno mismo para representar el mundo de otro. Los niños privados de afecto y los niños aislados sensorialmente, si no tienen a nadie, no pueden aprender empatía. Si solo se tienen a sí mismos, se balancean, se vuelven grises, se hieren, se dan cabezazos contra la pared, se mutilan en la adolescencia… Si no hay alteridad, uno mismo es su única alteridad. No hay altruismo porque no hay empatía debido a la carencia afectiva precoz, muy precoz. Hay pedagogía de la empatía: si creamos un entorno seguro para el niño, una vez se sienta seguro, aprenderá a descubrir al otro. Pero solo puede ocurrir si se siente seguro. Entonces se interesará por el otro e iniciará un proceso de altruismo. Como me contaban los niños soldado: «Como sé lo que es el dolor y sé lo que hay que hacer, voy a ser altruista». Es un camino sistémico. Es un sistema, no una causa que explica un efecto. Es todo un sistema que evoluciona y está constantemente sometido a las presiones del entorno. Así desarrollamos la empatía y aprendemos el placer de descubrir el mundo mental de los demás, otras religiones, otras culturas, y ver que son interesantes. Pero esto obliga a viajar, a leer, a conocer… Es apasionante y agotador.

36:26
Violeta Esteban. Podría explicarnos para los niños, en los colegios, en la sociedad actual… Aunque no hayan vivido traumas graves, ¿cómo podemos trabajar con ellos la empatía? Por parte de los profesores, el centro educativo, los padres…

36:51
Boris Cyrulnik. Eso es lo que nos ha pedido Macron, el presidente de Francia. Le enviamos, no hace mucho, un informe sobre jardines de infancia que fue muy bien recibido por el presidente, los medios, los periodistas y las familias. Hay que introducir en el colegio, en las guarderías incluso… Nosotros trabajamos con músicos, musicólogos y neurólogos asociados. Sabemos que un niño que toca un instrumento estimula el lóbulo temporal izquierdo: gracias a la neuroimagen hemos visto imágenes y vídeos. La zona temporal izquierda es la que trabaja el lenguaje. Los niños que tocan un instrumento hablan mejor y hablan antes que aquellos que no tocan ningún instrumento musical. Y los que no saben tocar ningún instrumento, los metemos a cantar en un coro. Hemos constatado que los niños que hacen música socializan con más facilidad porque se sienten confiados con los demás. La confianza es el verdadero tranquilizante. Se sienten familiarizados con los demás, hablan con más facilidad, aprenden rituales de interacción, por eso socializan más fácilmente, les gusta la escuela y tienen un buen rendimiento escolar, con la música y el deporte en el colegio. Al hacer deporte, estimulamos el cerebro y funciona mejor. Mientras que, ahora, en Occidente, ¿qué padece todo el mundo? Enfermedades derivadas del sedentarismo. Porque hemos descuidado nuestro cuerpo. También el dibujo, el teatro y el cine, son excelentes para desarrollar la empatía. ¿Crees que la tuya es la única religión válida y que los demás son infieles por creer en otro dios? Pues te pongo una película de una hora de un niño que cree en un dios distinto del tuyo y verás que son seres humanos como tú, solo que creen, por su cultura, en otro dios. Es entretenido, es interesante, a veces es irritante, pero es la condición humana. Por tanto, las obras de arte, muy pronto, desde la guardería, los cuentos enseñan a los niños a expresarse. Y luego hablamos de la moraleja del cuento. ¿Por qué le roban el queso al cuervo? Porque se deja engañar por la zorra. Podemos trabajar las moralejas con los cuentos infantiles. Les contamos una historia bonita y les invitamos a convertirse en pequeños filósofos. Y esos pequeños filósofos son inteligentísimos desde bien pronto. El otro día, hablaba con una pequeña filósofa de cinco o seis años. Hablábamos de la muerte, porque, cuando los niños descubren la muerte, es un problema metafísico, es importante para ellos. Le pregunto a mi pequeña filósofa qué es la muerte para ella. Y me dice: «Muy fácil. Te caes, te quedas frío, te llevan al hospital y te calientan y vuelves». Esto nos permitió hablar de la representación del tiempo en el plano filosófico con una pequeña filósofa de cinco años que lo entendía todo. Entonces, creo que el arte, introducido muy pronto en el colegio, la música, el deporte… porque el deporte es una forma de arte. El arte, el deporte, el dibujo, el cine, el teatro forman parte de la condición educativa, desarrollan la empatía, y permiten aprender a convivir mejor.

40:51
Violeta Esteban. Hay una frase que dice: «El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional». ¿Qué opina usted sobre esta frase?

41:02
Boris Cyrulnik. Es magnífica. Porque el dolor… todos los mamíferos sienten el dolor igual. Por ejemplo, nos quemamos la piel, hay un trayecto que la une con la médula espinal, llega a la base del cerebro y llega al córtex. Todos los mamíferos sienten el dolor igual. Pero no todos los mamíferos sienten el sufrimiento igual. Si un mamífero, o un bebé humano, ha recibido seguridad durante su desarrollo, por su madre, su padre, la familia, el colegio, el vecindario, las palabras, el teatro… todo eso, cuando recibe un golpe, le duele. Eso es el dolor. El sufrimiento es otra cosa. Si ha tenido una infancia segura, sufrirá mucho menos que alguien que no la ha tenido de pequeño y que percibe la sensación del dolor de forma exacerbada, amplificada. El dolor sin sentido aún duele más. Los seres humanos vivimos en un mundo de sentido. Necesitamos tener sueños y tener recuerdos para darle una dirección a nuestra vida. Si nuestra dirección viene de un dolor no superado, sin resiliencia, al recibir un golpe, sufrimos muchísimo y sin posibilidad de modificar ese sufrimiento. Si hemos crecido fortalecidos y con seguridad, recibimos el mismo golpe, una tragedia, pero hemos aprendido a ser más fuertes que el sufrimiento, que el dolor, y entonces sufrimos menos. Sufrimos una sola vez, como los animales. Y, además, si hacemos algo con ese dolor, ese sufrimiento, habremos transformado el sufrimiento en obra de arte. Entre los artistas, entre la gente del cine, se da un número inusualmente alto de niños privados de afecto que se refugian en el cine, que hacen películas muy bonitas y emotivas porque, al haber sido heridos, han encontrado un medio para transformar esa herida y convertirla en producción artística. La mayoría de las obras de arte son confesiones autobiográficas.

“El altruismo nos ayuda a luchar contra el dolor”. Boris Cyrulnik
43:38
Violeta Esteban. Me gustaría que hablásemos de una cuestión de actualidad. Ahora mismo, en nuestra sociedad actual, hay guerras, hay conflictos políticos, distintas migraciones… Hay gente que sufre. Y hay mujeres embarazadas que también sufren. ¿Puede esto afectar al desarrollo del niño que todavía no ha nacido, igual que a la gente que ha sufrido?

44:16
Boris Cyrulnik. Esta es una pregunta muy científica que se investiga desde hace 10 o 15 años. Ha sido objeto de estudios israelíes con mujeres embarazadas traumatizadas por los atentados: mujeres israelíes y palestinas que acudieron a consulta con síntomas de estrés postraumático. Estas mujeres, 170 mujeres embarazadas, trajeron al mundo a 170 bebés y todos presentaban ya una alteración cerebral. Todos tenían ya un mal funcionamiento cerebral. Si hubiésemos dejado solas a esas mujeres, los bebés habrían empezado su vida con una grave deficiencia neurológica. Pero esto no ocurrió: las mujeres estuvieron arropadas, los bebés también, y esto activó un proceso de resiliencia, más o menos sencillo. Algunas de las mujeres y de los bebés iniciaron rápidamente el proceso de resiliencia, para otras fue más difícil, y otras no pudieron. Este fue el primer trabajo que se llevó a cabo en Tel Aviv. Después llegaron los investigadores en Biología y demostraron que, cuando el estrés… El estrés forma parte de la vida. Todos vivimos momentos de estrés: cuando tienes exámenes sufres estrés; forma parte de la vida, pero superas ese estrés y te enorgulleces por ello. Forma parte de la vida y no debemos privar a los niños del estrés. Pero si el estrés es demasiado fuerte, intenso, prolongado, y si dejamos al niño solo, el exceso de cortisol y de catecolaminas, es decir, las sustancias del estrés, termina por dañar las células cerebrales y el cerebro queda alterado por haber dejado a la mujer y al niño solos. Es decir, hemos dejado que las sustancias del estrés se conviertan en tóxicas para el cerebro. Hoy, sabemos que los extremos de los cromosomas reciben unos fragmentos llamados radicales metilo. Son fragmentos que obstruyen la expresión del cromosoma. Es decir, el cromosoma no cambia, pero las obstrucciones causadas por este exceso de sustancias tóxicas hacen como tapones, que hemos fotografiado: se ven manchas negras. Una cinta genética sana con obstrucciones no se expresa igual en absoluto. Por eso no podemos diferenciar si el problema es innato o adquirido. Porque la cinta de cromosoma no se ha modificado. No es una mutación: es la misma cinta. La expresión sí que cambia por completo según la estructura del medio. Se empezó a estudiar en animales, y se vio que una misma cinta genética de rata… si dejamos que la rata se desarrolle en un medio pacífico, se convertirá en una rata grande, gorda, mansa, con una larga esperanza de vida. Con el mismo tipo de rata, si la ponemos en un medio de estrés, de alerta, de agresión constante, se convierte en una rata pequeña, arisca y negativa, hiperquinética, es decir, muy ajetreada, y con una esperanza de vida muy reducida. Es la misma cinta genética que, experimentalmente, hemos hecho que se exprese de manera totalmente diferente morfológicamente, a nivel de comportamiento y de la esperanza de vida. Por lo que el problema de lo innato y lo adquirido es un sinsentido absoluto. Esto también quiere decir que nosotros, los seres humanos, los políticos, filósofos, padres, somos responsables, porque ahora sabemos que podemos y debemos intervenir en el medio que nos afecta. No somos seres pasivos. Tenemos la posibilidad de intervenir en el medio. Actualmente, la acción de los seres humanos sobre el medio es de degradación.

48:49
Violeta Esteban. ¿Qué sugerencia podemos hacer a la sociedad para prevenir este problema?

48:59
Boris Cyrulnik. Tenemos que hacer como los países del norte de Europa: ralentizar, desarrollar las actividades deportivas y artísticas para reforzar los vínculos que desarrollan la familiaridad. Y hay que hacer frente a las adversidades reales: hay que trabajar, hay que estresarse por un examen… esos son problemas reales. Pero hay que estar preparado para afrontar esas adversidades. Si hemos sido abandonados, tenemos miedo de todo. Y si hemos estado demasiado protegidos, también lo tenemos, porque no tenemos confianza propia. Necesitamos inventar una cultura que sea como el mar, con su flujo y su reflujo, como el día y la noche, como los latidos del corazón, una cultura con ritmos. Los jóvenes ya empiezan a hacer esto, cada vez se ve más gente joven que trabaja y que, de vez en cuando, respira. Puede que los jóvenes inventen, probablemente, una nueva cultura para combatir los efectos de la angustia provocados por la cultura tecnológica. La cultura tecnológica combatió el miedo de la Edad Media, y el miedo que conocíamos hasta los 50, eso ha sido gracias a la tecnología. Pero ha tenido como efecto secundario el desarrollo de la angustia. Puede que la cultura que van a inventar los jóvenes permita también controlar la angustia.

50:30
Violeta Esteban. Es muy interesante lo que ha compartido con nosotros. Le agradecemos mucho su presencia y esta entrevista.

50:42
Boris Cyrulnik. No, ha sido un placer. Gracias por invitarme.