Carlos Casabona. Bueno, empezaríamos por el desayuno. El desayuno es un elemento de batalla que genera discusiones en redes, en colegios… Yo, ayer por la mañana yo estaba en un centro de salud, y había varios sanitarios que decían: «¿Pero cómo va a ir un niño sin desayunar al colegio?», y muchos dietistas-nutricionistas y pediatras estamos diciendo que preferimos que no vaya desayunado un niño al colegio a que vaya con unas dosis excesivas de azúcar. Pues lo típico, como el desayuno oficial es: lácteo, cereales y fruta. Resulta que por fruta dan un zumo. Hemos quedado que el zumo no era supersaludable. Cereales: resulta que los cereales, cuando vas a los colegios, ya están pensando en la caja con dibujos y que también llevan azúcar. Y, luego, el lácteo resulta que es un lácteo con cacao azucarado. Pues tenemos los tres ingredientes que oficialmente se ha vendido como sano, que no es sano. Entonces, ¿qué le doy si no le puedo dar a mi hijo el cacao azucarado de toda la vida? Pues muy sencillo, le puedes dar pan. ¿Con qué untamos el pan? Pues lo podemos dar con aceite de oliva, que lo tenemos nuestro y que es saludable. Podemos untar tomate, podemos poner aguacate, podemos poner hummus. Claro; dirán: «Es que tú eres muy friki», no, no, no. Esto es una tendencia que va a ir a más, el decir: «Consumir más productos de origen vegetal y menos de origen animal», entonces, el embutido tampoco es para cada día, y lo tenemos, sin embargo, demasiado dentro. Pues que desayune… si no toma el cacao azucarado, pues por lo menos proteínas. No, comemos demasiadas proteínas. Y esto, hay estudios hechos, que hasta un trescientos por ciento de más ya desde niños. Por lo tanto, un desayuno saludable pues podrían ser unos garbanzos, se montó una muy gorda en las redes sociales hace poco, porque un niño había elegido garbanzos del día anterior para desayunar: que si le estas quitando la infancia, etc. El vaso de leche, si le gusta que se la tome, eso sí, no hace falta poner nada, porque los niños, los bebés, ¿qué toman? La leche sin azucarar y sin cacao. Si al niño le gusta, por ejemplo, un lácteo que sepa a algo, tenemos la opción de poner un cacao puro, y entonces ya no tenemos… «Es que es amargo», bueno, te puedes acostumbrar, pero siempre será mejor que no lo que hemos quedado que era azúcar pintado.
¿Qué más opciones tenemos de desayuno, Gema? Pues mira, tenemos, además del pan integral, ¿por qué mejor pan integral? Pues porque tiene el germen que contiene más vitaminas y porque la semilla se conserva la piel, podríamos decir, la cáscara del grano la conservas, por eso se llama integral, porque conserva la cáscara del grano que también lleva fibra y el germen y lleva grasitas saludables y tal. ¿Qué hace la industria? El pan blanco. Claro, la harina se conserva más tiempo, sabe más dulce, y los niños prefieren el blanco al integral. Pero deberíamos hacer ese esfuerzo, y yo pienso que si damos el ejemplo y la familia come el pan integral, pues a los niños se lo podemos ofrecer y, al final, lo podrán comer. Más opciones: fruta. «Ah, pues le doy el zumo porque así se lo bebe rápido». Hemos quedado que no para el día a día, porque claro, un pequeño error, que lo cometas un domingo, de acuerdo. Pero el problema, como decíamos al principio, es que un pequeño error lo hagas cada día, se va a convertir en trescientos sesenta y cinco errores. Pues la fruta hay que intentar comerla cortada, ¿no? Yo sé que un niño de cuatro años no va a pelar una naranja y se la va a comer, pero para eso estamos nosotros si nos levantamos con tiempo, que ese es otro factor que ha influido en el sobrepeso y la obesidad. Los niños duermen menos de lo que tendrían que dormir, y entonces se ha visto que hay alteraciones tanto hormonales, como al estar menos tiempo durmiendo, sobre todo se acuestan tarde, hay más tiempo para que puedan tener una oportunidad para hacer una recena, que muchas veces no va a ser una recena saludable. Seguimos con el desayuno: tenemos fruta, sobre todo intentar que sea de temporada. Ahora estamos en verano; puede tomar cerezas, puede tomar melón, puede tomar papaya, puede tomar sandía, le puedes cortar una pera… Eso sí, nunca forzarlo, si no que él escoja y hacerlo fácil. Pues tenemos fruta cortada y con él, si tú comes fruta, tu hijo comerá fruta; tenemos pan, porque es nuestra cultura. Ojo, en China, en Oriente, no toman pan, se toman un bol de arroz, en el continente americano, es el continente del maíz, toman unas tortitas, que les llaman arepas, hechas con maíz. Por lo tanto, no hay nada imprescindible, porque, en el estudio ANIBES, que se hizo hace dos años, hemos visto que la primera fuente de energía en los niños y en los adultos es el pan. Pues no tendría que ser así, es decir, no es un elemento indispensable.
Entonces, tenemos la fruta, tenemos, si le apetece, algo también de cereales, cereales de verdad, no esas cajas que dice que son cereales. Han sido cereales, pero han sido tan transformados que se han convertido en «chucheales», en un producto no saludable del todo. Cereales, tenemos la avena, le puedes hacer tú un muesli casero, con avena, trocitos de plátano; puedes hacerle un yogur natural, cortar trocitos de fruta y meterlas en el yogur, y, sobre todo, no forzar a desayunar. Esa es una de las cosas que nos dicen muchas madres, muchos padres: «Entonces, no puede ir sin desayunar al colegio, que luego, yo he leído un estudio en Internet, que no rinden académicamente», pues lamentándolo, resulta que hay muchos estudios que dicen que esto no es verdad. Es decir, yo lo que hablo muchas veces es que el desayuno puede ser un desayuno diferido. No le va a pasar nada a este niño que no desayuna en casa porque no tiene ganas. E insistimos, preferimos que no desayune si no tiene ganas, a que le des un lácteo azucarado o un bollo u ocho galletas. Eso está pasando. ¿Qué hacemos? Que le ponemos en la mochila el bocadillo con hummus o con aguacate o con almendras y pimiento o queso. No embutido cada día, que seguimos siendo muy amigos de los embutidos. Y va a desayunar a las diez y media, a las once, a mitad de mañana del colegio. No le va a pasar nada ni le va a dar ninguna hipoglucemia, porque llevamos miles de años con el cuerpo a prueba de horas y horas de ayuno sin que tengamos ningún problema metabólico. Yo digo una frase que es la siguiente: «El niño occidental no conoce la sensación de hambre porque tiene un adulto que, cada dos horas, le anima, le empuja o le fuerza un poco a que coma. Tenemos, las madres y los padres, como una especie de miedo a que pasen tres o cuatro horas… «Ay, el niño, a ver si le va a pasar algo», no le va a pasar nada, incluso es mucho más fácil que cuando llegue a la una a casa a comer, o a las tres, le pongas un plato de garbanzos o de lentejas, y el niño te diga: «Qué ricas están hoy las lentejas», ¿por qué? Pues porque a mitad de mañana no le has dado el bollo o el zumo o el lácteo azucarado, o porque a desayunado relativamente poco. Meriendas. Hemos hablado del desayuno, pues lo mismo. Quizá la merienda es una toma que no es tan fácil de… No estás en casa, el niño sale del colegio con un hambre atroz, y entonces tienes que llevarle algo. No puedes… Puedes llevarle la fruta, el plátano es fácil de pelar, unas mandarinas, yo insisto en esto. La fruta se puede comer… Esta es otra, hay muchos que dicen: «No, es que si la fruta lleva fructosa…», «Si tomamos demasiada fruta, también es malo», «La fruta engorda». No, esto es un timo… Un timo no, un mito que hay que aclarar: la fruta no engorda, y eso, hay incluso especialistas y sanitarios que siguen teniendo este miedo. Hay que comerla, como hemos dicho, con toda su fibra. Insisto, en la merienda, el bocadillo de pan integral, un yogur, intentad que no sea azucarado, o fruta.