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Carta de un niño agradecido a su maestro

Catherine Camus

Carta de un niño agradecido a su maestro

Catherine Camus

Escritora e hija de Albert Camus


Creando oportunidades

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Catherine Camus

Albert Camus fue, sin duda, uno de los grandes genios de la literatura universal. Novelista, ensayista, dramaturgo, filósofo y periodista, fue testigo de una época convulsa y llena de cambios. Las ideas marxistas y el idealismo humanista se extendían entre los intelectuales de toda Francia, mientras en su Argelia natal corrían los anhelos de descolonización y se sucedían las revueltas, que desembocarían en la cruenta y devastadora guerra de independencia argelina. Albert Camus nació en un barrio marginal. Era un ‘pied-noir’, pobre, huérfano de padre e hijo de una mujer que no sabía ni leer ni escribir. Fue su maestro, el Sr. Germain, quien impulsó a este joven brillante a seguir estudiando. A él, al Sr. Germain, dedicó Camus su discurso al recibir el Premio Nobel en 1957. Su carta a su maestro es, muy probablemente, uno de los agradecimientos más bellos jamás dedicados a un docente. Camus fue un hombre solitario en su época, solidario y de ideas complejas. Su voz se apagó tristemente temprano, en un accidente de coche con tan solo 46 años. Pero su legado quedará vivo para siempre.

En este vídeo, Catherine Camus y Elisabeth Maisondieu-Camus, hija y nieta de Albert Camus, repasan la vida y la obra de esta inolvidable figura para las letras y el pensamiento universal. Un bello homenaje para recordar, entre otras cosas, la inmensa importancia de la educación.


Transcripción

00:05
Catherine Camus. Me llamo Catherine Camus. Soy la hija de Albert Camus. No poseo la verdad absoluta sobre él. En cambio, estoy segura de que nadie lo quiere tanto como yo.

00:32
Elisabeth Maisondieu-Camus. Hola, mamá, hola de nuevo.

00:34
Catherine Camus. Hola de nuevo.

00:37
Elisabeth Maisondieu-Camus. Tú eres la hija de Albert Camus, escritor francés. Estamos aquí para tener una conversación íntima sobre tu padre y mi abuelo, sobre el escritor que era, sobre el hombre que era, sobre el niño que fue y sobre sus pensamientos. La primera cuestión que me surge es algo que me conmueve mucho: la infancia de Albert Camus vista desde la perspectiva del hombre y el escritor en el que se convirtió, puesto que recibió un reconocimiento, el Premio Nobel de Literatura, y, con los años, se convirtió en un referente mundial. Todo eso, visto desde su infancia en Argel, es una idea que… Que forma parte de nosotras y que me conmueve, por eso me encantaría que me hablases de esa infancia en Argel.

01:53
Catherine Camus. Vivían en condiciones muy, muy precarias. No sabían si tendrían comida para el día siguiente. Conocí a mi abuela, a su madre. Mi abuela no sabía ni leer ni escribir. De hecho, en esa casa nadie sabía leer… Nadie sabía leer ni escribir. Mi abuela era sorda, pero era todo luz. Y, durante toda mi vida, ella ha sido la mujer a la que más he admirado del mundo. Porque… No tenía maldad y… Hacía todos los días lo que quería, con un anonimato perfecto. Y eso, aún hoy en día, no es algo frecuente.

02:54
Elisabeth Maisondieu-Camus. Para ti, esa madre, ¿dirías que tuvo una gran importancia para el ser en el que él se convirtió, el escritor en el que se convirtió?

03:07
Catherine Camus. Él no diría que es un referente. Decía que no era ningún maestro. La abuela, su madre, decía siempre: «Albert tiene buena cabeza». Yo siempre he defendido a mi abuela porque era un ser… admirable.

03:39
Elisabeth Maisondieu-Camus. Se nota esa…. Creo que se nota, en el abuelo, esa admiración por su madre.

03:51
Catherine Camus. Sí.

03:53
Elisabeth Maisondieu-Camus. Y es conmovedor oírte hablar de ella.

03:55
Catherine Camus. Y su amor.

03:57
Elisabeth Maisondieu-Camus. Y su amor infinito, sí.

03:59
Catherine Camus. Él la quería… En cualquier caso. Y en los coloquios universitarios de Francia muchas veces me he puesto en pie para decir que mi abuela era analfabeta, pero era inteligente. No era tonta. No sabía leer, eso era todo. Por ejemplo, la abuela no tenía ni idea de geografía. No sabía dónde estaba Francia. La guerra de Argelia duró mucho tiempo. Y un día le dijo: «Mamá, ¿no quieres venir a Francia?». Y ella le respondió: «No. Francia está bien, pero allí no hay árabes».

04:50
Elisabeth Maisondieu-Camus. ¿Cómo explicas entonces que al final él fuera escritor y que se abriera al mundo de tal forma?

05:01
Catherine Camus. Iba a la biblioteca y leía allí. Leía a Alejandro Dumas. Y luego, en la escuela, se encontró con un maestro formidable.

05:20
Elisabeth Maisondieu-Camus. ¿Su maestro, el señor Germain?

05:22
Catherine Camus. Sí. Es algo… Me conmueve hablar de ello.

05:31
Elisabeth Maisondieu-Camus. Sí, pero es importante.

05:34
Catherine Camus. No habíamos hablado nunca de ello.

05:36
Elisabeth Maisondieu-Camus. No. El señor Germain me conmueve, porque sabemos el papel que desempeñó. Me parece… Me encantaría que me explicases cómo… Cómo acabó convenciendo, creo…

05:52
Catherine Camus. A la abuela.

05:52
Elisabeth Maisondieu-Camus. …a la abuela.

05:54
Catherine Camus. Le dijo… Les propuso a cinco muchachos que hicieran un examen para conseguir una beca que les permitiría tener algo de dinero para continuar estudiando la secundaria. Y entre esos cinco chavales estaba papá. Decía… que mi abuela no quería. Él le preguntó por qué. Le dijo que porque no tenían dinero. Tenía que ponerse a trabajar a los 11 años. Él le dijo: «Tranquilo, mosquito. Voy a hablar con tu abuela». Y cuando hablaron, no sé qué le diría a la abuela, pero fue lo único que consiguió convencerla.

06:50
Elisabeth Maisondieu-Camus. Porque, al final, quien lo educó fue su abuela, en cierto modo. Y de una manera que parecía estricta.

06:59
Catherine Camus. «Estricta» es poco.

07:01
Elisabeth Maisondieu-Camus. Sí, porque él, después… Luego se quedó con la idea de una educación severa, y él fue un padre, como se dice hoy en día, más «cool».

07:15
Catherine Camus. No, no, él era muy estricto, pero jamás nos pegó. Con papá no se podía mentir. Era… Tenía una decisión física… No decía nada, solo hacía así y tú decías: «Sí». Te hacía responsable. Él era muy responsable. Hacías una tontería, se lo decías y lo reconocías. Hoy en día, todo el mundo tiene la libertad en la boca, pero la libertad no es fácil.

07:56
Elisabeth Maisondieu-Camus. Mamá, a mí, hay algo que me emociona y a menudo me hace llorar. Pensar en el señor Germain, que, al final, participó en gran medida, diría yo, en lo que fue Albert Camus… Y adoro la carta que le envió a su maestro… justo después de recibir el Premio Nobel. Me encantaría… Sé que tú también la adoras. Me encantaría que me la leyeras. ¿Te parecería bien?

Carta de un niño agradecido a su maestro. Catherine Camus, escritora e hija de Albert Camus
08:36
Catherine Camus. Sí. De acuerdo.

08:37
Elisabeth Maisondieu-Camus. Gracias, mamá.

08:38
Catherine Camus. Lo que tú quieras.

08:39
Elisabeth Maisondieu-Camus. Gracias, mamá.

08:43
Catherine Camus. Espera.

08:44
Elisabeth Maisondieu-Camus. ¿Quieres cambiarte de gafas?

08:47
Catherine Camus. Esa carta… me conmueve mucho. Y me enteré, además, de que, cuando falleció Samuel Paty, la leyeron. Para mí, perder a Samuel Paty fue inconsolable.

09:07
Elisabeth Maisondieu-Camus. El maestro, el profesor al que mataron en Francia.

09:11
Catherine Camus. Asesinado por un checheno. Le decapitó. Bueno, voy a leerla. Permitimos que todo llegase así de lejos. Qué escándalo. Para mí fue como si decapitasen al señor Germain.

09:33
Elisabeth Maisondieu-Camus. Fue justo eso.

09:36
Catherine Camus. Bueno, la carta dice: «19 de noviembre de 1957». Creo que se enteró…

09:48
Elisabeth Maisondieu-Camus. En otoño.

09:48
Catherine Camus. …en otoño de que le daban el Premio Nobel. Sí, eso es. «Querido señor Germain: He dejado que desaparezca un poco el ruido que me rodea últimamente antes de hablarle un poco de todo corazón. Me acaban de ofrecer un gran honor que no había ni buscado ni solicitado». Eso es importante, muchos… Hay gente que lo solicita. «Pero, cuando supe la noticia, lo primero en lo que pensé, después de en mi madre, fue en usted. Sin usted, sin la mano afectuosa que le tendió al niño pobre que era, sin sus enseñanzas y su ejemplo, no habría ocurrido nada de todo esto. No es que dé demasiada importancia a un honor de este tipo, pero esta es, al menos, una ocasión para decirle lo que usted ha sido y sigue siendo para mí, y para asegurarle que sus esfuerzos, su trabajo y el corazón generoso que le ponía siguen vivos en uno de sus pequeños alumnos, que, a pesar de la edad, no ha dejado de ser su alumno agradecido. Le envío un muy fuerte abrazo».

11:45
Elisabeth Maisondieu-Camus. Es tan bonita… Ese agradecimiento es muy bonito, muy bonito. ¿Me permites que te lea un pasaje de la respuesta del señor Germain? Era larga, muy bonita también, pero hay un pasaje que me parece muy… muy bonito, y me gustaría que me dieras tu opinión sobre él, con respecto a… a la actualidad. Si te parece bien.

12:19
Catherine Camus. Actualmente voy a cumplir 77 años, así que tengo una perspectiva un poco crítica.

12:28
Elisabeth Maisondieu-Camus. Pero tienes derecho a tener una perspectiva crítica. Te lo leo. Es un breve pasaje de la respuesta del señor Germain. «En general, he tenido más suerte con mis otros alumnos». Y ahí habla de su hijo, que no quería contactar más con él. «Son muchos aquellos a los que vuelvo a encontrarme y que me dicen que conservan un buen recuerdo de mí, a pesar de mi severidad cuando era necesaria. La razón es muy sencilla: adoraba a mis alumnos, y, entre ellos, un poco más a aquellos a los que la vida había dejado en desventaja. Cuando llegaste tú, aún estaba afectado por la guerra, por la amenaza de muerte que, durante cinco años, había pesado sobre nosotros. Yo había vuelto, pero había otros con menos suerte que habían sucumbido. Vi entre ellos a tristes camaradas que caían y nos confiaban lo que dejaban. Fue pensando en tu padre, querido pequeño, por lo que me interesé por ti, igual que me interesé por los otros huérfanos de guerra. Te quise un poco más por él, todo lo que pude. No tengo más mérito». Me parece que esta respuesta es… es extraordinaria. Al final, en cierto modo, este hombre también… infundió en él el deseo de la generosidad, y seguramente la mirada hacia el otro.

14:07
Catherine Camus. Claro.

14:09
Elisabeth Maisondieu-Camus. Me parece que… Bueno, lo que me gustaría saber es lo que piensas tú, respecto a cuando te enteraste de que tu padre recibió esto de su maestro.

14:20
Catherine Camus. Bueno, el señor Germain en casa era…

14:24
Elisabeth Maisondieu-Camus. Sí, pero ¿qué piensas hoy en día de la importancia que deben tener o que pueden tener los profes? Porque así los llamamos hoy en día. Para los alumnos y, sobre todo, para ciertos alumnos que tienen más dificultades.

14:42
Catherine Camus. Tú tuviste profesores muy buenos. Adoraban a sus niños. O a sus adolescentes. Hay gente que lo hace por las vacaciones. Pero es normal. Pero los que adoran a sus niños, a sus alumnos, a sus estudiantes, aportan cosas… esenciales en la vida. Porque… Yo, en secundaria… tuve profesores maravillosos. Yo no era… Yo era normal como alumna. Todo el mundo ponía a papá en el espejo. Yo aprobaba justita. Pero… Al contrario, algunos profesores… me aportaron cosas, pero otras veces nada. Cuando murió papá, volví a clase tres días después. Pero, como no nos habían dicho nada, no sabía qué hacer. Llegué… Yo iba al instituto de Urville. Y tenía una profesora de Historia… Fue la única profesora que tuvo una reacción humana. Pasó lista. «La señorita Camus». «Presente». Me dijo: «¿Estás ahí, pequeña?». «Ven aquí». Me abrazó y me mandó sentarme. Y aquella mujer… que era severa, mayor… en cierto modo… evitó que se convirtiera en algo malo. ¿Entiendes? Así que los profesores… Los buenos profesores son esenciales. Cuando decapitaron a Samuel Paty, que hacía su trabajo con valentía, fue algo inconsolable. ¿Entiendes? Es como si… Como si se lo hubieran hecho al señor Germain.

17:36
Elisabeth Maisondieu-Camus. Me encantaría hablar de una cosa de la que realmente no hablamos nunca porque… ¿podrías hablarnos de anécdotas así de la vida…? De cuando estabas en casa con tu padre. Nunca hemos…

17:51
Catherine Camus. …siempre libros.

17:54
Elisabeth Maisondieu-Camus. Sí. No me refiero a ese aspecto, sino a aquel del que nunca hablamos, esto es, su pensamiento, la contribución de su pensamiento, que se encuentra en su obra. ¿Qué me dirías a mí, a tu hija?

18:12
Catherine Camus. Para empezar, era muy coherente. Su obra y él se parecen. Eso es algo muy poco común. Pero nos enseñó lo que dice en sus libros. O sea, la mentira, imposible. El horror de la mentira. Y, poco a poco, lo comprendí. De hecho, las mentiras son letales. Matan la vida. Eso escribió en ‘La caída’. Bueno, no podíamos mentir. Jamás vi a papá mintiendo. Estaba decidido. Estaba el respeto a los demás. Era esencial. Nada de jerarquía social. Papá decía: «Cuando conozcas a una persona buena e inteligente, hay que apreciarla por las dos cosas». Y luego… La libertad. Eso… Pero la libertad… con responsabilidad. La libertad ella sola está hecha de lentejuelas y confeti. No somos libres. Hay otras personas. Y tenemos una responsabilidad respecto a cómo usamos esa libertad. Eso es lo más importante. Eso es lo que nos da la libertad, en cierto modo, por así decirlo. Pero hay que ser responsable. No hay libertad sin responsabilidad. Eso nos lo recalcó mucho. Nunca… Por ejemplo, cuando me traía libros, papá siempre me preguntaba: «¿Qué te ha parecido?». Y me escuchaba. Era uno de los pocos adultos que nos escuchaba de verdad. Nos miraba y nos escuchaba. Pero jamás me dio la sensación de que pensara que fuera a decir tonterías. Jamás pareció que fuera a decirme que era una chorrada. Me preguntaba qué pensaba del libro. Al mismo tiempo, era muy severo. Era muy severo y flexible.

20:59
Elisabeth Maisondieu-Camus. Cuando hablas de severidad, la impresión que tengo yo de mi abuelo es de un rigor extremo, un rigor que pedía de ti en la educación y un rigor que tenía él respecto a sus principios. Yo recuerdo que era algo que era obligado… con él, algo que exigía a sus hijos. Quizá sea algo que tú también nos has transmitido. Este rigor, sabiendo que no podía decir que él era severo. No me atrevería a decirlo. Y ese rigor me lleva a pensar en algo que yo capté muy mal, porque yo te llamaba «la mujer rebelde». Lo que capté mal fue la noción de la rebelión… en su obra. Así que, en él… ¿Podrías explicármelo de una manera sencilla para que lo comprenda al fin?

22:06
Catherine Camus. Yo leí ‘El hombre rebelde’ muy tarde, porque la abstracción hacía que la mente se me fuese. Pero creo que él distingue la revolución y la rebelión. Un día, escuché en France 5 a Karim Rissouli decir que Albert Camus había dicho: «Me rebelo, luego existo». Era totalmente lo contrario. Él escribió: «Me rebelo, luego existimos». Es algo que, digamos, quiere decir que los jóvenes son hombres rebeldes, como papá los quería… El hombre rebelde es un hombre que dice que no y al mismo tiempo dice que sí. Dice que no… a una injusticia. Pero dice que sí a un futuro mejor. Por eso dice «rebelde». Y acabó llegando al pensamiento de mediodía. El pensamiento de mediodía es, digamos… Físicamente… el movimiento lo crean dos fuerzas opuestas. ¿De acuerdo? ¿Me sigues? Genial. Así que… El pensamiento de mediodía… es la vida, es decir… En ti, existen contradicciones. La vida te plantea contradicciones. Los demás te plantean contradicciones. Pero, para que haya movimiento, no hay que negar ni una ni otra contradicción. Hay que encontrar algo… que no deje contradicciones en ninguna parte. Cuando iba a secundaria, decía… Por ejemplo, tú tienes contradicciones. Te encanta el helado pero no quieres engordar. ¿De acuerdo? Tú eres igual.

24:38
Elisabeth Maisondieu-Camus. Lo entiendo bien.

24:39
Catherine Camus. Me sigues. Bueno… Así que… Bueno, «el pensamiento de mediodía» consiste en que, de vez en cuando, te tomes un heladito, y, en otros momentos, renuncies a él. Y eso funciona, mantienes la línea.

24:59
Elisabeth Maisondieu-Camus. Es tener mesura.

25:00
Catherine Camus. Es la mesura.

25:00
Elisabeth Maisondieu-Camus. El equilibrio.

25:02
Catherine Camus. La mesura. Él lo escribió en ‘El hombre rebelde’. No es por la tensión. No sé cómo decirte, pero… Son las tensiones poderosas las que requieren mesura. Sartre y los demás decían… que era una ciénaga. La mesura es no decir ni sí ni no. Es el medio, el medio justo. No es eso. Es una tensión permanente… de dos contradicciones. Estás con tus hijos. Quieres que sepan lo que es la vida. Pero, a la vez, ¿qué quieres tú? Que estén todo el tiempo contentos. No es posible. ¿Entiendes? Así que… Vas… a hacer una especie… Vas a ser amable, dulce, pero siempre… serás un muro para que se apoyen. Mira, pues no. La dificultad de la adolescencia, por ejemplo… es saber cuándo se puede decir que sí y cuándo se puede decir que no. Eso cambia todos los días. Es duro, pero… Pero es un «pensamiento de mediodía».

26:53
Elisabeth Maisondieu-Camus. ¿Y tú crees que es…? Para esa mesura y esa compilación hecha de cierta manera de los dos extremos… Me encanta tu movimiento. ¿Lo ves? Me ha inspirado. He comprendido al hombre rebelde. ¿Crees que es… dentro de esta mesura donde se puede explicar por fin una cosa que destaca, me parece a mí, de toda la obra de Camus, que es el hecho de que, a la vez, su lucidez de cara al mundo lo desilusiona… y, al mismo tiempo, conserva una esperanza formidable en los hombres, en el futuro, una esperanza por la que lucha, lo que puede parecer contradictorio? Pero físicamente.

27:50
Catherine Camus. Creo… La desilusión, digamos… No es una palabra que emplearía con papá. Porque, con la infancia que tuvo, la tuberculosis a los 17 años… Es decir, no jugó más al fútbol. Le encantaba, ya sabes. Quería ser portero internacional. Fue consciente muy pronto. Cuando, a los 17 años, estás condenado a muerte… vas directo a lo esencial, en mi opinión. Porque, siendo pobre como él… en la época, con 17 años, la tuberculosis era mortal. Así que yo no creo… Él tenía una especie de lucidez que lo llevó al mito de Sísifo, al absurdo… Pero él amaba la vida. Y, si quieres… Él decía que era muy optimista respecto al presente y pesimista respecto al futuro. Pero había veces que creía en el ser humano. ¿Entiendes?

Carta de un niño agradecido a su maestro. Catherine Camus, escritora e hija de Albert Camus
29:19
Elisabeth Maisondieu-Camus. Porque lo amaba.

29:23
Catherine Camus. Bueno. Conocía… el sufrimiento… de todo ser humano, salvo algunos privilegiados. Creo que el sufrimiento es la cosa que mejor se comparte. Yo conocí a gente de todo el mundo. Gente que es… abierta, tolerante. Papá escribió en alguna parte… «La tolerancia no es una flor, sino un favor que se hace al otro». Es justo una constatación de que no soy… De que no conozco la verdad. También decía: «Si yo fuera parte, si tuviera que afiliarme a un partido político, sería el de la gente que no está segura de tener razón».

30:33
Elisabeth Maisondieu-Camus. Es interesante lo que dices, porque, cuando escuchamos palabras de tolerancia de aquellos que no están seguros de tener razón, me dan ganas de preguntarte a ti qué… ¿Qué hace que, hoy en día, Camus sea importante en la sociedad? ¿Por qué importa la difusión de su pensamiento?

31:12
Catherine Camus. Creo… Puedo equivocarme, no soy más que su hija.

31:38
Elisabeth Maisondieu-Camus. Tenemos derecho.

31:20
Catherine Camus. No es una ciencia. Creo que… Papá siempre estuvo a la altura del hombre. Intentó ser un hombre… entre los hombres. Ahora bien. Haya los progresos técnicos que haya, las máquinas, Apple y todo eso, nosotros, los humanos, vamos mucho más despacio, mucho más lento. Seguimos siendo cazadores-recolectores. Con instintos que la civilización… arregla un poco en ciertos casos. En otros, los agrava. Pero seguimos siendo cazadores-recolectores. Y yo creo que papá habla a la altura del hombre, sin más. Y, mientras siga habiendo seres humanos y no robots, papá seguirá vigente.

32:30
Elisabeth Maisondieu-Camus. En cierto modo, ¿crees que…? Es mi manera de pensar, puedo equivocarme. ¿No crees que… las sociedades cambian enormemente, evolucionan enormemente, pero el ser humano no cambia?

32:47
Catherine Camus. Sí.

33:16
Catherine Camus. Yo creo que la gente no lo olvida del todo. La sociedad occidental de hoy está llena de egos enormes, y a veces uno se pregunta cómo caben por la puerta.

33:29
Elisabeth Maisondieu-Camus. Sí, pero yo me refería al olvido de los valores animales.

33:32
Catherine Camus. Bueno. Sí, pero hay muchachos que matan a otros muchachos. ¿Eso qué es? ¿En qué mundo vivimos? Yo pienso, de todos modos, que los juegos, todos esos juegos malos… los desconectan de la realidad. La realidad, es verdad, es animal, pero también es humana. ¿Cómo es capaz un ser humano de hacer ciertas cosas a otro ser humano? Yo creo que… hoy en día somos… Occidente… está en decadencia.

34:31
Elisabeth Maisondieu-Camus. ¿Qué decadencia?

34:35
Catherine Camus. Pues… Vivimos una vida virtual. Yo veo a mucha gente, en los restaurantes, que está con el teléfono. Está comiendo con amigos o con su pareja, hombre o mujer. ¿Qué diablos hacen? Entonces, la relación humana… se ha distendido. Mira a los niños, que cuando llego están con el teléfono y yo digo: «Adiós». Hace dos o tres meses que no los veo. Y me dicen: «Abuela, ¿por qué te vas?». «Pero si no me necesitáis». «Me voy». «No, no, ya está, dejo el teléfono». «Me voy, ya es muy tarde». ¿Entiendes? Creo que las relaciones humanas… pronto ya no existirán. Occidente morirá por ello.

35:47
Elisabeth Maisondieu-Camus. Por terminar un poco con este aspecto de la obra… Hay algo que me conmueve en especial, te lo imaginarás… Es la importancia de la justicia en la obra de Camus. Evidentemente, dedicándome a la abogacía, es algo que me transmite mucho, y es cierto que cuando… Al leer ‘El extranjero’, el juicio del extranjero, cosa que debería enseñarse en las escuelas de abogados, cuando…

36:24
Catherine Camus. ¿Por qué?

36:26
Elisabeth Maisondieu-Camus. Porque hay una materia que extraer en la relación entre el abogado y su cliente y una lección que extraer de las expectativas de un juez en lo que respecta a las respuestas que son susceptibles de dar los acusados, que es muy interesante y una materia que trabajar, creo yo, en las escuelas de abogados, aunque es una opinión. También en las escuelas de magisterio. Me preguntaba qué… ¿En qué se inspiró? ¿Por qué escribió así sobre la justicia en el sentido judicial?

37:04
Catherine Camus. Porque, creo… Él sabía muy poco de su padre. Con su madre era complicado. Pero ella le había dicho… que su padre… había estado en la ejecución de Pierrette. Era un tipo que había asesinado, creo, a un campesino y a sus hijos. Las ejecuciones eran públicas en aquella época. Lo juzgan mientras vomita. Su padre. Al final, fue lo único… verdaderamente concreto que le influyó de su padre. Y en las libretas… dice muy a menudo que sueña cómo lo guillotinan.

38:13
Elisabeth Maisondieu-Camus. De hecho… Lo que a mí me golpea de un modo u otro por mi trabajo… Era el ojo que probablemente tendría también cuando fue cronista judicial… en sus primeros años como periodista.

38:34
Catherine Camus. En el ‘Alger républicain’.

38:35
Elisabeth Maisondieu-Camus. En el ‘Alger républicain’. Se notaba que tenía un ojo extremadamente agudizado por lo que presenció en los tribunales. Y eso me lleva… a preguntarte… ¿te apetecería hablar de…? Porque es superimportante para él también, el Camus periodista, con el compromiso y lo que era ser periodista por su forma de ejercer.

39:14
Catherine Camus. Bueno, aprendió mucho… con aquello, pero empezó… y entonces, no sé, hizo… una investigación sobre la miseria de Cabilia. Según los franceses… Dicen que papá nunca se preocupó por Argelia. A Francia le daba igual, completamente, lo que ocurría en Argelia en 1937. Allí, la injusticia impartida en Cabilia era terrible. Terrible. Además, los cabilios seguían martirizados por los argelinos. Hay que saberlo. Y ellos estaban ahí antes. Mi abuelo, mi tatarabuelo materno… era de una tribu nómada bereber judía. ¿De acuerdo? Así que estábamos ahí antes que los árabes. Cuando vienen a protestar por mi supuesto colonialismo, yo digo: «Oye, yo estaba con mi familia, que estaba ahí antes que vosotros. Vosotros os acercasteis». Y paran. Papá vivía en la miseria de Cabilia. Luego siguió en el ‘Alger républicain’, porque ‘L’écho d’Alger’ y ‘L’écho d’Oran’ eran periódicos de grandes colonos. Siguió el juicio del jeque El Okbi. Fue para el ‘Alger républicain’, antes de 1940. Cuando papá volvió a Argelia para proponer una tregua civil, el jeque El Okbi, que era muy mayor… Bueno… Para la tregua civil, el gobernador general había cedido una gran sala que se retiró en el último momento. Entonces, dio su discurso en la casba. Mientras los ultras gritaban «muerte a Camus». Pero el jeque El Okbi, que estaba muy enfermo, hizo que lo llevasen en una camilla… para escuchar a papá. Porque lo había defendido. Pero después… Cerraron el ‘Alger républicain’, los grandes colonos. Salió ‘Le Soir républicain’. ‘Le Soir républicain’ lo censuraron. Y, al final, papá no pudo encontrar trabajo en Argelia, y así fue cómo se fue a Francia. Por haber defendido… a la población… indígena. Así que, cuando te digan que Camus era un colonialista que no sabía nada, tú pasa, ni contestes.

43:04
Elisabeth Maisondieu-Camus. Pero luego…

43:06
Catherine Camus. Luego fue a ‘Combat’. Y un día vi… Un documental sobre el juicio de Pétain. Papá salía mucho. Con los ojos muy claros. Observaba y tomaba nota. Después no escribió mucho, cuando dejó ‘Combat’. Porque el dinero depende del poder, siempre es lo mismo. Se negó a trabajar. Era una especie de cooperativa, ‘Combat’. Se negó a trabajar y, en cuanto… Si dices capital, dices esclavitud. No es mentira. Entonces, participó un poco en ‘L’Express’. Y allí, sobre la justicia, hay un artículo que me encanta, sobre la condena de un sindicalista por haberse negado a darle un apretón de manos a un prefecto… que había… bueno, que había detenido una huelga brutal. El tipo fue fusilado, condenado, blasfemado… Y papá escribió un artículo hilarante diciendo que su mano era suya y que no quería que se la cortaran por nada del mundo.

44:55
Elisabeth Maisondieu-Camus. Porque tenía mucho humor.

44:58
Catherine Camus. Cuando había algo divertido, era el único que se reía de la familia, conmigo. Papá era muy, muy divertido.

45:09
Elisabeth Maisondieu-Camus. ¿Crees que se puede…? No sé, da esa impresión. ¿Podríamos decir que, como periodista, con la lucidez de la que hablabas antes, denunció las cosas sin preocuparse por lo políticamente correcto?

45:29
Catherine Camus. Para mí, la corrección política… es muy pesada. De hecho, hasta el mismo término… es políticamente correcto. ¿Entiendes? Pero no, de todas formas, tocaba la izquierda, la derecha la veía muy a la derecha, muy a la izquierda, la izquierda, muy a la derecha… Te digo que no… No partió de nada. Estaba muy solo, pero…

46:04
Elisabeth Maisondieu-Camus. Sería libre.

46:06
Elisabeth Maisondieu-Camus. Pues sí.

46:13
Elisabeth Maisondieu-Camus. Voy a hablar de otro tema, aunque… es algo relacionado, pero… Mi obra favorita de Camus es ‘La caída’. Fue ‘El extranjero’ mucho tiempo, pero seguramente porque fue la primera que leí.

46:32
Catherine Camus. Tenías 13 años.

46:34
Elisabeth Maisondieu-Camus. Era joven. Pero ahora es ‘La caída’.

46:36
Catherine Camus. ¿Recuerdas tu comentario?

46:38
Elisabeth Maisondieu-Camus. No.

46:39
Catherine Camus. Me encantó. A los 13 años, me dijiste: «¿Puedo leer ‘El extranjero’?». Yo te dije: «Sí, claro». Y…

46:49
Elisabeth Maisondieu-Camus. Nos lo acababas de decir.

46:52
Catherine Camus. Así que… Leíste ‘El extranjero’ y te pregunté, como decía papá, qué te había parecido, y me dijiste: «Me gusta. No molesta a nadie». No está mal, ¿no?

47:15
Elisabeth Maisondieu-Camus. Adoro ‘El extranjero’. Pero es verdad que ‘La caída’… Creo que he descubierto con más madurez que es un libro que me emociona, porque… lo que saco de él es un cuestionamiento de lo que la sociedad considera como calidad. Eso me encanta. Me encanta la descripción de Clémence… y cómo se refiere a sí mismo, al final, cuando ayuda a cruzar a un ciego. Son cosas que me han hablado y que me encantan, me encanta el discurso, ese personaje que me parece, al final, más enigmático, en cierto sentido…

Carta de un niño agradecido a su maestro. Catherine Camus, escritora e hija de Albert Camus
48:07
Catherine Camus. Que Meursault.

48:08
Elisabeth Maisondieu-Camus. …que Meursault. Y me preguntaba, en tu caso, al final, cosa que jamás te he preguntado, ¿cuál es tu obra preferida?

48:20
Catherine Camus. Son dos. ‘La caída’. Porque… De hecho, cuando papá vivía, leí ‘Calígula’. Cuando murió, leí ‘La peste’. Pero no estaba… Me dio mucha pena. A los 17 lo leí todo menos, fíjate, ‘El hombre rebelde’. Así que… ‘La caída’. Cuando leí ‘La caída’, sentí pena por papá. Porque pensé… que no sabía que eran dobles. ¿Entiendes? Descubre un sentimiento tal… También es una pérdida de la inocencia, ‘La caída’. Eso me dio pena. A la edad que tenía… Pero, a la vez, adoro el ‘Discurso de Suecia’. Porque es muy… Es realmente sincero. Y dice… lo que es un artista para él. Los artistas son muy importantes. Los verdaderos artistas. No los que lo ponen en su carné de identidad. ¿Entiendes? Ahora es una palabra… Uno tiene una tarjeta de visita que dice «Profesión: artista». Pero es el público el que define a un artista. No puedes definirte como artista. No es posible. A mí me choca. El artista está al servicio… de aquellos… que no pueden hablar, como su madre. ¿Entiendes? Su madre… era perfectamente inocente. Además… En la libreta amarilla de ‘El primer hombre’, escribió… «Ay, madre, ay, cariño… perdona a tu hijo por haber huido del silencio de tu noche».

51:04
Elisabeth Maisondieu-Camus. Qué bonito.

51:08
Catherine Camus. Yo creo que esa pausa… que había entre el ambiente en el que nació y el ambiente intelectual parisino… que es peor hoy en día, pero bueno. Antes, no estaba mal. Eso lo aisló, es cierto, pero, al mismo tiempo, lo mantuvo en su realidad… de entreguerras.

51:34
Elisabeth Maisondieu-Camus. ¿Podrías…? Solo por gusto, ¿podrías…? ¿Podrías contarme cómo eran las cosas en casa con él? Algo que podamos contarles a nuestros hijos y ellos a los suyos algún día.

52:04
Catherine Camus. Recuerdo que, un día, en Sorel, en Normandía, donde íbamos de vacaciones todos los meses de julio, fui y le dije: «Papá, me aburro». «Papá, me aburro». «Me estás molestando». Como seguía aburriéndome, volví y le dije: «Ya, pero me aburro, papá». Se dio la vuelta, me miró y dijo: «No puede ser». Y yo le dije: «Que sí». Y él: «No». «Solo los imbéciles se aburren». Nunca más me aburrí. Puedo decirte que es cierto, además. Es cierto lo que decía… Le dije: «Papá, quiero hacer la primera comunión». La misma respuesta: «Me estás molestando». Estaba trabajando. Entonces le dije: «Sí, pero quiero hacer la primera comunión». Levantó la cabeza, me miró y dijo: «Bueno. ¿Vas a hacer la comunión porque crees en Dios o por el vestido y los regalos?». No se mentía. Dije: «Bueno… Por el vestido y los regalos». Y él me contestó: «¿Te parece divertido?». Ahí acabó la cosa. Fin. ¿Entiendes? Él no era… Te ponía las responsabilidades delante. Cuando eres muy pequeño, molesta. Pero siempre nos enseñó a decir lo que pensábamos. No podía parecernos bien algo que era una tontería. Luego lo eché muchísimo de menos. Pero al principio pensé en eso. Le tuve rencor, me dejó en mitad de la nada, con un montón de peligros. Pero no salí tan mal parada.

55:40
Elisabeth Maisondieu-Camus. No, saliste muy bien, mamá.

55:43
Catherine Camus. Para empezar, os tuve a vosotros.

55:47
Elisabeth Maisondieu-Camus. Has transmitido todo eso con mucha ligereza. Te lo agradezco, porque ha sido muy… Era importante que tuviéramos esta conversación.

56:02
Catherine Camus. Está bien. Nunca hablaba de Camus porque quería que tuvierais vuestra vida. Pero, a veces, cuando te quejabas, yo te decía: «Si mi padre estuviera aquí, vuestro abuelo os daría una patada que saldrías volando». ¿Te acuerdas?

56:23
Elisabeth Maisondieu-Camus. Sí, me acuerdo muy bien.

56:26
Catherine Camus. Pero no era todo. Yo no hablaba de Camus, hablaba de vuestro abuelo.

56:32
Elisabeth Maisondieu-Camus. No éramos muy conscientes. Creo… De quién era o la importancia que podía tener. No nos inculcaste eso para nada.

56:40
Elisabeth Maisondieu-Camus. Bueno, ni se me ocurriría.

56:44
Elisabeth Maisondieu-Camus. Pero hoy en día está claro que somos conscientes del impacto que… tuvo, que tendrá en nuestras vidas.

56:58
Catherine Camus. Es una buena influencia, papá.

57:00
Elisabeth Maisondieu-Camus. Sí.

57:03
Catherine Camus. Es una buena influencia. De todas las cartas que recibo de todo el mundo… Por eso sigo trabajando. Milito. No soy la guardiana del tiempo. Pero milito porque sé que hay muchísima gente.

57:26
Elisabeth Maisondieu-Camus. Mamá, muchas gracias por este momento, si me permites, que he pasado contigo y por aceptar hacerlo, porque sé que no te es fácil.

57:37
Catherine Camus. No.

57:39
Elisabeth Maisondieu-Camus. Gracias.

57:42
Catherine Camus. Gracias a ti, corazón.